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Frankie Drake Mysteries Las detectives privadas en las series son pocas, pero sobresalientes

Cosmopolitan TV estrena este domingo (22.00 horas) 'Frankie Drake Mysteries’, serie ambientada en los años 20 en Toronto con una emprendedora a la cabeza de una agencia de detectives privadas. Su nombre es uno de los pocos de una reducida lista que incluye a Laura Holt, Veronica Mars, Jessica Jones… No son muchas, pero son de lo más sagaces.

Combo de series de mujeres detectives.

MARÍA JOSÉ ARIas

No tienen nada que enviar a Sherlock Holmes más allá de su fama y reconocimiento a nivel mundial. Les sobra talento, clientes satisfechos e intrincados misterios que resolver. Asesinatos, robos, secuestros, infidelidades, villanos con poderes mentales… Nada se les resiste a las detectives privadas de la pequeña pantalla, que incrementaron hace no mucho su reducido pero selecto club con la incorporación de Frankie Drake, protagonista de la serie que lleva por título su nombre y que este domingo aterriza en Cosmopolitan TV. Frankie Drake Mysteries es una producción canadiense ligera y entretenida de ver que se asoma al Toronto de los años 20 para seguir la pista de esta detective situándola en una época y un lugar interesantes para la historia de la lucha por la igualdad. Y lo hace desde un sector, el de la investigación privada, tradicional y mayoritariamente masculino.

La serie 'Frankie Drake Mysteries' viaja a la década de los años veinte en un momento histórico en el que las mujeres acaban de conseguir el derecho a voto

Compuesta de 11 capítulos, su emisión terminó en CBC el pasado mes de febrero y ha sido renovada por una segunda temporada. La serie creada por Carol Hay y Michelle Ricci viaja a la década de los años veinte en un momento histórico en el que las mujeres acaban de conseguir el derecho a voto, el jazz inunda las calles y se respira cierto ambiente de libertad para ellas. Sin embargo, y como se ve en el piloto al que Cosmopolitan TV ha dado acceso a los medios antes de su estreno, aún hay mucho camino por andar para estas mujeres que aspiran a ser independientes en lo personal y en lo profesional y que demuestran su validez y su sagacidad en cada caso.

La protagonista de Frankie Drake Mysteries (Lauren Lee Smith) es una mujer que va por libre, que se ha criado sin su madre y que vive con la losa de ser la hija de un afamado ladrón de poca monta. O eso creía ella hasta que el caso de un collar de perlas robado en un hotel la conecta con su pasado y con una rama de su familia que creía perdida. Un piloto entretenido, con alguna que otra sorpresa en el que destacan la ambientación y la elección del resto de personajes que acompañan a Frankie. Ahí está Trudy Clarke (Chantel Riley), su socia en la agencia de detectives, una joven negra que tiene que soportar que la confundan con la criada. Ayudándolas y sirviendo de enlace con policía, la agente Mary Shaw (Rebecca Liddiard), a la que su condición de mujer no le deja escalar posiciones en el cuerpo.

Las piedras en el camino a la hora de abrirse hueco es algo muy común, como en tantas otras profesiones, en esto de las detectives privadas en las series. Porque si bien ellos están bien vistos por la sociedad y son personajes recurrentes, lo cierto es que a ellas se lo suelen poner más difícil. Sobre todo en según qué épocas se ambienten sus historias. De ahí que la gran y sagaz Laura Holt (Stephanie Zimbalist) decidiese parapetarse tras la fachada de un jefe varón y ficticio para ocultar la verdad: que el genio desentrañando misterios era ella. Remington Steele era solo un hombre de paja, un rótulo en la puerta de la agencia. Al menos hasta que un apuesto y trajeado Pierce Brosnan se plantó allí y decidió apropiarse del nombre imaginario. La necesidad de una tapadera hizo que ella, Holt, le dejase figurar. Después de todo, había probado a ganarse a los clientes con su talento y su oficio, pero llamarse Laura iba en su contra. Eso y que, como era de esperar, acaban teniendo algo más que una relación laboral que eclipsó el resto de las tramas a medida que las temporadas se sucedieron entre 1982 y 1987. Eran los ochenta, una década en la que la que la televisión empezaba a atreverse con ciertas cosas, pero sin excederse demasiado.

'Luz de luna' (1985-1989), como se llamaba en España la serie, fue todo un fenómeno que conserva su encanto

Fue una buena década para las series con mujeres detectives privadas. Porque si bien no son personajes muy prolíficos en la pantalla -en la grande tampoco-, de aquellos años hay tres que sobresalen. Una es la ya mencionada Laura Holt. La otra, como no, Madelyn Hayes (Cybill Shepherd). Aquella ex modelo arruinada que un buen día decide inmiscuirse en uno de sus muchos negocios que hasta entonces no era más que un asunto fiscal. Con sus modelos y sus ondas en el pelo se convierte en el quebradero de cabeza del hasta ese momento detective al cargo, David Addison (Bruce Willis). La química entre ellos era evidente y Luz de luna (1985-1989), como se llamaba en España la serie, fue todo un fenómeno que conserva su encanto. Era divertida y ellos dos funcionaban. Solo por ver cómo Hayes se convertía en detective ya merecía la pena. En aquellos tiempos ver a mujeres ejerciendo profesiones de hombres -aunque tuviesen que parapetarse detrás de ellos- ya era algo novedoso.

De los ochenta es también la gran Jessica Fletcher de 'Se ha escrito un crimen'

Junto a Holt y Hayes merece una mención especial una pequeña detective privada que hizo que muchas niñas creyesen que era posible, Sophie. Sí, aquella niña animada, de gruesas coletas rubias que vivía con su extraño tío mecánico y que tenía por ayudante a un perro llamado Sultán. De no ser por ella y su habilidad para la tecnología -el libro ordenador era su mejor aliado y amigo con permiso del can-, el torpe Inspector Gadget (1983-1986) no habría podido resolver ni un solo caso. Metro City le debe mucho a Sophie. De los ochenta es también la gran Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen, (1984-1996). Sí, no es una detective privada, pero bien podría haber sido algo más que ayudante de la policía y se merece, por lo menos, una mención para ella y para Miss Marple, personaje de Agatha Christie en el que se basa y que tuvo serie en ITV en 2004. Angela Lansbury, que era quien interpretaba a esta jubilada escritora de novelas de misterio, la convirtió en icono televisivo y en un referente a la hora de resolver crímenes.

Cambio de siglo, cambio de mentalidad

'Jessica Jones', la detective privada más destacada, genuina y singular del panorama literario y seriéfilo

De los ochenta, un viaje en el tiempo al comienzo de siglo sin parada previa en los noventa. En 2001 el autor Brian Michael Bendis creaba a Jessica Jones, la detective privada más destacada, genuina y singular del panorama literario y seriéfilo. Nacida en las viñetas de la casa Marvel, Bendis la imaginó como una tipa dura, huérfana (como todo superhéroe), adicta a los tacos, bebedora compulsiva y de difícil trato. Víctima de un experimento y fallida superheroína, las relaciones sociales no son lo suyo, así que decidió ganarse la vida investigando en al agencia Alias. Sus poderes no tienen nada que ver con supervista o superoído, algo que sería muy útil para eso de resolver misterios y seguir a la gente. Atesora fuerza sobrehumana, saltos de altura imposibles y un mal genio como pocos.

Con el gesto siempre torcido, parece la versión femenina de Sam Spade (Humphrey Bogart en El halcón maltés) pero en lugar de llevar sombrero y gabardina usa chaqueta de cuero y vaqueros desgastados. Y no fuma, pero bebe mucho. En 20015 dio el salto a las series de la mano de Netflix y con Krysten Ritter en el papel para reinventar el género de detectives, de superhéroes y dar un golpe en la mesa demostrando que las historias con ‘mujeres’ también pueden ser sobresalientes si se las trata con respeto incluso en géneros donde antes no se prodigaban. Jessica Jones ha marcado un antes y un después en las series y el tiempo le otorgará el reconocimiento que se merece. Pocos personajes hacen tanto por el empoderamiento femenino como esta neoyorquina.

Las aventuras y desventuras de 'Véronica Mars' hicieron las delicias de los amantes del género de instituto con mucho más debajo de esa apariencia de intrascendencia

Antes de ella y procedente de una serie de culto, Veronica Mars (2004-2007). Sus aventuras y desventuras hicieron las delicias de los amantes del género de instituto con mucho más debajo de esa apariencia de intrascendencia que se le presume antes de adentrarse en ella. Porque la creada por Rob Thomas no era solo una serie de chavales con las hormonas revueltas. Los habitantes de Neptune (California) tenían serios problemas, sobre todo desde el asesinato de una de las chicas más populares del instituto y amiga de Veronica Mars (Kristen Bell), que sufría una abrumadora transformación de adolescente ingenua vestida con tonos pastel a apestada. El cambio se notaba en su vestuario, en su forma de hablar, en su cinismo y en sus hobbies. Abandonaba lo pasearse colgada del brazo de su novio para convertirse en la versión femenina y adolescente de su padre en el instituto.

Ese era Keith Mars (Enrico Colantoni), un policía caído en desgracia precisamente por el caso de la muerte de Lilly Kane (Amanda Seyfried), que deja el cuerpo y funda su propia agencia de investigación privada en la que colabora su hija, que hace algo más que descolgar el teléfono y tomar notas. Se monta su propia sucursal de detectives entre taquillas y libros de texto ayudando a sus compañeros a resolver pequeños y grandes misterios. Veronica Mars es tan icónica que cuando Thomas y Bell iniciaron una campaña de crowdfunding para poder rodar una película los fans se volcaron con ellos. Se estrenó en 2014, una década después de ver nacer al personaje.

Si se habla de detectives privados siempre hay uno que destaca por encima de todos, ese al que todos sus colegas de profesión aspiran a igualar. Porque por mucho que Sherlock Holmes sea un tipo con capacidad nula para socializar y un carácter difícil de llevar, Sir Arthur Conan Doyle dio vida al mejor detective privado de todos los tiempos. Su personaje ha tenido múltiples caras en el cine y la televisión. Una de las últimas y más exitosas ha sido la de Benedict Cumberbatch en la genial versión modernizada para la BBC que en Estados Unidos, en su afán por americanizar los éxitos ajenos, se llevaron a su terreno lanzando en 2012 Elementary. Mudaron a Sherlock (Jonny Lee Miller) a Nueva York y en un intento por darle un toque propio convirtieron a John Watson en Joan Watson con Lucy Liu en el papel sumando a una detective privada televisiva más a la reducida lista.

Ser detective privado catódico es más sencillo y común para ellos, pero lo cierto es que las pocas que hay son bastante notables. Todas ellas, además de su sexo, comparten la exigencia o necesidad de demostrar, simplemente por el hecho de ser mujer, que son aptas para el puesto continuamente. Tiene mucho que ver con la discusión que mantenían Phillip Broyles (Lance Reddick) y la agente Olivia Dunham (Anna Torv) en The Cure, el sexto episodio de la primera temporada de Fringe. Ella es detective en el FBI, no privada, pero sus palabras son aplicables para todas las del gremio, las que van por libre y las que pertenecen a un cuerpo. En un momento dado, Broyles, el jefe, le echa en cara que toma las decisiones “dejándose llevar por sus sentimientos” y que “si no puede controlar su pasión” no puede confiar en ella.

Olivia, que es mucha Olivia, se planta en su despacho tras resolver el caso y le suelta un discurso que habla, valga la redundancia, por sí solo: ”Se que cree que actué dejándome llevar por las emociones. Los hombres siempre dicen eso de las mujeres con las que trabajan, pero iré al grano. Soy emocional. Y lo aplico a mi trabajo. Es lo que me motiva. Me ayuda a entrar en la mente de nuestras víctimas, a ver lo que ellas han visto, aunque no quiera hacerlo, aunque me horrorice. Y eso me hace ser mejor agente. Si eso supone un problema, lo siento. Puede despedirme, pero espero que no lo haga”. Un puñado de palabras dichas con mucho sentimiento que sintetizan a la perfección lo que Frankie Drake, Laura Holt y Madelyn Hayes sufren o han sufrido. Verónica Mars, Jessica Jones y Joan Watson, en menor medida. Tuvieron la suerte de nacer y ser ambientadas en una época más ‘amigable’ con las detectives privadas.

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