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El legado de Camilo Torres La guerrilla de los curas españoles

El ELN contó con la militancia de varios sacerdotes españoles. Uno ellos llegó a liderar la guerrilla durante más de 15 años.

Tres guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Víctor de Currea Lugo

Pablo Rodero

Cuando Manuel Pérez, Domingo Laín y José Antonio Jiménez se echaron a los montes del norte de Colombia para unirse a la guerrilla, jamás habían empuñado un arma. Los tres sacerdotes aragoneses habían llegado a Colombia tres años antes como misioneros y habían vivido en uno de los barrios más pobres de Cartagena de Indias. Inspirados por la teología de la liberación, mezclaron proselitismo religioso con agitación revolucionaria hasta el punto de ser deportados del país. Pocos meses después, atraídos por el mito del cura guerrillero Camilo Torres, lograron regresar para unirse al Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El ELN había surgido en 1964, influido por el triunfo de la Revolución Cubana y con una base guerrillera compuesta fundamentalmente por estudiantes urbanos. La entrada de Camilo Torres, un popular sacerdote católico con inclinaciones socialistas, le había revestido de un aura religiosa que atrajo a centenares de nuevos guerrilleros. Corría el año 1969 y el ELN se encontraba inmerso en una profunda crisis tres años después de la muerte en combate del sacerdote Torres. El entonces líder de la organización, Fabio Vásquez, vio en estos tres curas españoles un activo para reconstruir el movimiento.

“Cuando llegaron a la guerrilla, Camilo (Torres) había dejado un vacío y estos sacerdotes también tenían cierto renombre en el país como sacerdotes sociales”, recuerda Medardo Correa, ex combatiente del ELN y compañero de armas de los tres curas. “Fabio (Vásquez) vio en Domingo Laín la figura que podía llenarlo”. Pero a los pocos meses, José Antonio Jiménez murió por un desvanecimiento en plena selva y Domingo Laín, el llamado a sustituir a Camilo Torres, corrió su misma suerte y cayó en combate en 1974.

El ascenso del “cura Pérez”

“Domingo Laín era mucho más extrovertido, mientras que Manuel (Pérez) era mucho más cerrado, más adusto, bastante austero y muy exigente, sobre todo en el comportamiento ético”, explica el ex guerrillero Correa. Esta exigencia ética, fue lo que llevó a Pérez a expresar su desaprobación a ciertos privilegios de sus mandos y acabar ante un tribunal guerrillero que le condenó a morir fusilado.

“Es difícil saber por qué Fabio Vásquez le cogió tanta animadversión a Manuel Pérez, pero le montaron un proceso y lo condenaron a muerte”, cuenta Joe Broderick, autor de una biografía de Pérez, titulada ‘El guerrillero invisible’.

“Después, su pena fue conmutada por la expulsión del país, pero él se negó a irse y a salir de la guerrilla y tuvieron que aceptarlo. De ahí en adelante Fabio Vásquez le admiró porque estaba muy entregado a la causa”, añade Broderick.

"Su pena fue conmutada por la expulsión del país"

La situación cambió radicalmente para Pérez en poco tiempo, y de desterrado pasó a liderar la guerrilla. En 1974 Vásquez, acosado por las fuerzas estatales, marchó a un exilio en Cuba del que nunca regresó. El ELN entró entonces en una fase de reconstrucción en la que el cura Pérez se convirtió en una figura clave. “Viajó por todo el país clandestinamente buscando gente cristiana, seminaristas y curas y monjas”, explica Broderick. “Tuvo tanto que ver con la reconstrucción y reánimo de ese movimiento que cuando tuvieron la asamblea general en el 83 era muy lógico que él fuera elegido como responsable principal”.

Con Pérez al frente, el ELN vivió su época dorada tras una serie de alianzas con otros grupos armados e impulsado por el auge de la industria petrolera en su zona de influencia. “Por esta vía se pudieron adquirir una gran cantidad de finanzas”, declara Carlos Arturo Velandia, otro ex combatiente del ELN y por entonces compañero de Pérez en el Comando Central de la organización. “A fuerza de secuestrar a los gerentes de las empresas multinacionales y cobrar altas sumas por los rescates el ELN pudo meterse en un proceso de crecimiento y de expansión y en sólo tres años decuplicamos las estructuras”, añade Velandia.

Muerte y legado del cura español

En sus más de 15 años al frente del ELN Pérez conoció a su compañera, una monja guerrillera llamada Mónica con la que tuvo una hija. Fue responsable también de episodios oscuros, como el fusilamiento de Ricardo Lara Parada, uno de los fundadores de la organización, o el asesinato del obispo de Arauca Jesús Emilio Jaramillo, por el que fue excomulgado.

Su muerte simbolizó en cierto modo su sacrificio y compromiso extremo con la causa revolucionaria que defendió toda su vida. “Él no entendía que pudiera tener privilegios que no tenía el combatiente normal que se enfermaba”, recuerda Velandia, conocido en sus tiempos en el monte como el médico de la guerrilla.

“Pero la enfermedad de él no era cualquiera. Cuando él se enferma y se toma la decisión de sacarlo ya era demasiado tarde. Tenía una hepatitis C, una tipología muy agresiva que le destruye el hígado”. El cura Pérez murió en un hospital de Cuba en 1998, pero su legado religioso y combatiente, no exento de contradicciones, se mantiene hasta hoy en una guerrilla que puede estar afrontando sus últimos tiempos como organización armada.

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