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Alemania El callejón sin salida de la socialdemocracia alemana

Después de negar categóricamente que apoyaría a la canciller Angela Merkel, Martin Schulz, líder socialdemócrata, ya no descarta la creación de una nueva Gran Coalición con los conservadores

El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, hace declaraciones ante los medios tras asistir a una reunión con la cúpula del SPD, en Berlín, Alemania./EFE

Javier Pérez de la Cruz

A la tercera fue la vencida. Martin Schulz, el expresidente del Parlamento europeo y actual líder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), ha cedido a la presión. No; no; bueno, quizás. Después de dos negaciones (tras las elecciones y tras el fracaso de las negociaciones entre conservadores, liberales y ecologistas para formar el Gobierno bautizado como ‘Jamaica’ debido a los colores de los partidos), ahora Schulz “no se cierra a ninguna opción referida a la formación de un nuevo Gobierno”, según sus propias palabras. El 'no' no era 'no'.

“El SPD ha sido incapaz de inmunizarse contra la presión pública y política”, señala a Público Martin Florack, profesor de ciencias políticas de la Universidad Duisburg-Essen. “Desde que se rompieron las negociaciones para la coalición Jamaica, todas las circunstancias han cambiado. Había tanta presión que el SPD no tenía ninguna otra opción, pues le falta una estrategia a largo plazo”.

El pasado jueves Schulz acudió al palacio de Bellevue a una reunión que el presidente Frank-Walter Steinmeier (político del SPD, por cierto) había convocado entre el líder socialdemócrata, Angela Merkel y el mandatario de los conservadores bávaros, Horst Seehofer. El objetivo era acercar posiciones para facilitar la formación de Gobierno, esto es, la Gran Coalición. En la reunión, según el diario sensacionalista Bild, el más leído en Alemania, se había dado “luz verde” a las negociaciones formales. Schulz lo desmintió posteriormente, pero la posibilidad de una coalición entre conservadores y socialdemócratas ganó aún más fuerza tras el encuentro.

Verdi, el segundo sindicato más importante del país, ha pedido al SPD que ceda y comience a negociar con Merkel

La presión al SDP procede de varios sectores. La amenaza a que los mercados entren en pánico siempre está presente, aunque por el momento, debido a su tradicional estabilidad, no se ha vivido ninguna alteración de importancia. De hecho, el mundo empresarial ha permanecido más bien silencioso ante el momento de bloqueo político que vive Alemania. Aun así, Verdi, el segundo sindicato más importante del país, sí ha pedido al SPD que ceda y comience a negociar con Merkel.

Tras la pérdida de votos en los últimos comicios, Angela Merkel también presiona para reeditar una coalición similar a la que ya lideró entre 2013 y 2017 y, anteriormente, entre 2005 y 2009. Y eso a pesar de que dentro de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), existen voces que exigen un giro más conservador, especialmente por el crecimiento de la extrema derecha del partido Alternativa para Alemania (AfD). Más allá de la opinión favorable a un Gobierno en minoría expresada por el Consejo Económico del partido, Merkel ha conseguido, por el momento, apagar cualquier conato de revuelta interna y centrar el foco en una posible nueva Gran Coalición.

La canciller alemana en funciones Angela Merkel a su llegada a la rueda de prensa que ha ofrecido tras la reunión de su partido, la CDU, en Berlin. REUTERS/Hannibal Hanschke

La canciller alemana en funciones Angela Merkel a su llegada a la rueda de prensa que ha ofrecido tras la reunión de su partido, la CDU, en Berlin. REUTERS/Hannibal Hanschke

Malas perspectivas en ambos sentidos

En la casa socialdemócrata tampoco ha escaseado la presión. El mismo día que se rompieron las negociaciones para la coalición ‘Jamaica’ ya hubo voces dentro del SPD que animaban a evitar el doloroso trago que supondría ir a nuevas elecciones. Abogaban, por tanto, por tomar la mano que les tendía Merkel. “El SPD, en realidad, no necesitó presión de otros partidos para desmoronarse”, añade Florack. “Ellos mismos tiene un problema de estrategia, de personal y de falta de poder a nivel general. El SPD no tiene nada más que ofrecer que la Gran Coalición”, señala el politólogo.

Ni polémicas como la surgida esta misma semana a cuenta de la extensión de la utilización del glifosato parecen detener el lento pero imparable camino hacia el entendimiento entre conservadores y socialdemócratas. El ministro de Agricultura en funciones (de la CDU) votó a favor en la Comisión Europea, con el consiguiente enfado de la ministra de Medio Ambiente (del SPD). Los socialdemócratas pusieron el grito en el cielo y pidieron la dimisión del titular de Agricultura; Merkel le abroncó públicamente y negó haberle dado permiso para apoyar el polémico pesticida de Monsanto. Pero ahí se quedó asunto.

El líder de las juventudes socialdemócratas pedía a Martin Schulz “recordar los actuales acuerdos del SPD de no ir a ninguna Gran Coalición”

Las bases del partido se sirven de este y otros episodios para justificar su escepticismo respecto un nuevo Gobierno con Merkel. El líder de las juventudes socialdemócratas, Kevin Kühnert, pedía recientemente a Martin Schulz “recordar los actuales acuerdos del SPD, es decir, que el SPD no irá a ninguna Gran Coalición”.

Muchos socialdemócratas temen que esa mano tendida por Merkel acabe estrangulándoles, como ha ocurrido siempre que se han aliado. Tras la última legislatura, los socialdemócratas obtuvieron el pasado mes de septiembre un magro 20,5% de los votos, su peor resultado desde la Segunda Guerra Mundial.

Aparte de la Gran Coalición o nuevas elecciones, al SPD le queda la opción de “tolerar” un Gobierno en minoría de Merkel, como ya ha insinuado la líder del grupo socialdemócrata en el Bundestag, Andrea Nahles. Esta medida, no obstante, no serviría para distanciarse notablemente de la CDU, por lo que la búsqueda de alternativas, al menos a la hora de formar el relato entre los votantes, continúa. Algunos sectores dentro del partido, por ejemplo, proponen que solo se pacte con Merkel en caso de que los Verdes también se sumen.

El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, hace declaraciones ante los medios tras asistir a una reunión con la cúpula del SPD, en Berlín, Alemania./EFE

El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, hace declaraciones ante los medios tras asistir a una reunión con la cúpula del SPD, en Berlín, Alemania./EFE

El futuro del partido, en juego

En cambio, las bases anhelan un retorno del SPD a su papel de principal fuerza de la oposición para restablecer las diferencias políticas e ideológicas con los conservadores y recobrar la legitimidad perdida. Sin embargo, el espacio socialdemócrata es cada vez más estrecho. Con el Parlamento más plural de las últimas décadas, en el que están representados la extrema derecha (AfD), los ultraliberales (FDP), los ecologistas (Verdes), la Izquierda (Die Linke) y los conservadores (CDU-CSU), la formación de Martin Schulz lo tiene muy difícil para encontrar una causa por la que hacer bandera de forma exclusiva.

Ante este callejón sin salida, los socialdemócratas tratan de ganar algo de tiempo para reconsiderar su posición, a pesar de que a Merkel le urge formar gobierno lo antes posibles. Y es que en los calendarios de los miembros del SPD hay otra fecha marcada en rojo. Entre el 7 y el 9 de diciembre se celebra el congreso federal, donde se tiene que elegir la nueva dirección del partido. En la prensa alemana no falta especulación sobre que Schulz tenga que apartarse para dejar hueco a otros pesos pesados socialdemócratas como Olaf Scholz, alcalde de Hamburgo, o la exministra Manuela Schwesig.

Dependiendo de lo que ocurra entonces, el SPD puede tomar un rumbo que le acerque más o le aleje definitivamente de Merkel. Pero lo único que está claro es que los militantes tendrán la última palabra, según ha prometido Schulz, y como ya hicieron en 2013. Entonces, aunque se mostraban reticentes, acabaron respaldando a la dirección del partido. Esta vez puede ser diferente.

“Es muy difícil predecir qué dirán las bases -apunta el politólogo Martin Florack- Pero no estoy muy seguro de que esta vez los dirigentes puedan convencerles. A diferencia de 2013, esta vez no es solo sobre si se acepta o no una Gran Coalición, sino que tiene que ver también con quién posee el poder. Esta vez la cuestión principal es el futuro del partido, y ahora el futuro del partido está mucho más en juego de lo que lo estaba hace cuatro años”.

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