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'Lady Bird', la avanzadilla del cine de mujeres en Hollywood

Greta Gerwig se convierte en referente del cambio hacia un Hollywood igualitario con ‘Lady Bird’, una película llena de corazón, ganadora del Globo de Oro y nominada a cinco Oscar: Dirección (quinta mujer en 90 años), Película, Guion, Actriz Protagonista y Actriz Secundaria

'Lady Bird'

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. “¿Qué pinto yo en todo esto” A lo más que podría aspirar es a ser la Virgen María, pero parece algo secundario”. En medio de la misa, Christine McPherson, una adolescente en el último año de instituto, tiene una vez más “esa sensación de ¿dónde encajo yo en esta estructura patriarcal?” Son solo los créditos iniciales de la primera película que Greta Gerwig dirige en solitario, Lady Bird, y con ellos la directora y guionista ya ha pegado varias patadas a unas cuantas convenciones. Es genuino cine indie que se ha ‘colado’ con todos los honores y todos los méritos entre las candidatas a la Mejor Película en los Oscar, en los que ella misma aspira al galardón a la Mejor Dirección. Quinta mujer nominada a este premio ¡en 90 años! Gerwig podría conquistar también el de Mejor Guion y sus dos actrices Saoirse Ronan y Laurie Metcalf, los de Actriz Principal y Actriz Secundaria. Todo ello con una película de bajo presupuesto que narra el tránsito de una típica adolescente estadounidense a la edad adulta. Aparentemente, nada nuevo y, sin embargo, todo en este filme es bastante inesperado, una baza que gana por su autenticidad y cierta impudicia emocional.

Diarios de adolescente

“La película es como la transcripción de mis diarios de adolescente”, ha dicho Greta Gerwig en una entrevista en México, donde también ha dejado claro que “estamos en una etapa en la que las mujeres ya no quieren permanecer en silencio”. Su Lady Bird, interpretada por una desenvuelta y brillantísima Saoirse Ronan, es ella misma y no lo es. Poco de esta película es autobiográfico, excepto tal vez que el personaje es de Sacramento y que quiere huir a Nueva York. Pero las sensaciones, las vivencias —incluso las más ambiguas— son reales.

“Cuando tienes dieciséis años, estás convencida de que la ‘vida’ está ocurriendo en otro lado”, escribe la directora en las notas de producción de la película, una historia protagonizada por una adolescente entusiasta y descreída a partes iguales, egoísta y rebelde, que está confundida y tiene miedo, es decir, una adolescente de libro, como otros cuantos millones en el planeta.

"Nadie era 'distinto' entonces"

Lady Bird reniega de su tierra, Sacramento, y miente asegurando que se ha criado en San Francisco; reniega de la religión católica, reniega de su propio nombre, Christine; reniega de su mejor amiga… se avergüenza de su realidad, miente y la esconde. Tiene una relación complicada con su madre, la situación laboral de su padre, en el paro, no ocupa ni un segundo en sus pensamientos, discute con su hermano mayor… solo piensa en ella misma y en conseguir una vida diferente en la costa Este, en las Universidades sofisticadas y cultas del país. Y a pesar de todo ello, a pesar de las imperfecciones de Lady Bird, es difícil no querer a esta chica tan fuera de la realidad, instalada en su desconcertante mundo.

Un universo del que Greta Gerwig rescata muy especialmente la relación de la protagonista con su madre, en manos de una maravillosa Laurie Metcalf. “La mayoría de las mujeres que conozco mantienen una relación infinitamente bella e increíblemente compleja con su madre durante la adolescencia”. Incapaces de conectar, el amor que hay entre ellas es inmenso y ello hace más doloroso para ambas el proceso que vive Lady Bird. “Quiero que seas la mejor versión de ti que puedas ser”, dice su madre a la chica, que, abrumada por el desconcierto adolescente, gime al confesar en voz alta su duda: “¿Y si ésta es mi mejor versión?”

Greta Gerwig, en el rodaje

Greta Gerwig, en el rodaje

Una madre y una hija

“No pretendía que una de ellas tuviese razón y la otra no. Quería que ambas fracasaran dolorosamente en su intento por conectar mutuamente, y quería recompensar el amor inconmensurable al final —explica la directora en sus notas de producción—. Para mí, esos son los momentos más conmovedores de las historias de amor. El romance entre una madre y una hija es uno de los más complejos que conozco”.

Más fácil, pero a veces también dolorosa, es la experiencia del primer amor y la ‘primera vez’ en el sexo que, como en cualquier película sobre la adolescencia, están aquí presentes, aunque Gerwig adereza esta parte de la narración con una buena dosis de realidad y de denuncia. “Normalmente, en las películas sobre adolescentes, la historia se centra en un chico: el príncipe encantador, la respuesta a todos los problemas de la vida. Y a mí no me parece que la vida real sea así, en absoluto”, sentencia la directora, que ha convertido en su película a ese príncipe azul en un joven adorable, pero tan o más confundido que la propia Lady Bird, un chico perdido en el camino hacia la aceptación de su homosexualidad.

"El cambio acaba de producirse"

“Nadie era ‘distinto’ cuando yo iba al Instituto”, dice Gerwig, que ha ambientado la película en los años en que ella vivió esa experiencia, 2002-2003. “Entonces no podía ser ‘distinto’. Te daban una paliza, o algo peor. Gracias a Dios que eso ha cambiado. Pero no hace tanto tampoco. El cambio acaba de producirse”.
El cambio acaba de producirse o está a punto también en Hollywood, que ha vivido uno de los años más reivindicativos de la historia, con las denuncias por acoso sexual y el nacimiento de movimientos para apoyar a directoras, guionistas y mujeres en puestos técnicos, además de a las actrices. Y Greta Gerwig y esta película Lady Bird son ya banderas de esta transformación hacia un cine igualitario y feminista.

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