Corinna Larsen, investigada por la fiscalía suiza por blanqueo de capital y nombrada en los papeles de Pandora, ocultó más de 70 millones de euros en diversas cuentas y propiedades a través de la creación de 12 empresas offshore en paraísos fiscales mientras mantenía su relación con Juan Carlos I, según informa El País.

Las sociedades creadas se encuentran repartidas por todo el globo, desde una sociedad panameña, Jade Trust, para comprar una mansión en Gales que obtuvo después de que el rey emérito le diese los 64.8 millones de euros, hasta Mountain Lion Inc, una sociedad para poder registrar una vivienda que le había regalado el rey de Marruecos y que fue creada por su abogado Canónica, imputado también por blanqueo y director de la fortuna de Juan Carlos I.

También el emérito aparece en estas offshore, como en Siam Partners S. A., una sociedad creada para comprar dos apartamentos en una estación de esquí suiza conjunta, Juan Carlos I le realizó un "préstamo" a través de su fundación panameña Luctum, que fue impulsada tras la venta del Banco Zaragozano como publicó en exclusiva Público. Además de los apartamentos en Suiza, tenía una casa valorada en diez millones de dólares en Londres a través de una sociedad de las Islas Vírgenes.

Todas las propiedades y cuentas de Larsen para ocultar su patrimonio han aparecido durante la investigación del fiscal  Yves Bertossa, que mantiene a la alemana imputada desde 2018 por blanqueo de capitales agravado. Además, no solo aparece el nombre de la italiana sino también el de sus dos hijos.

Los lujos de las amantes de Juan Carlos I

No es es la primera vez que se relaciona al emérito con regalos a sus amantes. Este diario publicó en exclusiva como Juan Carlos I usó dinero de Patrimonio Nacional para pagar toda clases de lujos de sus amantes. En concreto, el rey emérito se aprovechó de la exención fiscal de Patrimonio Nacional para no pagar impuestos por donaciones valoradas en más de 100 millones de euros y blanqueó al régimen de Arabia Saudí con un diálogo interreligioso en Madrid presidido por el rey Abdalá sólo tres semanas antes de recibir en Suiza los 65 millones saudíes.

A parte de los 65 millones de euros que dio a Larsen (y luego reclamó), también le reformó un palacete en el que vivió la empresaria durante más de cuatro años. Todo ello costeado con dinero público.