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El descontento gana las elecciones en Italia

El Movimiento 5 Estrellas y la Liga apartan a los partidos tradicionales abriendo paso a la política postideológica en Italia.

El candidato del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio. - EFE

La nueva política se impone definitivamente al establishment y se consolida como la gran ganadora de las elecciones generales en Italia. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio y la Liga de Matteo Salvini desplazan, respectivamente, al Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi y a Forza Italia (FI) del magnate Silvio Berlusconi. Dos líderes sin pasado de Gobierno han conseguido quemar a dos ex primeros ministros. No obstante, ninguno de los cuatro partidos principales, por el momento, tiene posibilidades aritméticas inmediatas ni de formar una mayoría parlamentaria, ni de crear un Gobierno. Así pues, desde esta madrugada, en Italia se sospecha ya la posibilidad de algún inciucio que, en dialecto romano, hace referencia a los acuerdos discretos que algunas formaciones harán para vender su alma (política, por el momento) con tal de conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para no volver a las elecciones en menos de un año. El ganador individual es el Movimiento 5 Estrellas, el ganador colectivo es la coalición de derecha y el PD es el único gran perdedor.

Matteo Salvini, secretario federal de la Liga. - EFE

Matteo Salvini, secretario federal de la Liga. - EFE

En unas elecciones con una afluencia estable, en torno al 73%, el ganador absoluto –y a la vez relativo– ha sido el Movimiento 5 Estrellas, la formación política fundada por el cómico Beppe Grillo y regentada por el joven Luigi Di Maio, que ha conseguido el 32,2% de los votos, un 7% más que en las pasadas elecciones. Le sigue muy por detrás un Partido Democrático en caída libre, con un 18,9% de los consensos, un 10% menos respecto al 2013 y un 20% menos en comparación a las últimas europeas de 2014. En tercer lugar, pero en el primero de su coalición, se encuentra la Liga, antes Liga Norte, que alcanza el 17,7% de los apoyos, superando así a su aliado Forza Italia (FI), creado hace más de 20 años por un Silvio Berlusconi hoy en declive político. En los comicios de ayer FI ha logrado aunar tan sólo el 14% de los votos, la mitad que hace 5 años. La nueva Ley Electoral italiana, conocida como Rosatellum Bis, premia a las coaliciones que logran el 40% de los votos, de modo que los resultados grupales quedarían así: derecha, 37,25% de los votos; Movimiento 5 Estrellas, 32,36%; e izquierda, 22,94%. Nadie es el ganador definitivo. Por zonas geográficas, la derecha ha triunfado en el norte y en el centro del país, el Movimiento 5 Estrellas en el Sur y la izquierda ha diezmado su presencia en Emilia Romaña, la región de Bolonia históricamente "roja".

El Movimiento 5 Estrellas ha sido felicitado por todos por su victoria, pero no tiene posibilidades de gobernar si no decide aliarse con nadie. De hecho, aun con una nueva Ley Electoral que promueve las coaliciones, los grillinos corrieron en solitario. La única posibilidad que tienen de gobernar es hacer acuerdos con el PD o con la Liga. Con el primero es difícil dado su recurrente discurso anti establishment, no obstante planteamientos comunes en materia de regeneración política. Con el segundo, más afín en términos de control migratorio, podría haber una suerte de colaboración euroescéptica para hacer frente a la Alemania de Merkel. Pero la Liga de Salvini se ve demasiado victoriosa y cómoda, lógicamente, en su propio bando, tras haber cuadruplicado su resultado en cinco años. El M5E se encuentra en la encrucijada, dado que quedará como una incógnita el sentido y la funcionalidad de un partido que no estará dispuesto a pactar nunca, convirtiéndose, a largo plazo, y no obstante la victoria, en un gran partido recogedor de voto inútil.

Un activista con una careta de Silvio Berlusconi. - REUTERS

Un activista con una careta de Silvio Berlusconi. - REUTERS

La derecha, según las nuevas reglas electorales, tiene la prioridad a la hora de intentar formar un Gobierno, siempre que así lo quiera el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella. El problema, un clásico en Italia, es que no tiene los números para hacerlo. ¿Por qué la Liga es entonces la gran ganadora? Porque en esta coalición ganadora, el magnate y ex primer ministro Silvio Berlusconi se presentaba, según sus palabras, como el gran "garante" de la estabilidad italiana y el "moderado" de referencia ante los ojos de la Unión Europea. Mientras tanto, en campaña electoral seguía tratando a Matteo Salvini como el gran y eterno segundón, para el cual ya tenía previsto incluso un puesto como "ministro del Interior", en palabras del propio Berlusconi. Todo ello, mientras el líder leguista defendía su ascenso al Palazzo Chigi con los carteles "Salvini Premier", cuyo diseño y tipografía se inspiran directamente en el "Make America Great Again" de la campaña presidencial del Donald Trump. Sin embargo, el resultado ha dejado completamente fuera de juego a Silvio Berlusconi. Así pues, de haber un futuro Gobierno de coalición de centro-derecha, dada la posición de dominio de la Liga Norte sobre Forza Italia, Matteo Salvini, tal como defendía en su eslogan, podría perfilarse como el primer ministro de un país fundador de la Unión Europea.

El líder del PD, Matteo Renzi. - REUTERS

El líder del PD, Matteo Renzi. - REUTERS

De ser el partido socialista más prometedor de Europa, a ser uno de los últimos. La foto de esta mañana de la sede del PD, cerca de la Fontana de Trevi en Roma, era deprimente. La gran derrota de estas elecciones, indudablemente. Un resultado provocado, en esencia, por el personalismo de Matteo Renzi en el seno de su Partido Democrático (PD) desarrollado en los últimos 4 años. Los socialistas italianos, al contrario de los españoles, no tienen una historia hegemónica y el carácter de Renzi, en la calle, se suele definir, en tono jocoso, como un "Berlusconi" de una "falsa izquierda". La realidad, por otro lado, es que Renzi no sabe perder. De hecho, en esta campaña electoral resultó inexplicable por qué Renzi no se presentó él mismo, líder de su partido, como candidato en las elecciones. Sin embargo, previendo una gran derrota, ha propuesto como futuro premier al presidente del Gobierno saliente, Paolo Gentiloni. Si el PD ganaba, era por Renzi. Si perdía, no. Su unilateralismo incondicional ha provocado incluso el desangramiento del propio PD, cuyos fugitivos han fundado el partido Libres e Iguales que ayer logró un 3% de los votos. Así pues, ya no sólo el PD, sino toda la izquierda necesita reflexionar. Las buenas intenciones reformistas de Matteo Renzi, de haber sido más inclusivas en los tonos y en las formas, podría haber evitado el declive de una de las izquierdas más importantes de la Unión Europea. Hoy solamente puede rascar una coalición con el Movimiento 5 Estrellas.

Italia se juega mucho más que un futuro Gobierno, ese siempre se logrará. Se juega su futuro como "estabilizador" o "agitador" de la Unión Europea. En plena era de la globalización, un 50% de los italianos ha votado ya en términos postideológicos. Es decir, hablar de izquierda o derecha deja ya de tener sentido. Mientras el PD y Berlusconi se hunden, el Movimiento 5 Estrellas recoge el descontento de un tercio de los italianos y la Liga le ha arrebatado el discurso social a la izquierda. Italia, como de costumbre, se muestra de nuevo como laboratorio político del Viejo Continente. Y fraccionar se consolida, nuevamente, como herramienta de victoria. Ya se decía en la Antigua Roma: Divide et impera. Visto desde Roma, dos mil años no son nada.

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