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Lecciones del último conflicto armado entre Israel y Hamás

El conflicto armado de esta semana entre Israel y Hamás ha sido breve y parece que no se va a reanudar en un futuro próximo. El intenso intercambio de bombas y cohetes ha dejado sobre el tablero unas cuantas lecciones, algunas inesperadas.

Un miembro de las fuerzas de seguridad palestinas de Hamas camina frente a las ruinas de un edificio tras un ataque aéreo israelí. / REUTERS - MOHAMMED SALEM

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Después de la vuelta a la calma, tras la extrema violencia del jueves, Israel y Hamás seguirán afilando los cuchillos para la próxima confrontación a gran escala, algo que por el momento no va a ocurrir porque ni Israel ni Hamás tienen interés en que se repita la catástrofe de 2014, la última vez que Israel invadió la Franja, y se muestran partidarios de lograr un acuerdo diplomático en El Cairo.

La primera lección que se saca del enfrentamiento es que el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, del que tanto ha presumido Israel, no es tan efectivo como se había dicho hasta ahora. Las milicias palestinas dispararon alrededor de 200 cohetes y granadas de mortero contra Israel en menos de 24 horas, de los que solo una treintena fueron interceptados, según dijo el ejército.

No es que los cohetes y las granadas de mortero cayeran en terreno baldío, como se dijo en otras ocasiones anteriores, sino que decenas de ellas impactaron en localidades limítrofes con la Franja, especialmente en Sderot. En Sderot, los cohetes impactaron en edificios y en coches causando una decena de heridos, en su mayoría leves, y decenas de personas tuvieron que ser atendidas por crisis nerviosas durante la larga noche del miércoles al jueves.

Expertos israelíes citados este viernes por la prensa hebrea, coinciden en que la Cúpula de Hierro no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ella, especialmente después de haberla elevado a los cielos los jefes militares en el pasado. Un experto la califica de manera sencilla del “mayor fraude de la región”.

Un experto indicó que buena parte de los misiles antimisiles disparados por la Cúpula de Hierro se sintieron explotar sobre el cielo de Sderot, la localidad más castigada por los cohetes palestinos, pero muchas de esas explosiones eran de los misiles interceptando a otros misiles de la Cúpula de Hierro y no interceptando a los cohetes y granadas de mortero disparadas desde la Franja de Gaza.

Motti Schifer, un experto en aeronáutica y temas aeroespaciales, manifestó que este fracaso traerá consigo cuantiosas pérdidas en la venta del sistema a otros países de la zona que habían mostrado su interés en adquirirlo, ventas de las que se había hablado que alcanzarían miles de millones de dólares.

Las inversiones realizadas están ahora en entredicho

De hecho, la industria militar israelí se frotaba las manos porque también pensaba vender Cúpula de Hierro más allá de Oriente Próximo, a países de todo el mundo. Las inversiones realizadas hasta el momento, de miles de millones de dólares, están ahora en entredicho. Se recuerda que una única batería de estos misiles cuesta aproximadamente 50 millones de dólares, mientras que los cohetes y granadas de mortero que disparan los milicianos palestinos apenas cuestan una fracción casi insignificante de esa cantidad.

Otra consecuencia de la crisis es el debilitamiento de un ministro clave. La reunión del jueves del gabinete de seguridad restringido presidido por Benjamín Netanyahu fue tensa, según el veterano periodista Ben Caspit, analista del diario Maariv. El titular de Defensa, Avigdor Lieberman, fue el único en pedir una intervención militar a gran escala en la Franja. Netanyahu se opuso y el jefe del estado mayor, el general Gadi Eisenkot, en oposición a su jefe, dijo que el ejército “no recomendaba” una intervención a gran escala.

Lieberman se encontró aislado en un gabinete poco dado a las aventuras en este momento específico. El ministro de Defensa, que accedió a su cargo después de pedir mano dura contra Hamás con insistencia, ve que Netanyahu no está por la labor y es él, Lieberman, quien sale más perjudicado en la actual coyuntura, cuando existe una posibilidad clara de que en otoño se convoquen elecciones.

Israel ha perdido una parte considerable de su capacidad de disuasión

Con la crisis también ha quedado en evidencia que Israel ha perdido una parte considerable de su capacidad de disuasión. Lo han reconocido importantes políticos locales y también jefes militares. Los milicianos dispararon 200 cohetes en menos de una jornada y los ataques de la aviación israelí contra más de 150 objetivos no consiguieron detener la lluvia de proyectiles.

Es más, Israel no logró quebrar la política de “una bomba por una bomba” que recientemente definió Hamás. Se trata de una ley del talión clásica que dice que a cada ataque israelí contra la Franja de Gaza se le responderá con un ataque desde Gaza.

El desencadenante de última ronda de violencia fue la muerte de dos milicianos de Hamás abatidos el lunes al norte de Gaza. Israel dijo que los milicianos dispararon contra sus soldados pero Hamás lo negó. Según la organización islamista, los dos milicianos participaban en un ejercicio militar cuando fueron abatidos por los soldados. Hamás prometió que aplicaría la ley del talión. 

Una última lección es que la violencia, por extrema que haya sido, puesto que ha sido la más extrema desde la guerra de 2014 en la Franja de Gaza, no ha detenido los contactos diplomáticos indirectos entre Israel y Hamás que se llevan a cabo en El Cairo. Todo indica que las dos partes seguirán negociando como hasta ahora, con la mediación de Egipto y de la ONU, una tregua de larga duración a cambio de un alivio del bloqueo de la Franja.

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