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Accidente de Angrois Donde dije digo, digo Ana Pastor: el cambio de postura del ex presidente del organismo que investigó el accidente del Alvia

Vicente Rallo, presidente de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios y padre de la secretaria general de Transportes del ministerio de José Luis Ábalos, rectificó su testimonio ante el Congreso para negar que la entonces titular de Fomento se opusiera a profundizar en las causas del accidente.

El expresidente de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), Vicente Rallo, en su comparecencia en el Congreso; y la presidenta de la Cámara baja, Ana Pastor, en un Pleno. E.P.

JUAN OLIVER

El expresidente de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), Vicente Rallo, bajo cuyo mandato se elaboró el informe que exculpó al Estado del accidente del Alvia ocurrido en julio del 2013 en Angrois (Santiago) y que costó 80 vidas y 140 víctimas graves, ofreció el pasado miércoles en la comisión del Congreso de los Diputados que investiga el caso dos versiones opuestas sobre las injerencias políticas que sufrieron los expertos de ese organismo.

Primero, en la sesión de la mañana, Rallo dijo que si los investigadores habían incumplido la recomendación de la Comisión Europea de indagar más en las causas del accidente fue porque la entonces ministra de Fomento y hoy presidenta del Congreso, Ana Pastor, se negó en redondo a que lo hicieran. Y eso que el CIAF es un ente presuntamente y blindado contra las presiones políticas.

Por eso sus acusaciones cayeron como una bomba en el Congreso y en el Ministerio de Fomento, dirigido hoy por el PSOE. Las víctimas del siniestro llevan años denunciando los obstáculos administrativos y políticos del Estado a una investigación verdaderamente independiente que desvele la desidia administrativa que, a su juicio, originó un siniestro por el que han sido encausados varios altos cargos de Renfe y de Fomento.

A las pocas horas de acusar a la ex ministra de haber violentado la independencia del CIAF, y viendo la reacción mediática que había provocado su intervención, Rallo pidió retractarse. Y en una decisión inusual, la presidencia de la Comisión reconstruyó su agenda del día, volvió a llamarlo para la sesión de la tarde y le abrió el micro. Rallo aseguró entonces ante un puñado de estupefactos diputados que quien se había negado a que el CIAF acatara la recomendación de Bruselas para profundizar en las causas del siniestro del Alvia no había sido la ministra, como había indicado por la mañana, sino el pleno del organismo que él mismo presidía, y que de forma genérica y colectiva le habría transmitido que la investigación ya estaba cerrada.

Nunca antes las Cortes habían vivido una situación semejante, con una comisión de investigación modificando su orden del día a toda prisa y sobre la marcha para permitir que un compareciente recompareciera con el único propósito de desdecirse y enmendar una declaración anterior contraria a los intereses de la presidenta del Congreso.

Rallo se explicó y atribuyó su repentino cambio de posición a la necesidad de corregir lo que calificó como un “lapsus” léxico que le hizo confundir la palabra “ministra” con las siglas “CIAF”. Pero las víctimas del accidente creen que la contradicción es la mejor prueba de la connivencia entre el PP y el PSOE en un asunto en el que ambos partidos temen verse salpicados en el reparto de responsabilidades.

El entorno de la ex ministra admite que reaccionó de inmediato ante lo que consideró “una grave mentira” que afectaba a la honorabilidad de Ana Pastor. Y aunque ella niega que interfiera en modo alguno en la decisión de la comisión de investigación de facilitarle las cosas a Rallo para rectificar, reconoce que le hizo llegar la advertencia de que recurriría a la vía penal si no lo hacía, amparándose en que el artículo 502 del Código Penal castiga con penas de hasta un año de cárcel a quien falte a la verdad en una comisión parlamentaria.

“Hicimos una acción de prensa básica y elemental. Hablamos con los medios y les dijimos que lo que había dicho el compareciente era sencillamente mentira. No sabemos cómo le llegó a él, pero lo importante es que le llegó, que se dio cuenta del error y que lo ha desmentido”, afirman las citadas fuentes.

El accidente del Alvia, que se estrelló con 224 pasajeros a bordo cuando circulaba a 190 por hora en una curva con velocidad limitada a 80 en la que no existían mecanismos automáticos de frenado, ocurrió cuando Ana Pastor era ministra de Fomento del segundo Gobierno de Mariano Rajoy al frente del PP. Los trazados y los cuestionados sistemas de seguridad, sin embargo, se habían construido cuando el responsable de ese departamento era José Blanco, segundo de José Luis Rodríguez Zapatero durante los Ejecutivos del PSOE.

“Los dos partidos llevan cinco años tapándose mutuamente las vergüenzas”, afirma una de las víctimas que sobrevivió al siniestro. “Cuando se cuestiona a José Blanco, el PP sale en su auxilio. Y cuando se cuestiona a Ana Pastor, es el PSOE el que acude al rescate”, señala Alexandra Fernández, diputada de En Marea y miembro de la citada Comisión.

Lo cierto es que tanto el PSOE como el PP tardaron años en ponerse de acuerdo para ponerla en marcha. Y llama la atención que el pasado miércoles tardaran apenas dos horas en pactar que Rallo pudiera desdecirse por la tarde de sus acusaciones matinales. Lo hicieron con el apoyo de Ciudadanos y aprovechando la ausencia de los diputados de ERC, Gabriel Rufián, y del PNV, Íñigo Bariandarán. Varias fuentes han confirmado a Público que la propia Ana Pastor llamó a algunos diputados de la Comisión para indicarles que si no se permitía que Rallo volviera a comparecer, ella lo llevaría ante los tribunales.

Pastor sostiene que nunca transmitió indicación alguna sobre el asunto del Alvia al ex presidente del CIAF porque, entre otras cosas, afirma que jamás se reunió con él para tratar sobre el tema. Y su equipo añade que ella ni siquiera era ministra cuando el Gobierno de Rajoy recibió la advertencia de la Comisión Europea que alertaba de que la gestión de la investigación del accidente del Alvia debía repetirse. La anterior, según Bruselas, no había garantizado que el CIAF fuera un organismo verdaderamente independiente y que hubiera actuado sin dependencia jerárquica de las instituciones investigadas. Es decir, entre otras, del Ministerio de Fomento.

Las redes sociales que relacionan a las víctimas del Alvia desde el año 2013 hervían ayer de rumores. Como el que afirma que en el delirante desmentido de Rallo ante la Comisión del Congreso habrían jugado un papel primordial sus relaciones familiares. Porque su hija es María José Rallo, secretaria de Estado de Transportes en el Ministerio de Fomento. Lleva trabajando en él desde 1998 como funcionaria del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, y, como muchos de sus compañeros, ha ocupado altos cargos tanto con el PSOE como con el PP. Con José Blanco fue subsecretaria de Estudios y Proyectos de la Dirección general de Carreteras, y con Ana Pastor, jefa del Gabinete Técnico de la Secretaría General de Transporte. De hecho, el nuevo ministro de Fomento, José Ábalos, acaba de nombrarla secretaria general de Transportes.

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