Público
Público

Industria cementera en Catalunya Las fábricas de cemento, una década bajo mínimos

El encarecimiento del precio de la luz y de los derechos de emisión de CO2 hunden la producción y el consumo en Catalunya y provocan las peticiones de las empresas para diversificar la actividad y elaborar nuevos materiales, lo que genera críticas vecinales por los peligros que puede suponer para la salud.

Planta cementera de Portland en Yepes. EFE

El año pasado, la producción de cemento en Catalunya volvió a caer y se quedó en los registros de 1970. Ante este dato, generalizado en España, el Ministerio de Industria y el sector se han conjurado con el objetivo de recuperar el consumo de cemento, un ámbito que se considera estratégico en las infraestructuras y para la exportación. Desde hace una década, cuando se produjo la crisis de la construcción, las fábricas no levantan cabeza.

El barómetro del Cemento de Oficemen, la patronal estatal, concluye que "la parálisis en la obra pública en Catalunya ha vuelto a generar tasas negativas" en producción y consumo. En septiembre, el consumo cayó un 3.4% y durante el año 2018, la demanda ha bajado un 0,4% con relación al 2017, lo que supone que las empresas sólo han usado 1,38 millones de toneladas. En el mismo período, la producción ha disminuido un 8%.

El presidente de Cemento Catalán, Salvador Fernández Capo, admite que la situación es grave. "La coyuntura trae dificultades en el mercado interno, por la escasa actividad del sector de la construcción, y en las exportaciones, porque las fábricas han perdido competitividad". La subida del precio de la luz y el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2 son algunas de las causas. "Algunos países como Turquía, que se encuentran fuera del sistema de emisiones de CO2, se han convertido en competidores imbatibles para las fábricas catalanas".

Cemento importado

Aunque las plantas catalanas están más desarrolladas tecnológicamente que las de otras zonas, las empresas constructoras acaban importando cemento para ajustar sus costes de producción. La falta de proyectos de infraestructuras y la baja actividad de la construcción residencial han estancado el consumo de cemento que, sin embargo superó en verano el del año pasado. Desde Cemento Catalán se recuerda que las cifras deben entenderse "en un contexto de cantidades extremadamente bajas de la época de crisis". De hecho, el consumo de cemento en Catalunya se ha reducido un 78% desde el año 2007, cuando se encontraba en máximos.

Las fábricas de cemento catalanas tienen una capacidad operativa de siete millones de euros de toneladas anuales. Cemento Catalán advierte que el consumo doméstico sólo cubre el 26% del total. La capacidad ocupada total, formada por el consumo interno y las exportaciones, no llega al 50%. La pérdida de dinamismo del sector del cemento también se constata en las exportaciones. Hace una década, las fábricas catalanas enviaban al exterior dos de cada tres toneladas que producían. Ahora sólo es una de cada dos.

Ante este panorama, Fernández Capo reclama "recuperar la competitividad con una autorización para que las fábricas puedan disponer de materiales para valorar energéticamente". El presidente de Cemento Catalán considera que la medida generaría beneficios sociales y medioambientales, ya que contribuiría a rebajar el derrame de residuos y las emisiones de CO2. Esta propuesta implica diversificar la actividad y elaborar nuevos materiales.

¿Los neumáticos, como combustible?

Una de las salidas que se están planteando las cementeras para diversificar la actividad es la quema de toneladas de neumáticos como fuente de combustible alternativa. Ante esta situación, las entidades ecologistas exigen análisis de las emisiones que producen la quema de estos productos y materiales. La portavoz del Centre d'Ecologia i Projectes Alternatius (CEPA), Mercè Girona, alerta de fallos en los sistemas de medición. "Son insuficientes porque hay determinados compuestos orgánicos volátiles en el aire que no se detectan".

El CEPA advierte de que la quema de neumáticos genera unos residuos, de los que "no sabemos su composición". Incluso, la entidad asegura que la Unión Europea es incapaz de fijar y determinar unos límites de emisión para algunas sustancias contaminantes que acaban siendo perjudiciales y nocivas para la salud. Los ecologistas quieren un cambio de gestión en el sistema de residuos, en el que se abandonen definitivamente prácticas como la quema y la incineración. Reutilizar y reciclar antes de rechazar. Esta es la petición de entidades ecologistas como CEPA, que abogan por impulsar la producción limpia y evitar la solución de los vertederos.

Desde hace tiempo, colectivos vecinales y entidades ecologistas se han unido para luchar contra la quema de neumáticos como combustible que realizan las cementeras. Uno de los casos más paradigmáticos son los cortes de carretera que se produjeron el año pasado en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) en protesta por la autorización de la Generalitat a la empresa Cementos Molins para quemar 2.000 toneladas anuales de neumáticos.

Los afectados, reunidos bajo la plataforma Mesa contra la Contaminación, comentan que medidas como éstas tienen efectos perjudiciales para la salud y piden que "se presenten los estudios ambientales pertinentes que demuestren el impacto ambiental de esta actividad".

Compatibilizar la necesidad de incrementar la actividad que tienen las cementeras con la protección de la salud de los ciudadanos es uno de los retos pendientes de la Conselleria de Medio Ambiente de la Generalitat. Aunque la Administración intenta dar garantías, argumentando que no existen diferencias independientemente del material que se queme, algunos estudios recientes rechazan esta teoría. Un informe de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) muestra que a la hora de medir la calidad del aire no se tienen en cuenta las emisiones producidas por determinados materiales.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Economía