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Stephan Komandarev: "La pobreza es el mayor enemigo de la democracia"

El cineasta retrata en ‘Destinos’ la realidad de Bulgaria: pobreza, desesperanza, violencia, mafias, suicidios… a través de las historias de unos cuantos taxistas por las calles de Sofía en las que no falta cierto sentido del humor.

Un instante en 'Destinos'

Un plano por episodio, historias entrecruzadas de distintos personajes —taxistas que recorren las calle de Sofía por la noche—, un estimulante humor negro al lado de tanta desesperanza y violencia y un potente sentido del deber y la responsabilidad del artista se reúnen en la nueva película del cineasta búlgaro Stephan Komandarev, Destinos.

Estrenada en el Festival de Cannes, la película es la primera parte de una trilogía que ha nacido con el taxi, seguirá con los coches de policía y finalizará con las ambulancias. “Una estupenda oportunidad para presentar la realidad de Bulgaria”. Una sociedad del desánimo que imprime la pobreza, que a su vez, conduce a mayores niveles de agresividad y a tasas de suicidios terroríficas. “En una sociedad así, saber cuál es el destino humano es muy difícil”, dice Komandarev, que augura, como ya han hecho otros, el descrédito de la democracia. “La pobreza es el mayor enemigo de la democracia, así que solo salvaremos la democracia si la masa crítica de los pobres cambia su situación”.

¿Es verdad que esta película nació después de una conversación con un taxista?

Sí, era un hombre, profesor de Física Nuclear, que se había quedado sin trabajo y me explicó que el taxi era un recurso para muchas personas para sacarse un sobresueldo. Músicos, científicos, profesores, gente de la cultura… ahora son taxistas. Era una estupenda oportunidad para presentar la realidad de Bulgaria.

¿La realidad de ellos, la de sus clientes y la de los que ven desde el coche?

Justo y es importante lo que ellos saben. Son los clientes y todo lo que ven por la ventanilla. Después de esa conversación empecé a conocer a otros taxistas y a coleccionar historias. Siempre había soñado con hacer una película con esta estructura, como Magnolia o Crash. Entrelazar historias y personajes.

Y ¿la realidad de Bulgaria es tan deprimente como muestra su película?

No solo hay depresión, también hay optimismo y momentos divertidos. Y ese era el objetivo, mostrar los momentos de humor, la gente se ríe en muchos momentos de la vida, también en los trágicos. La vida real es así, no todo es depresión ni risas.

Con más o menos humor, usted presenta una sociedad de desempleo, desesperación, suicidios, violencia, mafia…

Todo eso existe, por eso he hecho esta película porque quiero cambiar algo en mi país. Hacer un diagnóstico preciso de la realidad es el camino para cambiarla.

Hay un chiste que dice que Bulgaria es un país optimista, porque todos los pesimistas se han ido…

Desde luego es un chiste, los países hoy, y Bulgaria lo mismo, dependen de una masa crítica de personas que cambie algo, los ciudadanos, y eso es optimista. Pero si pretendemos cambiar algo, hay que presentar, identificar, primero todos los problemas que tenemos.

La pobreza.

La pobreza es el elemento más importante en la destrucción de la democracia, es su mayor enemigo. Solo salvaremos la democracia si la masa crítica de los pobres cambia su situación. Hay un nivel básico de vida y hoy la masa de pobreza está por debajo, pelean por sobrevivir un día, una semana, no pueden pensar a medio y largo plazo. Las decisiones políticas son importantísimas, pero en ellas debe estar representada toda esta población.

¿Esta pobreza de hoy provoca más violencia?

En Bulgaria y en todos los países de Europa. La clase media desaparece, los ricos son más ricos y hay cada vez más pobres. Es un proceso que se da alrededor del mundo y en esta realidad uno de los síntomas en la agresividad, la violencia, el suicidio. La crisis tiene caras diferentes, pero la más importante es la crisis moral, la de valores.

'Destinos', pobreza y anomia desde un taxi

'Destinos', pobreza y anomia desde un taxi

¿Qué valores están perdiendo y cuáles se están imponiendo en Bulgaria?

Se ha impuesto la soledad, la no comunicación entre la gente, la destrucción de las relaciones familiares… En Bulgaria hay una nueva generación que llamamos ‘generación Skype’ porque han crecido con sus abuelos, sin tener a sus madres y sus padres que están trabajando en otros sitios de Europa, muchos en España. Estos chicos tienen graves problemas, porque transmitir a tus hijos ciertos valores, como el amor, la dignidad, las buenas relaciones con alguien… es fundamental y si creces sin esto… Este es uno de los síntomas.

Y esa situación ¿a dónde cree usted que conducirá?

No lo sé, en esta sociedad saber cuál es el destino humano es muy difícil, pero con la película la idea es provocar pequeños cambios en la mentalidad de la gente y que cada uno se pregunte cuál es su lugar en el mundo y qué puede hacer, cómo influir en las personas de alrededor.

Desde su posición ¿qué puede usted hacer? ¿cine político como ‘Destinos’?

No sé si es muy político o más social y humano. Bueno… es que ‘político’ no es precisamente una buena palabra para estos tiempos. Creo que todo el mundo, o mucha gente, trata de hacer algo. Yo he elegido hacer este tipo de cine, es mi decisión personal. Ahí sigue el cine de entretenimiento y este, que es un poco como el de la antigua escuela, que pretende provocar algún proceso en la mentalidad del público. El arte para colaborar, no como entretenimiento.

Lo próximo que va a hacer es una película en la que los taxis cambian por coches de policía.

Sí. Me he planteado una trilogía con taxis, coches de policía y ambulancias. Pero el mayor reto es no repetirse, hacer la siguiente película con diferente estructura, otro estilo, otro desarrollo de personajes… He hablado con mucha gente ya, con el sindicato de policías más importante de Bulgaria, ya tengo buenísimas historias.

¿Es la idea del neorrealismo italiano de que la realidad debería bastar?

La realidad nos ofrece historias extraordinarias, nos da el material más extraordinario para el cine, luego solo hay que inventar los elementos dramáticos. Es como reinventar la realidad, que está llena de interesantísimas historias.

La Historia con mayúsculas de Bulgaria, ¿cuánto tiene que ver en la situación que vive hoy el país?

Básicamente en todos los países los problemas son los mismos, aunque tenga un sabor diferente. La transición en Bulgaria es de hace más de veinte años, pero es verdad que pasamos de la dictadura comunista al polo más opuesto, al capitalismo extremo, más allá que en otros países de Europa. Y sí, tal vez esa sea una de las razones de los problemas. Todo el sistema social, la educación, la sanidad, la cultura, la ciencia… de pronto estaba en manos del sistema económico, financiero, que nunca es un buen instrumento para eso. Apareció la mano invisible del mercado.

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