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Movimiento feminista Las mujeres y las minorías de Brasil protagonizan el carnaval más político de los últimos años

Un sondeo muestra que el 57% de los brasileños cree que durante estas fechas se puede besar a una mujer sin pedir permiso, y el 45% define como "ligeritas" a las mujeres que disfrutan de la fiesta sin un novio al lado.

Una pancarta con una carcatura de la expresidenta Dilma Rousseff, con la frase "Vuelve carño', en la manifestación contra el presidente Michel Temer en Rio de Janeiro durante los carnavales. AFP/Joao Paulo Engelbrecht

Agnese Marra

La purpurina, los confetis, los hombres vestidos de mujer, el pandero y la samba se vieron en cada esquina. Las latas de cerveza tiradas en la calle desde primera hora de la mañana hasta entrada la madrugada como en unos eternos sanfermines, también estuvieron allí. Un Spiderman en la fila del supermercado, un Donald Trump con frutas en la cabeza a lo Carmen Miranda hacía cola para sacar dinero, a su lado un grupo de David Bowies tropicalistas (mezcla del cantante inglés y del Tropicalismo de Caetano Veloso) se abanicaban para aliviar los 32 grados y el 75% de humedad del lunes del Carnaval en la ciudad paulista.

Pero a esa escena, que variando algunos disfraces podría ser la habitual de cualquier carnaval brasileño, se sumaron otras que convirtieron la fiesta de la inversión de los símbolos en la de la reivindicación y la denuncia. Las Mujeres de Rojo se dejaron ver por primera vez en Campinas (São Paulo) con sus pañuelos de color sangre atados en el brazo como Superwomans preparadas para salir volando al lado de una compañera que las necesitase: “Además de nuestros disfraces nos ponemos esta prenda para que cualquier mujer que se encuentre en problemas pueda llamarnos”, cuenta Luiza Navarro, una de las creadoras del grupo.

“Además de nuestros disfraces, nos ponemos esta prenda para que cualquier mujer que se encuentre en problemas pueda llamarnos”, cuenta Luiza Navarro

Cuando Navarro dice “problemas” se refiere al acoso puro y duro. Besos, tocamientos y violaciones completas. El trabajo de las Mujeres de Rojo se une al de una centena de grupos que este año se han agrupado bajo el hashtag #UmaMinaAjudaAOutra (una mujer ayuda a otra) para combatir la idea institucionalizada de que en “carnaval vale todo” en un país donde, según datos del Instituto Data Popular, el 57% de los hombres cree que durante estas fechas se puede besar a una mujer sin pedir permiso, y el 45% define como “ligeritas” a las mujeres que disfrutan de la fiesta sin un novio al lado.

Un amigo advirtió a Inés que no llevara porque falda o vestido porque "era muy probable que le introdujeran el dedo en la vagina"

Inês Machado recuerda la primera vez que fue al carnaval de Olinda (Recife) y un amigo le advirtió que llevara pantalones cortos porque si se ponía una falda o vestido era muy probable que le introdujeran el dedo en la vagina: “Usé shorts todos los días, pero eso no impidió que me intentaran besar en la boca media docena de veces”. Para ese tipo de situaciones están las Mujeres del Pito, grupos de jóvenes que marchan por las calles al ritmo de la música y con un pito en la mano para avisar a sus compañeras de que están siendo acosadas.

Esta campaña comenzó en 2016 en São Luis de Paraitinga (São Paulo), y tras la presión de diversas organizaciones feministas se consiguió que este año una famosa marca de cervezas colaborase repartiendo pitos en diversas ciudades del país.

"Convivimos con un Gobierno en el que las mujeres son despreciadas, no tenemos ninguna representación y sólo se alienta la figura machista de la primera dama"

Los grupos de carnaval de clara tendencia feminista comenzaron a llamar la atención el año pasado, pero en 2017 el número se ha triplicado. Según Débora Thomé, una de las fundadoras de Mujeres Rodadas, el primer grupo de carnaval feminista de Rio de Janeiro, la situación política del país ha sido clave para entender este crecimiento: “Pasamos de tener la primera presidenta mujer de la historia del país a convivir con un Gobierno en el que las mujeres son despreciadas, donde no tenemos ninguna representación y en el que sólo se alienta la figura machista de la primera dama”, cuenta recordando el polémico impeachment contra Dilma Rousseff y las campañas de determinados medios tradicionales donde definían a la esposa del presidente Michel Temer como “una mujer recatada y del hogar”.

A grupos de carnaval feministas como Las Hijas de Ghandy, donde una centena de mujeres percusionistas cantan y bailan en favor de sus derechos, se han unido otros bloques generalistas que han querido colaborar en la lucha contra los prejuicios que se dribla en Brasil casi a diario. Es el caso de la Espectacular Charanga do França, que este año ha decidido dejar de cantar algunas de las músicas clásicas de carnaval por considerarlas racistas y machistas. La marchinha de los años 30 Teu cabelo, não nega, donde por un lado se elogia a una mulata y al mismo tiempo se le dice que su pelo y el color de su piel “no pegan”, ha sido una de las canciones que el músico Thiago França ha decidido no tocar.

Nelson Mota: "¿Alguien concibe una música de carnaval que ofenda a los judíos o que minimice el Holocausto?"

Lo mismo ha sucedido con otras sambas homófobas, machistas y racistas que se escuchan desde comienzos del siglo XX. Algunos grupos decidieron tocar estas músicas pero modificar sus letras para dejar claro la importancia de actualizar el contenido de las canciones. Para otros, estas modificaciones han marcado un carnaval regido por “el fundamentalismo de lo políticamente correcto”, decía el columnista del Estado de São Paulo, Nelson Motta, a lo que la filósofa Djamila Ribeiro respondía: “Las personas creen que modificar las letras es una tontería porque no ven los dolores históricos por los que ha pasado el pueblo negro. ¿Alguien concibe una música de carnaval que ofenda a los judíos o que minimice el Holocausto?”, escribía en su columna de la revista Carta Capital.

La sombra de la censura

Las reivindicaciones de las minorías también tuvieron su espacio en el sambódromo de Sapucaí de Rio de Janeiro. La escuela de samba Emperatriz Leopoldina marchó los 700 metros de recorrido al compás de una samba que denunciaba los ataques medio ambientales en áreas indígenas como el Parque de Xingú, en el Amazonas. Una letra muy politizada para lo que se suele encontrar en las canciones de las escuelas que optan a concurso, que citaba obras polémicas como las hidroeléctrica de Belo Monte (Belo Monstruo decían), que han acabado con recursos básicos con los que sobreviven las tribus de la zona. El último camión de la Emperatriz Leopoldina llevaba a 16 líderes indígenas con el mítico cacique Raoni a la cabeza, quien emocionado al acabar el desfile dijo: “Es la primera vez que los blancos se acuerdan de sus parientes”.

El grupo de grupo de carnaval 'Fora Temer' desfilarán en Cinelandia, en el centro de Río de Janeiro. AFP/Joao Paulo Engelbrecht

El grupo de grupo de carnaval 'Fora Temer' desfilarán en Cinelandia, en el centro de Río de Janeiro. AFP/Joao Paulo Engelbrecht

A principios de enero cuando esta escuela dio a conocer su música diversos sectores del agronegocio pusieron el grito en el cielo. El senador Ronaldo Caiado (DEM) llegó a proponer que se abriera una comisión de investigación en el Senado para buscar posibles irregularidades de la escuela con el fin de no dejarla desfilar.
Lo mismo ha sucedido con el camión que desfiló en Salvador de Bahía en el que el cantante Russo Passapusso de la banda System, con el ritmo nordestino del axé cantó: “Machistas, fascistas no pasarán. Fuera Temer”. Cientos de bahianos repitieron el estribillo por el que esta banda se juega no poder desfilar el próximo año.

El presidente del Consejo Municipal del Carnaval de Salvador de Bahía (Comcar), Pedro Costa, anunció que el grupo sufrirá algún tipo de castigo: “No se puede transformar el carnaval en un escenario político”, dijo a diversos medios. Pero las amenazas de Costa no han evitado que el “Fuera Temer” que se popularizó desde que el presidente asumió el puesto de Rousseff, no se escuchara a la lo largo del país, a través de diversas músicas, pancartas y disfraces. Ya lo decía Chico Buarque en una de sus famosas canciones: “Y quien me ofende, humillando, pisando, pensando que lo voy a tolerar. Estoy esperando a que llegue el Carnaval (…)”.

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