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La comunidad judía en Polonia teme por su seguridad ante el aumento del antisemitismo

Desde mediados de 2015 se producen en el país centroeuropeo cinco o más agresiones xenófobas o racistas diarias

Miembros de la comunidad judía de Cracovia celebran la creación de una nueva torá, el libro sagrado judío, en abril del 2009. AFP PHOTO / JANEK SKARZYNSKI JANEK SKARZYNSKI / AFP

Nacho Temiño/efe

La comunidad judía en Polonia teme por su seguridad a causa del aumento del antisemitismo en este país centroeuropeo, donde antes de la II Guerra Mundial vivían cerca de 3,3 millones de judíos, el 10 % de la población total polaca, cifra que actualmente ha quedado reducida a sólo 10.000 personas.

Ante ese temor, los representantes de la comunidad judía polaca han decidido escribir al político más influyente en Polonia, Jaroslaw Kaczynski, el líder del partido gobernante Ley y Justicia, para pedirle que condene el antisemitismo galopante que hace peligrar su futuro en este país.

"Nos vemos obligados a escribir esta misiva ante la inquietud por nuestra seguridad conforme la situación en el país se hace para nosotros más peligrosa", señalan en la carta el responsable de la comunidad judía en Polonia, Leslaw Piszewski, y en Varsovia, Anna Chipczynska.

Ambos subrayan que "las actitudes antisemitas han aumentado en Polonia en los últimos meses, junto con una radicalización de parte de la sociedad que conlleva actitudes agresivas, de odio y violencia contra nuestra comunidad".

La denuncia no es nueva, ya el pasado enero un estudio presentado por el Centro de Investigación sobre Prejuicios de la Universidad de Varsovia revelaba que el odio hacia los judíos se ha incrementado en los últimos dos años, especialmente entre la juventud, y alertaba del "alarmante" aumento del discurso antisemita en internet.

El antisemitismo crece en Polonia alimentado por la crisis de los refugiados que vive Europa y por la actitud de políticos locales y medios de comunicación, mientras aumenta también el número de agresiones con trasfondo xenófobo, decía el citado estudio.

Ejemplos de esas actitudes de odio, especialmente antisemitas, son frecuentes en Polonia, donde regularmente se producen, por ejemplo, profanaciones de cementerios judíos, con pintadas o destrozos de lápidas, explicó el director de "Nigdy Wiecej", Rafal Pankowski, una organización que desde 1996 lucha contra el racismo y la xenofobia en el país centroeuropeo.

Los datos son "alarmantes", asegura Pankowski, quien subraya que desde mediados de 2015 se producen cinco o más agresiones xenófobas o racistas diarias, mientras que en años anteriores el número de incidentes de ese tipo era de cinco a diez por semana.

La carta dirigida a Kaczynski recuerda que recientemente un parlamentario de Ley y Justicia, Bogdan Rzonca, se preguntaba a través de su cuenta en Twitter "por qué hay tantos judíos que defienden el aborto a pesar del Holocausto".

Otro ejemplo de lo que la comunidad judía considera antisemitismo galopante lo protagonizó una periodista de la televisión pública polaca, quien destacó los antecedentes judíos de un senador a la vez que criticaba sus decisiones como político.

"Nos preocupa nuestra seguridad y nuestro futuro en Polonia, no queremos volver a la misma situación del año 1968", dice la misiva.

A pesar de la escasa presencia de judíos en la Polonia actual, la conciencia colectiva de muchos polacos se sitúa todavía en el escenario previo a la II Guerra Mundial, cuando suponían alrededor del 10 % de la población, unos 3,3 millones. Sólo unos 300.000 sobrevivieron a la guerra y el Holocausto y la mayoría se trasladó tras la contienda a Israel.

En 1968, fecha a la que hace mención la misiva, se produjo el éxodo masivo de aproximadamente 35.000 judíos polacos de los 40.000 que quedaban tras la II Guerra Mundial. El éxodo fue el resultado de la ola de antisemitismo instigado por las autoridades de la Polonia comunista como parte de una campaña que sirvió para desviar la atención pública de la crisis política y económica que vivía el país.

Tras la caída del comunismo, algunos judíos decidieron regresar a Polonia y otros que se habían asimilado a la población local como medida de protección volvieron a recuperar sus tradiciones de manera pública.

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