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James Franco se pasa al cine experimental

El actor debuta como director con un arriesgado 'biopic' de Sal Mineo

ÁLEX VICENTE

Los días de James Franco deben durar más de 24 horas. Además de rodar entre cinco y seis películas al año, el actor encuentra tiempo para trabajar en instalaciones artísticas, la última de las cuales ha sido programada en la Biennale de Venecia este verano. Sin contar sus vidas paralelas como escritor de relatos, estudiante de Literatura en Columbia y profesor en Yale, cantante de pop electrónico junto a Kalup Linzy, estrella invitada en culebrones y presentador de los últimos Oscar. Para que luego digan que la multitarea es cosa de mujeres.

A todo esto se suma ahora Sal, el debut de Franco como director, estrenado en la secciónparalela Orizzonti, destinada a las propuestas más alejadas de los convencionalismos. Alejada del cine que Franco suele preferir como intérprete, Sal es la biografía del actor Sal Mineo, el malogrado Platón de Rebelde sin causa, fallecido a los 37 años tras la misteriosa agresión de un repartidor de pizzas. Esta estrella de los cincuenta, uno de los primeros actores que hizo pública su homosexualidad, acabó muriendo en el olvido más absoluto, como demuestra ese telediario que abre la película, donde el presentador encadena dos frases desganadas sobre su asesinato con la información meteorológica.

'Quería rodar un retrato emocional, no algo para encontrar en la Wikipedia'James Franco ha querido rendirle homenaje con una película fronteriza con el cine experimental, diametralmente opuesta a los biopics hollywoodienses, rodada en nueve días y con presupuesto insignificante. 'Quería rodar un retrato emocional y no algo factual que podamos encontrar en la Wikipedia', asegura Franco, que se desmarca con un estilo naturalista, de tiempos alargados y con aspecto de vídeo casero de los setenta. 'Mis películas como director nunca serán blockbusters, ni quiero que lo sean. El cine también puede ser puro arte y no sólo entretenimiento para ganar dinero', sostiene el Franco más antisistema. El actor, que se ha reservado un pequeño papel de director teatral, cede el protagonismo a Val Lauren, desconocido actor con quien estudió en la escuela de interpretación.

'Me había convertido en un actor de éxito con proyectos que no me pertenecían''Quería contar la historia de Sal Mineo, pero también hablar de la difícil situación de los actores que no pueden expresarse de la manera que desean', afirma Franco. ¿Incluyéndose a sí mismo? 'Sí. Hace unos años sentí que me había convertido en un actor de éxito, pero a través de proyectos que no me pertenecían. Entendí que no podía continuar así. He entendido que necesito esta otra parte para preservar mi espíritu artístico', asegura. James Franco, ¿agente infiltrado en el mainstream? La hipótesis explicaría muchas cosas, incluido el extraño sabotaje causado a los últimos Oscar. Su debut como director, que pese a un exceso de pretenciosidad algo estéril demuestra gusto por el riesgo y potencial de futuro, parece la primera cuota ingresada en su plan de pensiones, para cuando se le acabe el chollo que supone ser el chico de moda.

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