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Supermecados Día La crisis de Día, un paréntesis en un modelo de consumo masivo que sigue creciendo

El mercado del gran consumo, cada vez más dominado por Mercadona, continúa su tendencia ascendente mientras Día se descuelga por una “mala gestión” que costará miles de empleos.

Un supermercado DIA. REUTERS/Archivo

DANIEL MARTÍN 

Los supermercados Día acordaron este viernes el despido de 2.100 trabajadores tras cerrar 2018 con 352 millones de euros en pérdidas, frente a los beneficios de más de 100 millones del año anterior. Uno de los principales motivos de ese retroceso fue un descenso de las ventas brutas, que a nivel global cayeron desde los 11.040 millones registrados en 2017 a 9.390 en 2018, un descenso del 14,9%. En territorio español las ventas también sufrieron un retroceso, aunque más moderado, del 2,4%, representando 5.147 millones en 2018.

Sin embargo, estas caídas contrastan con el avance general del conocido como “mercado del gran consumo”. Según datos de la consultora Nielsen, este sector creció un 2,6% en 2018, haciendo que las plataformas de comercialización masiva de productos facturaran 82.000 millones de euros, todo ello pese a un contexto de alza de precios que llevó a los usuarios a consumir menos volumen, pero pagando más.

Además, la supremacía del supermercado sobre otras superficies de consumo sigue siendo incuestionable. Una encuesta de la Mesa de Participación (MPAC), que engloba a varias asociaciones de consumidores, refleja que el 62% de los usuarios (casi dos puntos más que en 2017) opta por el supermercado como plataforma preferente para la compra de alimentos. De lejos le siguen los hipermercados con un 17%, cuatro puntos más el año anterior. Por el contrario, se reducen los porcentajes en pequeño comercio, tiendas especializadas y mercados municipales, que en ningún caso llegan al 10%.

Los cálculos del Ministerio de Industria reflejan que, de los 67.500 millones gastados por los hogares en alimentación en 2017, un 59,0 se dirigió a los supermercados, donde las familias se gastaron 39.789 millones de euros, un 1,8 por ciento más que en 2017. A la vista de todos estos datos, cabe preguntarse qué hizo mal Día para entrar en crisis dentro de un marco que parece excepcionalmente favorable para este tipo de superficies.

“Los trabajadores pagan la mala gestión”

“Ha sido una mala gestión. Día se ha centrado mucho en sus operaciones económicas y corporativas, pero no se ha preocupado de cuidar sus modelos comerciales para competir con el resto del sector”, señala Ángeles Rodríguez, coordinadora de Comercio en Comisiones Obreras.

Según expone, la empresa pecó de una “falta de inversión” y adoleció una “visión estratégica”, ya que “resulta obvio que las cifras de ventas del sector no están en retroceso”. “A nosotras nos contaban los trabajadores de Día que, cuando diversificaron sus superficies abriendo establecimientos como La Plaza, sentían que en realidad estaban poniendo otro nombre que les añadía competencia, ya que el servicio y los productos apenas se diferenciaban”, añade.

La consecuencia de todo esto, lamenta Rodríguez, es que ahora la empresa pretende que “21.000 trabajadores paguen la mala gestión”. Aunque los sindicatos trabajarán para impedir los despidos, Rodríguez llama la atención sobre que esto puede ser solo el principio, ya que la empresa se encuentra en una situación muy delicada que podría traer más consecuencias si no consigue remontar el vuelo.

¿Hacia un monopolio?

Esa reconstrucción se antoja complicada ante el dominio de Mercadona en el sector. De acuerdo con datos de la consultora Kantar Worldpanel, la empresa que dirige Juan Roig abarca actualmente un 25,6% de la cuota de mercado entre los supermercados. Mientras tanto, ninguno de sus grandes competidores es capaz de alcanzar el 10%. Carrefour se queda con un 8,2, el grupo Día con un 7,4, Eroski con un 5,3, Lidl con un 4,9 y Auchan con un 3,6.

Especialmente reseñable es que, de los tres primeros perseguidores, todos ellos perdieron cuota de mercado en los dos últimos años, mientras que Mercadona creció en 3,6 puntos. ¿Está Mercadona desplazando a la competencia de la misma manera que el supermercado desplazó al pequeño comercio? ¿Estamos ante la creación de un monopolio?

“La tendencia de la gran distribución es hacia la concentración”, responde Esther Vivas, integrante del Consejo Científico de ATTAC y autora de varios libros sobre el sistema agroalimentario. Según explica, esa tendencia a la concentración en las grandes superficies “es algo que se da a escala global” y por ello “cada vez más el reparto en la distribución de los alimentos está en menos manos, con grandes empresas que deciden cómo nos alimentamos”.

Para Nazaret Castro, autora del libro La dictadura de los supermercados (Akal, 2017), resulta difícil anticipar si estas plataformas avanzan hacia el monopolismo. De hecho, es una cuestión a la que no otorga demasiada importancia porque “ya estamos en una situación de oligopolio, que en lo esencial, tiene consecuencias similares”.

“De cara al futuro, creo que lo fundamental es ver cómo se va transformando el sector con las plataformas online; Amazon está apostando fuerte por la venta de alimentación, incluyendo productos frescos”, añade Castro.

¿Cómo es el consumo en los supermercados?

La Encuesta de Hábitos de Consumo 2018 elaborada por MCAP muestra que “cada vez son más los consumidores que eligen Internet para realizar sus compras de alimentación”, pero al mismo tiempo subraya que “lo más habitual sigue siendo ir andando al establecimiento”.

En 2018, el crecimiento de la compra online se consolidó, pasando del 3% anterior a un 5%. “Esto hace prever que existe un nicho de mercado todavía por explotar y que el futuro cercano nos traerá importantes novedades en este campo”, reza el informe.

No obstante, sigue siendo mayoritario (54%) el número de personas que se desplaza a pie hasta los supermercados. De hecho, la cercanía (17%), es el principal factor que los usuarios tienen en cuenta a la hora de elegir un determinado establecimiento, por delante de la calidad (16%) y el precio (13%).

En cuanto al precio, los descuentos se presentan como un gran aliciente para la compra, hasta el punto de que tres de cada diez de los encuestados por MPAC dice cambiar sus hábitos de consumo en base a lo que se encuentra en oferta.

A este respecto, Esther Vivas denuncia que el establecimiento de ofertas es una estrategia efectiva para atraer clientes, pero que generalmente esconde otros costes. En su opinión “comprar barato sale caro” porque “detrás de cada producto barato hay una serie de costes adicionales que quizás no salgan de nuestro bolsillo, pero que en el medio o largo plazo pagaremos individual o colectivamente”. Según explica, estos costes habitualmente tienen que ver con “la adquisición de productos cada vez peores para nuestra salud” –lo que revierte en un coste posterior para el sistema sanitario–, con el aprovechamiento de formas de producción “que dañan el medioambiente” e incluso con “el sufrimiento de personas que trabajan de forma muy precaria para elaborar el producto”.

Además, Esther Vivas también denuncia que los supermercados incitan al usuario a comprar cosas que no necesita a través de distintos métodos de márketing, referentes a su diseño y la distribución de los productos. Es algo que constata la consultora Nielsen, que en su última “Radiografía del gran consumo en España” explica que “el consumidor busca salir del establecimiento con la satisfacción del deber bien cumplido, dándose algún capricho”.

“El consumidor va al supermercado porque cree que es más cómodo, ya que puede comprarlo casi todo en un mismo lugar, y porque cree también que es más barato”, afirma Nazaret Castro. Sin embargo, puntualiza que “las ofertas nos llevan a menudo a consumir cosas que no necesitamos o a comprar cantidades superiores a las que podemos consumir. Muchas veces son productos insalubres, como lo son en general los ultraprocesados”.

La huella del gigante

Esos hábitos de consumo inclinados a buscar las ofertas de los supermercados y los productos supuestamente asequibles alimentan el crecimiento de estas plataformas. Datos de Nielsen muestran que el avance de estas corporaciones es especialmente palpable en la configuración de nuestras ciudades. España cuenta con una proporción de 3,4 supermercados por cada millar de habitantes, lo que se encuentra por encima de la media europea, que es del 2,6. En 2008, en España había 17.148 supermercados e hipermercados. Ahora son 20.100, lo que demuestra el avance del sector, un avance del que, por cierto, también quedó fuera Día, que en 2018 redujo levemente su número de establecimientos.

Para Nazaret Castro, el “impacto de las grandes superficies en el diseño urbano” es una de los síntomas más claros del avance constante de estas plataformas. “Es la reproducción del capital lo que está en el centro, y no ninguna otra consideración acerca de la reproducción de la vida y de nuestro bienestar”, zanja.

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