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Medio ambiente Suiza potenciará el desarrollo de la bicicleta al incorporarla en su Constitución

Los suizos votaron en un referéndum esta iniciativa, respaldada por prácticamente todos los partidos políticos y asociaciones activas en la defensa del medioambiente.

Los suizos incorporan la bicicleta en su Constitución.

EFE

Los electores suizos votaron este domingo masivamente a favor de incorporar la bicicleta a su Constitución, con el objetivo de que su desarrollo sea igual de importante que el de las vías y los senderos pedestres.

Esta modificación constitucional fue aprobada con un 72% de votos en un referéndum sobre una iniciativa que era respaldada por prácticamente todos los partidos políticos y asociaciones activas en la defensa del medioambiente.

Según sus patrocinadores, la mejora de la red de pistas para bicicletas contribuirá a la seguridad de los ciclistas y a aligerar el tráfico, además de tener efectos positivos sobre la salud, el medio ambiente y el turismo.

En función de esta decisión, el Gobierno suizo podrá desarrollar estándares nacionales y suministrar geodatos para mapas y aplicaciones móviles.

En tanto, la planificación, construcción y mantenimiento de las pistas para bicicleta continuará siendo responsabilidad de las autoridades locales.

En cambio, los suizos rechazaron de manera clara sendas iniciativas relacionadas con la agricultura y la alimentación.

La primera, que buscaba favorecer el comercio de alimentos producidos localmente y de temporada, así como alentar condiciones de trabajo justas y reducir el desperdicio de alimentos, fue rechazada por un 63% de votantes.

Una segunda iniciativa titulada "Por la soberanía alimentaria" recibió un 70 % de votos en contra.

Su propósito era obligar al Gobierno a adoptar una política agrícola favorable a una producción sostenible, ecológica y social, lo que hubiese requerido de una importante intervención estatal para restringir la importación de alimentos a través de aranceles, cuotas o prohibiendo la entrada de ciertos productos, incluidos los genéticamente modificados.

Los opositores a tales políticas hicieron valer que la idea -prevista en el texto- de establecer precios justos y una producción regulada por el Estado iba contra la economía de mercado, y que el coste terminaría siendo pagado por los consumidores y los contribuyentes, ya que el Estado hubiese tenido que aprobar nuevas subvenciones para el sector agrícola.

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