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Dustin Hoffman Sr. Hoffmann, ¡usted está tratando de seducirme!

El gran Dustin Hoffman cumple hoy 80 años. Con fama de hablador compulsivo y de ser capaz de irritar al director más templado en un rodaje, el actor que parecía eternamente joven lleva a sus espaldas unos cuantos personajes ya inmortales.

Fotograma de 'El Graduado' de Mike Nichols (1967)

Con Dustin Hoffman siempre he tenido la sensación de que se me escapaba algo de su carrera y de su vida. Un actor joven, ¡tan grande! y, de pronto, un actor veterano, ¡tan bueno! Ahora, cuando se celebra su ochenta aniversario (nació el 8 de agosto de 1937, en Los Ángeles), repasando su filmografía, me he dado cuenta de que en el matrimonio Kramer (Kramer contra Kramer), la auténticamente joven era Meryl Streep (29 años), mientras que él ya había pasado los 40.

El espejismo de pensar en Hoffman eternamente joven nació, por supuesto, con el universitario Benjamin Braddock de El graduado. Aparentaba 18, pero tenía 30. Desde aquel primer protagonista -su segundo trabajo en el cine-, este 'pequeño' actor no ha dejado de crecer. Y ha crecido hasta convertirse en un veteranísimo que no encuentra personajes a su medida, la de uno de los más grandes talentos de Hollywood. Hace más de una década, la edad, la real, le arrolló. ¿Dustin Hoffman, un desecho más de la ciega industria americana?

En 2008, cuando ya había empezado a poner su magnífica voz a algunos personajes del cine de animación, confesó que “durante unos años estuve aceptando papeles que en otro momento hubiera rechazado sin pensar. Perdí la chispa y lo dejé e intenté escribir yo mismo, pero me di cuenta de lo complicado que es. Un día mi mujer me dijo que llevaba tres años con la misma rebeca de viejo, que me pusiera a trabajar, y recuperé cierto entusiasmo”.

Fotograma de 'Todos los hombres del presidente' (1976) de Alan J. Pakula

Fotograma de 'Todos los hombres del presidente' (1976) de Alan J. Pakula

"No quería interpretar a un viejo"

Con más o menos empuje, a Dustin Hoffman no le han dejado, con algunas contadísimas excepciones, volver a brillar como antes. Este mismo año, en el Festival de Cannes, durante la presentación de The Meyerowitz Stories ante la prensa y después de escuchar a sus compañeros de reparto, uno tras otro, decir que habían crecido viendo sus películas, Hoffman pidió a los periodistas: “Cualquiera que sea mayor que yo, por favor, que se levante”. Con 79 años, que sigue sin aparentar del todo, su inalterable espíritu crítico y un pertinaz sentido del humor, cerró la discusión: “No quería interpretar a un viejo. Era perfecto para interpretar a cualquiera de mis dos hijos”.

Especialmente encantador con la prensa –inevitable devolverle el “¡Usted está tratando de seducirme!” que lanzaba en El graduado a Mrs. Robinson (Anne Bancroft, solo seis años mayor que él)-, Dustin Hofmann siempre ha arrastrado fama de actor ‘exasperante’, capaz de irritar al director más plácido del mundo en un rodaje, y de hablador compulsivo, leyenda que él mismo ha estimulado con algunos de sus larguísimos discursos en recogidas de premios y otras ceremonias.

Fotograma de 'Kramer contra Kramer' de Robert Benton (1979)

Fotograma de 'Kramer contra Kramer' (1979) de Robert Benton

La leyenda negra de Hoffman

A ello, hace un par de años se unió un 'cargo' más, el de compañero insensible y cruel. Con la publicación de la biografía de Meryl Streep, primer libro de Michael Schulman escrito sin la colaboración de la actriz, salió a la luz un supuesto lado oscuro del intérprete. Al parecer en el rodaje de Kramer contra Kramer, para el que Hoffman peleó por la elección de Meryl Streep, las cosas se torcieron demasiado. Él la abofeteó y se burló de la muerte de su pareja John Cazale para provocarla en los ensayos. Además, hizo imaginar al niño de la película que se moría su perro para conseguir que llorara. Desde luego, si aquel era el ‘método Hoffman’, el rodaje debió ser infernal, pero la experiencia se cerró felizmente con un Oscar para cada uno de los dos.

Dustin Hoffman, 1'67 metros de altura y kilómetros y kilómetros de talento, ganaba entonces el primer gran reconocimiento de los dos que le ha concedido la Academia de Hollywood. Entonces, ya había sido candidato al premio tres veces antes y luego lo fue otras tres más. Y en el camino, a las académicas y académicos se les han pasado algunas de sus extraordinarias interpretaciones.

Fotograma de 'Tootsie' (1982) de Sydeny Pollack

Fotograma de 'Tootsie' (1982) de Sydeny Pollack

Un tuberculoso del Bronx

Especialmente poderoso, conmovedor, genial en sus papeles de marginado, hoy a sus ochenta años hay que festejar a Ratso Rizzo, aquel tuberculoso del Bronx, un perdedor, el pequeño timador sin futuro de Cowboy de medianoche, primera película de unos grandes estudios que se estrenaba con la calificación X por su contenido sobre prostitución masculina, homosexualidad, drogas… Y hay que celebrar al actor neoyorquino en paro Michael Dorsey convertido en Tootsie y a Bernie LaPlante, el vagabundo de Héroe por accidente, y al resentido Tech de American Buffalo y…

Fotograma de 'Rain Man' (1988) de Barry Levinson

Fotograma de 'Rain Man' (1988) de Barry Levinson

Y hay que recordar al Pequeño gran hombre y al reservado astrofísico David Sumner de Perros de paja y al frágil falsificador Luis Dega de Papillón y al humorista subversivo y sardónico de Lenny y al incansable y entusiasta Carl Bernstein de Todos los hombres del presidente y, por supuesto, a su otro gran universitario, Babe Levy, de Marathon Man y a uno de los preferidos de Hollywood, Raymond, el autista de Rain Man (su segundo Oscar)…

Y, como en el interminable discurso que pronunció el propio Hofmann al recoger el Oscar por Kramer contra Kramer en 1979, hay que agradecer a sus padres “que no practicaran el control de natalidad”.

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