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Toni Servillo: "Los políticos no se dan cuenta de lo trágica que es su situación"

BEGOÑA PIÑA

El personaje del cínico Jep Gambardella, testigo privilegiado de la banalidad del mundo de hoy, de la decadencia de la bella Europa, conectó con el público con una fuerza emocional tan grande que elevó a su intérprete, el actor y director Toni Servillo, a la categoría de fenómeno. Y como tal le recibió el jueves el público de Madrid (XXXI Festival de Otoño a Primavera), donde presentó su montaje de Le voci di dentro, del gran Eduardo de Filippo. Convertido en Alberto Saporito, este cómico volvió a repetir el prodigio. Cierto que los espectadores estaban entregados, pero más cierto aún es que Servillo es inmenso. Y su descomunal talento se pone ahora al servicio del escritor y director Roberto Andó en Viva la Libertà, una comedia que disecciona desde la farsa la figura de los políticos de hoy. Servillo hace doblete, interpreta al secretario general de un partido político y a su hermano gemelo, un filósofo bipolar que le sustituye cuando aquél desaparece.

Hastiado y desganado, Enrico Emani, secretario general de un importante partido político italiano, desaparece sin avisar. Su asistente Andrea Bottini (Valerio Mastandrea) convence a Giovanni, el gemelo del político, de que le sustituya hasta su vuelta. Este es un filósofo demente, un divertido y cultísimo personaje, dotado de una espontaneidad inaudita en medio de la astucia y las artimañas del universo de su hermano. ¿Qué pasa cuando el tedioso y vulgar lenguaje de los políticos se desvanece y surge un discurso inteligente nada artificioso? Roberto Andò y Angelo Pasquini se hacen esta pregunta en la película, con la que conquistaron el David di Donatello por el guión. Valerio Mastrandre ganó el Premio al Mejor Actor Secundario.

¿Un filósofo culto es lo más opuesto a un político en Europa hoy?

Sí. El personaje del filósofo en la película es el de un auténtico intelectual. En esta historia hay dos hermanos gemelos, uno es un político de profesión. Es un tipo que vive la política como cualquier otra persona vive su profesión, como algo completamente separado de la vida. El hermano tiene la ocasión de convertirse en un político y lo aprovecha. Pero es un político que no aleja la política de la vida. Por otro lado, la depresión que sufre el primero le acerca también a la vida, le hace sentirse como un hombre normal, un hombre con problemas.

La grande bellezza mostraba la decadencia social, Viva la libertà presenta la decadencia política... ¿hemos llegado a un punto en el que la política es menos interesante que las películas sobre política?

Eso sería una consideración trágica, pero... En una película, cualquier narración, si es interesante, merece la pena, puede llegar a ser fascinante. En política, bueno, esperemos que pronto llegue una temporada que sea interesante.

Ha dicho que Viva la libertà  es una película que habla también del hecho de ser actor, ¿no cree que el desapego hacia los políticos tiene que ver con que les vemos ‘actuar'?

'Lo peor es que los políticos no se dan cuenta de lo trágica que es su situación' Sí. El político profesional de esta película está obligado a interpretar un papel en un escenario que, como decía antes, está completamente separado de la vida. Lo peor es que los políticos no se dan cuenta de lo trágica que es su situación. Muchas veces en vez de hablar de temas concretos, lo que vemos es una imagen narcisista de ellos mismos.

¿Cómo les gusta a los políticos que les vean los ciudadanos?

La mayor parte de los políticos que vemos parecen máquinas programadas para resolver problemas. Es la imagen que ellos han elegido y así salen en televisión.

Si un actor se compromete con una película como Viva la libertà ¿es por su propio compromiso con la política?

Me preocupan las mismas cosas que le preocupan a cualquiera, me siento una persona completamente normal. Pero sí, y esta película nos daba la ocasión de decir una cosa importante. El cine es un mecanismo fascinante que nos ha ofrecido la posibilidad de hablar de la política sin aburrimiento, con ligereza, desde la comedia.

El personaje de Jep Gambardella de La grande bellezza le ha dado fama mundial, le ha  convertido en un fenómeno, todo el mundo le adora... ¿puede explicarlo?

'El cine nos deja hablar de la política sin aburrimiento'

Creo que se debe a que coincide con un momento de la vida en que nos hemos quedado bloqueados en creatividad, dando vueltas en el vacío, como él, pero él lo hace con un aburrimiento que gusta. Jep Gambardella está desperdiciando su talento y se da cuenta, y ese aspecto melancólico atrae mucho porque es un tipo que huye de cualquier responsabilidad.

Eso y el Oscar para la película ¿le han cambiado la vida?

El Oscar de La grande bellezza no me ha cambiado la vida. Vivo en el mismo sitio, hago el mismo trabajo que hacía antes, sigo haciendo teatro con el mismo empeño, de un modo militante. Lo que sí nos ha dado el Oscar de la película es la libertad de poder seguir haciendo lo que nos gusta, lo que queremos y de la manera que queremos. Y no hay nada de esnobismo en esto que digo.

También le ha convertido en referente de la moda...

Ese es un aspecto que no me apasiona, aunque no lo ignoro por completo. Y esto tampoco es una actitud snob. Soy consciente del porcentaje de chaquetas amarillas que lleva ahora la gente. En Francia hay una cosa ahora que llaman ‘Jep attitude', que marca un modo de moverse en sociedad, de dar un paso...

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