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La guerra contada por Robert Capa y Gerda Taro

Las imágenes del fotógrafo y su compañera se exhiben juntas en una muestra

BRAULIO GARCÍA JAÉN

El texto de la exposición que recibe al visitante sorprenderá a quien no esté al tanto de la polémica que acompaña a una de sus fotografías más famosas, Muerte de un miliciano, desde hace años: '¿Era una escenificación? ¿Mostraba a un soldado en el momento de su muerte?', se lee. La duda sobre si un miliciano fotografiado por el más famoso fotoperiodista de todos los tiempos, Robert Capa, se desploma alcanzado por una bala o por un rapto dramático, sorprende precisamente porque aquello, en principio, era la guerra.

Esa es la sombra, sin embargo, que acompaña a la exposición Esto es la guerra: Robert Capa/Gerda Taro desde que se montó por primera vez en Nueva York, en 2007, y en especial después de pasar por Barcelona, un año después. Desde ayer, puede verse en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El interrogante sigue colgado de la pared.

La respuesta que ofrece la exposición (organizada por la Fundación Pablo Iglesias y el Institute of Photography de Nueva York) sorprende también al visitante informado: 'Una bala perdida hirió y mató de un modo inesperado a uno de los soldados de la República delante de la cámara', explica el texto.

Porque no hay uno solo, sino al menos otros tres milicianos muertos: un segundo miliciano está cayendo en el mismo sitio que el célebre falling soldier, y con el mismo encuadre, y hay tres cuerpos agrupados podría ser que uno fuera el del segundo de los caídos en el suelo de otra imagen, como ya subrayó El Periódico de Catalunya en 2008. Y no hay ningún indicio histórico que apuntale esas muertes, en esas fechas.

Las dos series que junto a esa fotografía agrupa la exposición (una de siete y otra de 40 imágenes) muestran lo que ya sabíamos: no fueron tomadas en el fragor de la batalla, sino en un día despejado. En una puede verse a un miliciano apuntando, rodilla en tierra, y la postura es perfecta. Pero sólo sostiene una broma: su fusil está en el suelo.

El tiempo, y la propia carga de la prueba, corren a favor de Capa, que murió al pisar una mina en la Guerra de Indochina en 1954, sin aclararlo. Es imposible demostrar que no fueron en verdad alcanzados por las balas de un tirador escondido, como hay quien defiende. Pero no es fácil confiar en esa hipótesis, después de ver que los soldados juegan a figurarse la guerra.

El director del Círculo de Bellas Artes, Juan Barja, terció ayer en la polémica con un argumento ciertamente desafortunado: 'Si es o no un fotomontaje de Robert Capa, carece de importancia', dijo. Porque eso era lo único importante para la eficacia de la foto: que si era un montaje, no se supiera.

Las investigaciones del profesor de la Universidad del País Vasco José Manuel Susperregui, recogidas en Sombras de la fotografía (2009), descubrieron además que las fotos fueron tomadas, no Cerro Muriano, sino en el vecino Espejo, adonde el frente de la guerra no llegó hasta veinte días después de que Capa disparara. Ambos están en Córdoba.

Las seis salas de la exposición recogen el recorrido de la pareja Capa y Gerda Taro por la Guerra Civil en más de 250 imágenes. Y el del fotógrafo húngaro, en solitario, por la guerra entre China y la Segunda Guerra Mundial (desembarco de Normandía, incluido). Gerda Taro había muerto en un accidente durante la retirada republicana de Brunete en 1937.

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