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Casa Cornide Así robó la mujer de Franco un palacete en A Coruña

Los investigadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo demuestran como el franquismo diseñó la operación para que el dictador y su esposa se hicieran con otro lujoso inmueble de titularidad pública en el centro de la ciudad

El palacio de Cornide, en el casco antiguo de A Coruña.

JUAN OLIVER

Las élites del Franquismo diseñaron una compleja operación administrativa que implicó a varias instituciones del Estado para que el dictador y su esposa, Carmen Franco, pudieran hacerse con la Casa Cornide, un palacete del siglo XIX situado en la zona vieja de A Coruña, tasado ahora en millones de euros, y que hasta entonces era de propiedad pública. Sus herederos lo siguen disfrutando hoy en día, y allí guardan además algunas de las obras de arte y objetos de valor que el dictador robó durante su mandato y que también les dejó en herencia.

Así lo desvelan los documentos inéditos que los investigadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo han presentado en Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un espolio, el libro en el que demuestran cómo Franco, con ayuda de las élites del régimen y de acaudaladas familias coruñesas, tejió la red de corruptelas, amaños y coacciones que le permitió enriquecerse y engordar su patrimonio personal y el de su familia utilizando fondos públicos y hacerse con propiedades como el emblemático Pazo de Meirás.

Salvando las distancias, la Casa Cornide no tiene mucho que envidiarle. Se trata de un inmueble de tres plantas y más de 800 metros cuadrados de superficie habitable diseñado por el ingeniero militar Francisco Llobet y construido entre 1750 y 1760 en la calle Damas, frente a la colegiata medieval de Santa María, en el centro de lo que hoy constituye el casco antiguo de A Coruña.

Los Franco siempre han defendido que su propiedad es legítima y argumentan que el dictador se lo compró a su amigo Pedro Barrié de la Maza, quien a su vez lo adquirió en una subasta pública organizada por el Ayuntamiento de A Coruña. Pero los documentos que muestran en su libro Babío y Pérez Lorenzo desvelan que todo fue un montaje del régimen para satisfacer un capricho de Franco y su esposa.

La Casa toma su nombre de la familia Cornide, a la que pertenecía el humanista, historiador y político ilustrado José Cornide, quien encargó la reforma que da al edificio su estructura actual. La familia acabó legando el palacete al Ayuntamiento de A Coruña, que durante años tuvo allí su sede. Posteriormente el inmueble fue una escuela, y de hecho en 1957, cuando los Franco decidieron hacerlo suyo, su titular era el Ministerio de Educación.

La operación ahora desvelada en Meirás pone de manifiesto cómo Franco y los suyos elaboraron un meticuloso plan para hacerse con el edificio sin recurrir a una adjudicación directa al dictador que podría poner en duda la imagen de gobernante honesto y austero de la que quería dotarse.

Así, en un primer paso, el Ayuntamiento de A Coruña, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Hacienda se pusieron de acuerdo para validar una permuta de propiedades mediante la cual la primera institución se hacía con la Casa Cornide a cambio de ceder otro inmueble al Estado. Posteriormente, el Ayuntamiento acordó vender la propiedad mediante subasta pública, a través de un acuerdo de su corporación municipal que incluía una cláusula que prohibía a quien lo adquiriera volver a venderlo en el plazo de diez años.

Francisco Franco y Carmen Polo en A Coruña.

Francisco Franco y Carmen Polo en A Coruña.

Por entonces en A Coruña era vox populi que Carmen Polo quería una casa en A Coruña. Así que no fue ella ni su marido quienes acudieron a la subasta, sino su íntimo amigo Pedro Barrié de la Maza, el multimillonario banquero e industrial presidente del Banco Pastor, que había financiado los gastos militares de los sublevados contra la República y que ya había ayudado a Franco a legitimar el robo del Pazo de Meirás.

Barrié y el falangista José Luis Amor Fernández, subjefe del Movimiento en A Coruña, fueron los únicos que se presentaron a la subasta, celebrada el 2 de agosto de 1962 en la sede municipal. Barrié se hizo con el palacete pagando 305.000 pesetas, poco más de 65.800 euros de la actualidad. En el mismo pliego de la adjudicación, el Ayuntamiento libera al banquero de esa prohibición inicial de vender el inmueble dado “su deseo de transmitir la finca adquirida en la subasta a la Excelentísima Señora doña Carmen Polo y Martínez Valdés, esposa de Su Excelencia el Jefe del Estado”. También se jacta “del alto honor que significa para nuestra ciudad el hecho de que la Señora elija la misma como sede para una de sus residencias particulares”.

"La célebre casa que tanto deseaba Su Excelencia"

Los Franco siempre han mantenido que la operación fue legal, y que obedeció al deseo personal de Pedro Barrié de tener otro detalle con la esposa del dictador. Pero lo cierto es que Carmen Polo y Francisco Franco supervisaron todo el plan desde el primer momento.

Así lo demuestra la carta enviada por el secretario personal de Franco, Ricardo Catoira, al subsecretario de Hacienda, Juan Sánchez-Cortés y Dávila, en una misiva fechada en Meirás un día antes de la subasta:“Mi querido amigo: Tengo el gusto de comunicarte que hoy por fin ha terminado el plazo para la subasta de la célebre casa que tanto deseaba Su Excelencia. Hoy también se reúne el pleno para adjudicarla a un particular y este venderla a la Señora. Así se lo hemos explicado a Su Excelencia por ser la mejor fórmula ya que de esta forma no se hace una adjudicación directa de bienes que fueron del Estado al propio Caudillo. Los señores están encantados porque han logrado el deseo de poder tener una casa en La Coruña (sic), para que cuando tenga que desplazarse la Señora no haya necesidad de abrir el Pazo de Meirás, que tantas molestias origina por lo grande que es esta Residencia y el número de criados y servidores que necesita (...) Todo esto se debe a la preocupación que has tenido de preocuparte de resolver personalmente el expediente y así se lo hice ver tanto al Caudillo como a la Señora, que están muy agradecidos a tu gestión, por los años que se llevaba para resolverse y no tenía fin”.

El agradecimiento del dictador no tardaría en llegar. Como el resto de miembros de esa red de élites políticas, sociales y económicas que, según relatan Babío y Pérez Lorenzo, fueron tejiendo sus influencias en torno al Pazo de Meirás, Sánchez-Cortés siguió obteniendo dádivas personales gracias a los favores prestados a los Franco. Cinco años después sería nombrado presidente de SEAT, y, posteriormente, procurador en Cortes por designación directa de Franco, quien también le otorgó la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar.

Al día siguiente de la subasta del 2 de agosto de 1962, con los Franco veraneando en Meirás, empezaron las obras de reforma en su nueva vivienda, sufragadas, cómo no, con fondos del Estado. Según Babío y Pérez Lorenzo, no existe constancia documental de que los Franco pagaran ni un euro por la operación a Pedro Barrié, pero recuerdan que el mecanismo habitual por el que se hacían con tierras y casas era ponerlas a su nombre tras pagarlas con fondos del Estado a través de la Casa Civil del Caudillo. “Por el momento no se puede acreditar tal extremo, pero todo apunta a eso”, afirman.

El casco antiguo de A Coruña es hoy una de las zonas inmobiliarias más caras de la ciudad. A cinco minutos andando desde la Casa Cornide vive el fundador y propietario de Inditex, Amancio Ortega. La vivienda similar en venta más cercana es una casa adosada de 250 metros cuadrados en tres plantas que se oferta por millón y medio de euros.

El metro cuadrado en la ciudad vieja coruñesa ronda los 6.000 euros, así que si los herederos de Franco decidieran vender hoy su palacete a precio de mercado, aún sin tener en cuenta su valor artístico e histórico, podrían pedir unos cinco millones de euros.

Aunque probablemente no tenga precio. Como no lo tienen las estatuas de la catedral de Santiago que el dictador también robó al Ayuntamiento de esa ciudad y que los Franco guardan en la Casa Cornide.

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