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Maazen Maarouf "Mezclo mis recuerdos con la fantasía de un niño palestino que no lograba soportar aquella realidad"

El autor palestino Maazen Maarouf publica en España 'Chistes para milicianos'. En esta historia recoge sus vivencias como niño y las entremezcla con dosis de magia y fantasía para endulzar una infancia rodeada de guerra.  

El escritor palestino Mazen Maarouf en la sede de la Fundación Tres Culturas de Sevilla

maría serrano

Maazen Maarouf (1978) es escritor, palestino y refugiado con asilo en Reikiavik, a través de la Red Internacional de Ciudades Refugio. Su libro de relatos Chistes para milicianos (Alianza editorial) acaba de ser publicado en España con cuatro años de retraso. Se trata de una obra inédita, llena de realismo mágico, que describe la dura infancia de un niño imaginario en los campos de refugiados palestinos de Beirut (Líbano).

El escenario es impactante. Los primeros años de vida del niño imaginario de Maarouf se desarrollan en uno de los momentos más complejos del conflicto palestino-israelí en pleno años 80. Maarouf habla de su familia más íntima, su hermano, sus padres, sus vecinos, el trato diario con aquellos milicianos del campo que recuerda a Público siempre iban armados. "Estaban preparados para actuar si terminaba de estallar la situación política, pero al mismo tiempo eran seres sociales que estaban dentro de nuestra vida cotidiana". Maarouf recuerda cómo aquellos guardias del campo decían de jugar al fútbol. "Bromeábamos con ellos y no sabíamos cuándo podían enfadarse. La verdad que era como convivir con una bomba a punto de estallar, lo que creaba una situación de inseguridad dentro de nosotros".

Un libro está impregnado de un fuerte realismo mágico que no logra a pesar de la dureza, amargar al lector. "Mezclo mis recuerdos con la fantasía de un niño palestino que no lograba soportar aquella realidad porque a veces no he sido lo suficientemente valiente para asumir y enfrentarme realmente a mi vida personal y a mis recuerdos", señala a Público.

‘Chistes para milicianos’ separa catorce relatos llenos de humor negro de la memoria de un niño palestino sin edad, sin apenas nombres de ciudades que hagan referencia a ningún lugar concreto. "Quería contar una historia pero no contar la realidad tal y como es. No quería ser un espejo de la realidad sino mostrar una realidad alternativa". La técnica de escritura para el niño Mazen está lleno de situaciones imaginativas. La fantasía y el realismo le ayudan a Mazen a contar estas duras vivencias, aunque tenga que jugar con la broma por la imposibilidad de afrontar esa dura realidad. "No quería decir dónde ocurrió, nunca quise explicar a la gente que esto ocurrió en Beirut en los años 80 o 90. Además mi visión de aquellos días, de aquellos momentos es la de un niño y la vives de una forma mucho más abstracta y libre de estructuras racionales".

El niño que bromea con los soldados del campo

En Chistes para milicianos, el niño imaginario habla con los soldados, y le pregunta por el tráfico de órganos en el campo. «Oye ¿os va lo de los órganos humanos? Tengo un hermano que quiere ponerse en venta». El miliciano le dijo que viniera con el hermano. Aquel niño no dejaba de salir de su asombro «No podía creer lo que estaba oyendo. Tampoco tenía que sospechar que aquel miliciano se estaba burlando de mí», describe Mazen en el libro.

Imagen del escritor palestino Mazen Maarouf

Imagen del escritor palestino Mazen Maarouf

Antes de la conferencia que Maarouf iba a dar en la Fundación Tres Culturas de Sevilla, describe en una entrevista muy sincera a aquellos hombres armados y habla de la humillación que representaba para aquellos vecinos que vivían en una tierra lejana a la suya.

En sus cuentos imaginarios, el niño describe como «su padre iba cada día a la tintorería a trabajar recibiendo las zurras de los milicianos» Mazen Maarouf narra la muerte de su hermano y como aquellos milicianos lo tomaron incluso más inquina al padre cuando conocieron aquella situación. «Tras perder a uno de sus hijos, los milicianos, repararon en que además de triste, tenían ante sí a un hombre débil. Ahora, amén de zurrarlo de lo lindo, le pedían que le contase un chiste. Y a mi padre no le quedaba otra con contar algo gracioso».

Aprender a vivir sin tensión, lejos del conflicto armado

"Yo cuando llegué a Reikiavik no estaba acostumbrado a vivir en una zona fuera de conflictos militares, para mi fue muy perturbador"

Mazen fijó su residencia en Islandia en el año 2010. Eso no le permitió dejar de vivir sin tensión, sin perturbación por todo lo vivido. "Yo cuando llegué a Reikiavik no estaba acostumbrado a vivir en una zona fuera de conflictos militares, para mi fue muy perturbador".

La capacidad de Maarouf para trabajar bajo tensión le obligó tardar mucho en acostumbrarse a relacionarse a vivir en aquel ambiente de calma. "Mi mente no podría trabajar sin la frustración, la tensión o la ira de las personas que me rodeaban porque esos eran los verdaderos sentimientos que a mi me inspiraban para escribir mis historias".

Fue gracias a la ayuda de la Red Internacional de Ciudades Refugio como Mazen pudo fijar allí su residencia. "Los islandeses son unas personas muy hospitalarias. Para mí ha sido muy importante vivir en una cultura distinta, en un lugar muy distinto a mi sitio de origen. También la cultura política es muy distinta. La literatura islandesa con la que yo tenía de referencia ha enriquecido aún más la mía". Cuentos para milicianos ya sido traducido a diez idiomas, siendo nominado al premio Man Booker Internacional Prize. Sin embargo, a pesar de que fue escrito en el año 2015, en España ha tardado casi cuatro años en publicarse.

La importancia del humor en cada rincón de Palestina

¿Se puede hablar del humor, en medio de un conflicto armado, como hace el niño de Cuentos para Milicianos? Mazen recalca la absoluta importancia del humor en este tipo de situaciones de conflicto. "Cuando uno se siente atrapado, que no tiene salida, que no tiene capacidad de acción, el humor es lo que te permite romper con esa realidad porque es muy interesante el funcionamiento que hay detrás de las bromas. Cuando uno hace una broma está creando una realidad semejante a la existente pero distinta, añade una capa más a la realidad". Para los palestinos es un rasgo fundamental. "Cuando hacemos una broma, la persona está apelando a la situación que está viviendo pero con humor, crea una nueva dimensión, graciosa sorprendente y te hace olvidar la realidad que estamos viviendo. Es importante reírnos para no vernos subyugados en cada momento con este sistema que vivimos".

Al hablar de aquellos campos, recuerda como sus vecinos esperaban años tras años volver a casa: "Sabes que es casi imposible después de 70 años, pero intentas decirle a tus hijos, nietos que acabareis volviendo a aquella Palestina".

"Estos campos perpetúan la idea del regreso, la idea o la fantasía de que se puede regresar a casa. Son lugares especialmente pobres, donde las personas que allí viven carecen de derechos sociales o cívicos, donde al mismo tiempo se intenta perpetuar la sensación de esperanza".

Pisar suelo palestino a los 37 años por primera vez

Mazen logró viajar a Palestina en el año 2015. Tenía 37 años. Nunca antes había pisado aquel territorio. No tenía una imagen real, solo ficticia, de aquel país, al que sus padres, vecinos y amigos siempre querían volver. "No podemos seguir combatiendo, no podemos seguir en esta guerra, queremos paz pero esto no va a ser posible a no ser que seamos capaces de hacer las paces con nuestro pasado" Israel ha cometido "gravísimos ataques imperdonables contra Palestina. Y tendría que pedir perdón".

Para terminar la entrevista en la Fundación Tres Culturas de Sevilla Mazen habla de sus días en el Líbano y cómo imaginaba su verdadero país, Palestina sin ver ninguna fotografía. Palestina era en la imagen de un niño "como una fantasía en aquel campo de refugiados al igual que mi identidad como palestino". Yo no podía demostrar que era palestino". No tenía fotos, no tenía recuerdos en ese sitio. Al mismo tiempo mi experiencia en Líbano estaba muy estrecha con mi desarrollo con mi persona. Me sentí en aquella situación compleja muchas veces más libanés que palestino".

Al pisar suelo su tierra, Mazen Maarouf se percató que "no existe una noción de Palestina ni un solo pueblo palestino". Tenemos a los palestinos de Gaza, de Cisjordania, los que viven bajo el estado de Israel, los que nacieron y viven en el refugio y en el exilio. A pesar de la crudeza de esa realidad, el escritor palestino señala lo positivo de este asunto. Y es que desde "cada rincón estos palestinos escriben de formas distinta, escriben realidades distintas y esto da mucho color y enrique muchísimo a la literatura palestina".

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