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Cantando bajo la lluvia Cuando Gene Kelly se burló de las nubes

'Cantando bajo la lluvia', reconocido unánimemente como el mejor musical del cine, vuelve a la gran pantalla. Crónica de la transformación que vivió el cine con la llegada del sonoro, es un alegato contra el doblaje, una denuncia del ego de las estrellas y una radiante historia de amor

Una escena de 'Cantando bajo la lluvia'

BEGOÑA PIÑA

"Yo veo lucir el sol", decía con una sonrisa radiante Don a Kathy, cuando ésta le rogaba que se resguardara de la lluvia torrencial que estaba cayendo. Se despedían y él se "reía de las nubes". Cuesta imaginar que alguien haya quedado inmune ante la contagiosa felicidad de este hombre enamorado cantando bajo la lluvia. Luminosa, colorida, puro espectáculo y genial –a veces corrosivo - repaso por el cine de Hollywood hasta ese momento, Singin in the Rain (1952) sigue siendo, a tenor de una insólita unanimidad, el mejor musical de todos los tiempos.

El clásico del tándem Stanley Donen y Gene Kelly –que ahora se reestrena en la gran pantalla- es una obra maestra del cine musical que costó sudor, lágrimas, enfermedades y lesiones, enfrentamientos y mucho dinero, además de cinco meses de rodaje. Al final, el equipo de la película también cantó y bailó bajo la lluvia. Estaba "feliz otra vez".

La traumática llegada del sonoro

Ambientada en 1927 en Los Ángeles, es probablemente una de las mejores historias del cine dentro del cine. La traumática llegada del cine sonoro, las dificultades con las que se tropezaron una y otra vez los técnicos de los grandes estudios de Hollywood y el doloroso –para algunos, definitivo- paso que debieron dar las grandes estrellas convivían en este musical con las malas artes y los egos desproporcionados de actrices y actores, y con las imposiciones de los capos de los estudios.

Gene Kelly –director, coreógrafo y protagonista- interpreta a Don Lockwood, una de esas celebridades del cine mudo, un tipo que ha trabajado mucho para llegar a lo más alto, siempre acompañado por su amigo Cosmo Brown (Donald O’Connor). Ahora, cuando el cine sonoro llega arrasando, tienen que convertir su película en un musical, pero Lina Lamont, la actriz de moda de los estudios y su pareja profesional, tiene una voz terrible. Afortunadamente para Don, Kathy Selden (Debbie Reynolds), una de las bailarinas del coro, sale de una tarta.

Un feliz gesto de autoridad

Cantando bajo la lluvia fue la anhelada muesca en la culata del productor Arthur Freed, responsable de decenas de musicales de la Metro-Goldwyn-Mayer. Paradójicamente, un año antes había tumbado a sus contrincantes en la gala de los Oscar con Un americano en París (Vincente Minelli), también con Gene Kelly, al ganar cinco estatuillas, entre ellas, Película, Guion y Fotografía. Tanto premio convenció a la Academia de Hollywood de que el género musical estaba suficientemente recompensado y dio la espalda a Cantando bajo la lluvia.

La complicidad que Freed había conseguido con los guionistas Adolph Green y Betty Comden, el fecundo tándem Donen-Kelly, las fabulosas interpretaciones y las versiones musicales –muchas aparecidas en películas anteriores- convirtieron la película en un clásico inolvidable que todo el mundo recuerda -y aquí otra paradoja-, por los más de cuatro minutos del número Singin in the Rain.
A Stanley Donen y a Gene Kelly no les gustaba la canción, pero ésta era una letra del propio Arthur Freed
y allí mandaba él. El enfrentamiento fue tenso, pero los directores debieron saber desde el principio que aquella era una batalla que iban a perder. Se incluyó el número –que ya se había utilizado antes en una revista y en la película The Hollywood Revue of 1929- y, en una demostración de autoridad, se tituló la película con ella.

"No vas a morir"

Alegato poderoso contra el doblaje cinematográfico gracias al personaje de la soberbia y retorcida Lina Lamont (maravillosa Jean Hagen, que cambió su propia voz para ridiculizarla), a la que tenían que doblar en la película dentro de la película, Cantando bajo la lluvia es finalmente, además de una felicísima historia de amor, un homenaje al esfuerzo y al trabajo duro en los distintos oficios del cine.

Gene Kelly, que al parecer tenía la desesperada necesidad de ser el mejor, exprimió hasta la enfermedad a sus compañeros de reparto, poniendo a prueba los límites de ese trabajo duro. Debbie Reynolds repitió ocho veces la coreografía de Good Morning y sus pies terminaron sangrando. Muchos años después la actriz comparó la experiencia de esos días con el parto de su hija y en sus memorias (Insumergible, 2013) recordó cómo Fred Astaire la encontró escondida debajo del piano de ensayo. "Fred Astaire vino a mi rescate". El superdotado bailarín le dijo: "No vas a morir. Esto es lo que es aprender a bailar. Si no estás sudando, no lo estás haciendo bien". O’Connor, por su parte, tuvo que reposar en cama una semana entera después de subirse por las paredes (literalmente) en el magnífico número Make ’em Laugh.

Imagen del musical

Imagen del musical

"Demasiado bajo, demasiado sexy"

Todos los esfuerzos fueron, son y seguirán siendo, sin duda, recompensados por el público. Hoy, 67 años después de su estreno, la historia, el brillo, incluso la ironía de la película siguen vivos, y sus números musicales siguen estando entre los más recordados de todo el cine musical. Singin in the Rain, Make ‘em Laugh, Good Morning, pero también Moses Supposes, donde los actores hacían sobre una mesa una divertida parodia de una clase de dicción, el comienzo con Fit as a Fiddle, el romántico You Were Meant For Me, los casi quince minutos de Broadway Melody, con Cyd Charisse, Beautiful Girl y All I Do is Dream for You, en el que Debbie Reynolds salía de una tarta. "La hemos buscando por todas las tartas para ver si estaba dentro".

‘Cantando bajo la lluvia’, uno de los mejores, si no el mejor, de todos los musicales de la historia del cine reconfirmaba una vez más el gravísimo, imperdonable, error que estuvieron a punto de cometer el legendario Louis B. Mayer y Eddie Mannix, gerente de MGM, cuando vieron la primera prueba de pantalla de Gene Kelly y sentenciaron. "Demasiado bajo, demasiado sexy, nada simpático. No es para nosotros".

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