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Palestina ocupada La ocupación militar estrangula el desarrollo de Belén, destino 'turístico' desde el siglo IV

La restricción de movimientos que sufren los palestinos y las limitaciones que ponen las autoridades israelíes al desarrollo del turismo en Palestina afectan especialmente en Navidades a la población natal de Cristo, rodeada en gran parte por un muro construido por Israel, así como por numerosos asentamientos judíos que constriñen cada vez más la ciudad.

Un manifestante palestino vestido de Papá Noel protesta ante tropas israelíes en el muro que rodea la ciudad de Belén, ayer sábado 23 de diciembre. REUTERS/Ammar Awad

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Desde el siglo IV existe documentación de peregrinos que llegaban a Belén desde todo el orbe cristiano. Visitaban primero la Tumba de Raquel, que está cerca de Belén en el camino que llega desde Jerusalén, una tumba que siempre han venerado las tres religiones monoteístas, y que ahora está ocupada por el Ejército israelí y fuertemente vigilada.

“Los peregrinos siguieron viniendo en todas las épocas”, explica el historiador belenita Khalil Shokeh. “En la edad moderna se llevaban con ellos imágenes románticas, no en vano el siglo XIX fue la época de los románticos y los orientalistas. Sabemos que en 1845 hubo alrededor de 5.000 peregrinos que llegaron a Belén”.

Hoy día la vida cotidiana y la vida de los peregrinos y turistas están marcadas por la ocupación. Belén está rodeada en gran parte por un muro que Israel ha construido, así como por numerosos asentamientos de colonos judíos que constriñen cada vez más la ciudad en la que según la tradición cristiana nació Jesús.

“A pesar de la ocupación y de los inconvenientes que causa a la población, Belén quiere enviar al mundo un mensaje de esperanza, y particularmente quiere enviar a los palestinos un mensaje de esperanza”, recalca Anton Salman, alcalde de Belén. “Durante la Navidad de este año esperamos a 30.000 peregrinos”.

Un gran número de parroquianos no pueden acceder a sus tierras porque se lo impide el muro construido por Israel.

La ocupación marca la vida cotidiana de los palestinos de Belén y sus alrededores. El padre Hanna Massad, nacido en Belén y párroco católico de Beit Yala, una localidad cristiana pegada a Belén, recuerda en estas fechas que un gran número de parroquianos de Beit Yala no pueden acceder a sus tierras porque se lo impide el muro construido por Israel.

“Jesús nació en Belén y murió en Jerusalén, de manera que las dos ciudades forman una unidad espiritual”, dice el padre Massad. “Trasladar la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén, como pretende el presidente Trump, es hacer un nuevo agravio a la ley internacional. Sería mejor para todos dejar las cosas como están, es decir con la embajada en Tel Aviv”.

“Otra cuestión que nos preocupa como palestinos es que no se nos permite entrar libremente en Jerusalén, algo que debería cambiar, para que todos pudieran visitar los santos lugares de Jerusalén. Ser cristiano significa ante todo ayudar a los demás y trabajar para que haya justicia en el mundo”, dice el padre Massad en alusión a Donald Trump.

Israel está separando Belén de Jerusalén mediante varias colonias judías, que va a conectar con otro gran asentamiento

Israel está separando Belén de Jerusalén mediante varias colonias judías. La distancia entre las dos ciudades es de apenas 5 kilómetros, pero entre ellas se interponen algunas colonias como Har Homa, establecida por el actual primer ministro Benjamín Netanyahu en los años noventa, durante su primer mandato.

Muy cerca de Har Homa está Guivat Hamatos, un gran descampado donde Israel pretende construir otra gran colonia. “Las dos colonias se acabarán uniendo”, dice el dirigente palestino Nabil Shaaz. Actualmente, en Guivat Hamatos viven solo algunos colonos que se han establecido por su cuenta, pero con el visto bueno del Gobierno, en casas prefabricadas.

“Palestina es una tierra rica en herencia cultural, religiosa y arqueológica, que ofrece numerosas oportunidades para el desarrollo del turismo. Fue uno de los primeros destinos turísticos de la historia, y hoy el sector turístico es una parte estratégica del desarrollo palestino”, subraya el alcalde Salman.

9.000 guías turísticos israelíes pueden entrar en Belén, pero sólo 42 guías palestinos están autorizados para entrar en Jerusalén

No obstante, las restricciones que impone Israel son enormes. Es algo que ocurre en todas las esferas de la vida y también en el turismo. Por ejemplo, Israel cuenta con 9.000 guías turísticos que pueden entrar en Belén mientras que los israelíes solamente han autorizado a 42 guías turísticos palestinos que puedan entrar en Jerusalén.

Las consecuencias de esta medida son muy graves para Palestina, porque los guías israelíes que acompañan a los turistas cristianos europeos visitan solamente la Basílica de la Natividad de Belén y acto seguido regresan a Jerusalén. Se trata de un turismo que no contribuye al desarrollo del sector en las poblaciones palestinas.

Los vehículos palestinos no disponen de permiso para entrar en Jerusalén Este –un sector de la ciudad que Israel se anexionó en 1980– y por supuesto tampoco están autorizados a entrar en el resto de Israel. Hay incluso lugares turísticos en los territorios árabe ocupados por el Ejército israelí que los guías palestinos no están autorizados a pisar.

En cambio, Israel se aprovecha de la prohibición que pesa sobre los palestinos para desarrollar sus lugares turísticos con el objetivo de enviar allí a sus propios guías israelíes. De esta manera, Israel explota numerosos lugares turísticos situados en la Cisjordania ocupada.

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