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Fotografía Fotoperiodismo: autorretrato de la precariedad de un oficio

Invisibilidad, falta de recursos, brecha de género.... son algunos de los elementos que caracterizan el oficio del fotógrafo en España. Una situación que lleva a muchos profesionales a tener que vender sus trabajos a medios extranjeros que, en la mayoría de los casos, pagan cinco veces mejor.

Un fotógrafo palestino trata de evitar el gas lacrimógeno lanzado por las fuerzas israelís.
MOHAMMED ABED/AFP/Archivo

No hay noticias sin fotos, tampoco reportajes sin imágenes esclarecedoras y mucho menos entrevistas sin retratos. Cada frase y proposición que se publica necesita de un contexto visual que fortalezca el reclamo informativo. Es el binomio indisoluble de la prensa escrita. Un acuerdo, quizá deontológico, en el que los fotógrafos se presentan como imprescindibles documentalistas capaces de narrar sin palabras. Sin ellos no habría periodismo.

Pero, algo parece fallar en la ecuación que une imagen y texto. La precariedad y los nuevos ritmos informativos ligados a la era digital han dotado de matices precarios la labor del fotógrafo, en ocasiones invisibilizada. "Este derrumbamiento viene de la democratización de la imagen, porque hay un acceso directo a ellas a través de las redes sociales", comenta a Público Ana Palacios, fotoperiodista que colabora con medios internacionales como The Guardian y Dier Spiegel o nacionales como El País, Papel y XL Semanal.   

Pau Coll: "En la última década los medios se han ido a la mierda y los fotógrafos han visto como se deja de comprar materiales y coberturas"

Esa democratización a la que se refiere Palacios no sólo tiene que ver con la facilidad de la difusión fotográfica. También guarda relaciones estrechas con los avances tecnológicos que permiten que todos los ciudadanos puedan captar imágenes con sus teléfonos. Esto, en cierta medida, propicia que se "infravalore el trabajo de los fotógrafos", explica a este medio Neus Solà, que suele captar las realidades sociales a través de su cámara.

Quizá, los ritmos de la actualidad invitan a un periodismo poco reposado. El oficio se inscribe, así, en un mercado más dentro un mundo mercantilizado, donde la rapidez y la inmediatez a veces parece pesar demasiado a la hora de producir información. El fotógrafo Pau Coll, lo explica de una forma más cruda y directa: "En la última década los medios se han ido a la mierda y los fotógrafos han visto como se deja de comprar materiales y coberturas, y esto repercute en la calidad".  Un argumento compartido por diario el fotoperiodista Manu Brabo que ve como "con la excusa del no hay dinero, no se está invirtiendo en comprar un tipo de periodismo con carga social importante"

"Parece que no hay tiempo para reposar los trabajos, los medios no pueden soportar la espera y cada vez hay menos presupuesto destinado a la fotografía. Todo ello permite que se devalúen la imágenes", añade Palacios.

Para Álvaro Minguito, otro profesional de la fotografía ligado al proyecto periodístico de El Salto, todo tiene que ver con la escasa importancia que se le da al lenguaje visual. "Parece que cualquier imagen vale para acompañar un texto", opina. Incluso, en esta aparente invisibilidad de un oficio imprescindible para el rigor informativo, se podrían poner en la palestra otro elemento problemático como son los espacios limitados y cortos que se ofrecen en los principales medios de comunicación para difundir fotoreportajes.

Ana Palacios: "No hay tiempo para reposar los trabajos, los medios no pueden soportar la espera y cada vez hay menos presupuesto destinado a la fotografía"

"Una información veraz necesita mas espacio que el que le dan los medios convencionales. Los fotógrafos tienen que contar algo, con una sola foto no podemos contar una historia se necesita mas espacio", demanda Coll.

No obstante, la falta de reconocimiento puede verse de otras maneras, señala  Brabo, galardonado en 2013 con un premio Pulitzer. Para el fotoperiodista, su labor "si se reconoce en un plano más social, pero menos en el laboral", explica a Público. "La gente valora los resultados, pero tener ese reconocimiento en un plano empresarial es mucho más complicado", añade. Esa dicótoma que separa los intereses sociales los de las empresas mediáticas se puede ver en los números —explica Coll— que permiten ver que la World Press Photo 2018 ha sido una de las exposiciones más vistas de Barcelona. "El público español si tiene un interés por la fotografía", espeta.

Un petirrojo se detiene sobre la cámara de un fotoperiodista ante el número 10 de Downing Street, en Londres (Reino Unido).- PHIL NOBLE (REUTERS)

Un petirrojo se detiene sobre la cámara de un fotoperiodista ante el número 10 de Downing Street, en Londres.
PHIL NOBLE /REUTERS

Trabajar para el exterior

"En países europeos o en EEUU, incuso en Asia, se paga bastante mejor el trabajo". La afirmación de Ana Palacios, que revela un problema de fondo a nivel nacional. Una devaluación del trabajo fotográfico que lleva a muchos profesionales a tener que buscar salidas a sus trabajos en medios del exterior. Palacios, que dice ser una profesional que no publica con demasiada asiduidad, reconoce que siempre busca colocar sus reportajes en el exterior.

Álvaro Minguito: "Te vas a EEUU y el precio a la hora de vender las fotos y los contratos están mucho mas regulados"

Uno de los afortunados en trabajar por cuenta ajena, Minguito, vuelve a señalar el problema de base estructural que tiene España: "Los modelos empresariales aquí son totalmente diferentes. Te vas a EEUU y el precio a la hora de vender las fotos y los contratos están mucho mas regulados". En definitiva, todo termina estando contaminado por "el modelo económico", añade el retratista.

Pero, sin duda, el relato de Solà es mucho más esclarecedor: "No puedo vivir de la fotografía". La fotera catalana ha tenido que subrogar la lente social de su cámara a proyectos planificados con tiempo que pueda emprender en sus periodos de descanso. Solà, que publicó en Francia su proyecto Poupées, explica que no sólo hay problemas a la hora de encontrar compradores en el panorama mediático español, en tanto que los certámenes y los concursos nacionales apenas tienen compensaciones económicas. "Todos los festivales a los que postulo son de fuera de España, porque aquí sólo puedes ganar reconocimiento", afirma.

Neus Solà: "No puedo vivir de la fotografía"

En cierto modo, es imposible separar el reconocimiento económico del prestigio de un nombre, pues este es un trabajo que requiere algo más que calderilla. Lo que entra, sale para ser reinvertido en nuevos proyectos y material, de manera que los emolumentos por premios y el pago adecuado de los fotorreportajes se exige—como en todos los ámbitos— necesariamente digno. Es quizá por ello que los grandes fotógrafos terminan por exiliar sus obras, privando al lector medio español de sus ópticas sociales.

Fotógrafas en un mundo de hombres

Las cámaras, objetos cargados de veracidad, se cuelgan al cuello tanto de hombres como de mujeres, sin embargo, su peso parece tirar demasiado hacia el suelo a las fotógrafas que buscan hacerse hueco en el oficio. "Es un mundo hecho para el hombre, desgraciadamente. Esto hace que tengamos que trabajar más", detalla Solà, que ha decidido volcar la mirada de su cámara hacia los temas de género.

Palacios: "Pocas mujeres consiguen acceder a ese olimpo que significa publicar con los grandes medios"

No se trata de una escasa vocación profesional de las mujeres españolas. No. Es una obstrucción constante que, para Ana Palacios, tiene mucho que ver con la "condescendencia machista y patriarcal de nuestra sociedad". Son muchas las mujeres que emprenden un camino difícil en una profesión con mucha demanda, lo que ocurre es que "muy pocas consiguen acceder a ese olimpo que significa publicar con los grandes medios". Son, en definitiva, "los sectores de poder dentro de la fotografía" los que están copados mayoritariamente por hombres, opina Coll.

"En El Salto se apostó por tratar de evitar esto", contesta Minguito al ser preguntado por la brecha de género en el fotoperiodismo. Aunque queda mucho que recorrer, advierte que "se está empezando a notar el cambio" y echa una mirada al pasado para recoger de su memoria aquellos festivales "donde en el cartel no había ni una sola tía". 

"Siempre hablo de Susana Vera. Es de las mejores y, sin embargo, no se la ve tanto dentro del sector" comenta Minguito tras recomendar un vistazo general a la obra de esta fotógrafa.

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