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"El mar no es una frontera; yo soy el mar"

‘Dolphin Man’, del director griego Lefteris Charitos, se sumerge en la historia del mejor buceador por apnea de todos los tiempos, Jacques Mayol, un hombre que quiso conectar con el mar igual que lo hacen los mamíferos marinos y superó la barrera de los 100 metros.

'Dolphin Man'

Inspira, llena tus pulmones de todo el aire que puedas y prepárate, porque los primeros minutos de Dolphin Man, la película documental que ha hecho el director griego Lefteris Charitos sobre el legendario buceador por apnea Jacques Mayol, te deja literalmente sin respiración.

Siguiendo los pasos del hombre que llegó a sumergirse a 100 metros de profundidad, donde el mar ya ni siquiera es azul, la fascinación por la historia y la belleza de las imágenes van provocando una transformación milagrosa en el cuerpo. Y, poco a poco, dejas de pensar en respirar y todo empieza a fluir con la armonía del océano y con la “familia de Mayol”, los delfines con los que convivió toda su vida.

Imagina cómo sería ser un delfín

“Imagina cómo sería ser un delfín, libre para vivir según tus necesidades. Hay un delfín dormido dentro de cada uno de nosotros”. La aventura de Mayol comenzó muy joven cuando abandonó a sus padres y sus hermanos para recorrer mundo. De Saigón hasta Canadá, pasando por Las Bahamas y Japón, se estableció mínimamente y fundó su propia familia.

Una mujer y dos hijos a los que también abandonó. Trabajó como pescador de langostas, chófer de las estrellas de Hollywood… autoinvitado en casa de sus amigos, no gastaba ni un duro y corría detrás de las mujeres. En esos años su afición por el mar se convirtió en obsesión. Uno tras otro, iba arrasando con los récords de otros buceadores por apnea, pero sobre todo se empeñó en fundirse con los mamíferos marinos y conectar como ellos lo hacen con el mar.

"El hombre puede llegar más lejos"

Jacques Mayol, el mejor buceador de todos los tiempos, combinó las técnicas de respiración del yoga y el zen, puso en práctica la relajación y meditación y se sumergió a 100 metros de profundidad. “Soy como un animal salvaje, vivo intensamente cada momento. Me propuse lograr lo impensable: sumergirme a 100 metros profundidad. Estoy convencido de que el hombre puede llegar más lejos”.

En esos descensos hacia el silencio de las profundidades marinas —unas imágenes absorbentes—, en las que el corazón late a solo doce pulsaciones por minuto, Dolphin Man profundiza en la búsqueda del yo interior que Mayol persiguió siempre y pone el acento en la naturaleza ecologista de todas sus acciones.

"Veo el mar como el elemento principal"

“El hombre delfín entenderá que no está al margen de la naturaleza ni del océano. Sabrá que entre el microbio y la ballena azul nadie es inferior o superior, que todo está conectado. No veo el mar como una frontera que conquistar o un nuevo territorio que explorar, veo el mar como el elemento principal. Yo soy el mar”. Jacques Mayol, que vivió una tragedia cuando asesinaron en un supermercado al gran amor de su vida, conquistó su sueño, se fundió con el mar, pero no superó nunca el sentimiento de culpa por abandonar a su familia.

—¿Qué se siente cuando te sumerges?

—Es una sensación de resbalar sin caerse. Lo más difícil es cuando estás en la parte inferior.

—¿Por qué?

—Porque tienes que encontrar una buena razón para volver… y me cuesta encontrarla.

Jacques Mayol

Jacques Mayol

'El gran azul'

Es un diálogo de El gran azul (1988), la película que hizo Luc Besson sobre la hazaña de este hombre, un trabajo que protagonizó el actor Jean-Marc Barr, narrador ahora del documental de Charitos, y que hizo famoso en el mundo entero a Jacques Mayol. Paradójicamente, con este éxito comenzó un descenso muy diferente de los que el buceador había disfrutado toda su vida, una caída hacia la depresión que pudo con él. El buceador se suicidó en la isla de Elba, en Italia, a los 78 años.

El récord que estableció Mayol está hoy superado. El neozelandés William Trubridge, una de las personas que aparecen en la película documental de Charitos, tiene la marca mundial al descender hasta los 121 metros durante 4 minutos y 24 segundos. Discípulo de Mayol, reconoce en Dolphin Man que el francés fue el primero que “viajó al interior de sí mismo al sumergirse en las profundidades”.
“La gente habla del silencio de las profundidades. Hay muy poco que oír ahí abajo –asegura Trubridge-. Pero también silencia el ruido interior, esa charla interior en la que estamos inmersos en nuestro día a día. Creo que uno de los aspectos más atractivos de la apnea es ser capaz de existir en un silencio absoluto”.

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