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La mayoría de los rescatados por el Aquarius son libios que huyen de la violencia

Francia rechaza que el barco humanitario, con 58 personas a bordo, atraque en el puerto de Marsella.

Imagen de archivo que muestra al buque humanitario de las ONG SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras (MSF) Aquarius. - EFE

Agencias

La mayor parte de las personas rescatadas en las últimas horas por el barco humanitario Aquarius son ciudadanos libios que huyen de los cruentos combates entre milicias que se libran en Trípoli, los más sangrientos librados desde el inicio de la guerra civil en 2014.

Así lo confirmó este lunes Aloys Vimard, portavoz en el buque de la ONG Médicos Sin Fronteras, una de las dos organizaciones humanitarias, junto a SOS Méditerranée, que gestionan el único barco de rescate independiente que trabaja en el Mediterráneo central, la ruta migratoria más mortífera del planeta.

"Un total de 37 de las 58 personas que tenemos rescatadas son libios, familias que huyen. Estamos impresionados, es la primera vez que el número de libios es mayor que el de otras nacionalidades", afirmó en na conversación telefónica. Vimard subrayó que han contactado ya a las autoridades de Malta e Italia para buscar un puerto seguro para el desembarque, pero que hasta el momento no han recibido noticia positiva alguna.

Asimismo, SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras solicitaron de forma excepcional al Gobierno francés que les permitiera atracar en el puerto de Marsella. Este martes, París ha reiterado su rechazo a la petición. "El puerto seguro más cercano, ya que hay una urgencia humanitaria, no es Marsella, todo el mundo lo sabe", ha justificado, Benjamin Griveaux, portavoz gubernamental, en la emisora Europe 1.

Más de un centenar de personas han muerto y más de medio millar han resultado heridas, en su mayoría civiles, en los combates que desde el pasado 27 de agosto libran milicias contrarias y favorables al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) sostenido por la ONU en Trípoli. Los enfrentamientos se recrudecieron a lo largo de este fin de semana pese al acuerdo de alto el fuego gestado por la ONU el pasado 5 de septiembre, y en ellos también participan diversas milicias procedentes de las ciudades-estado vecinas de Misrata y Zintán.

Expertos internacionales y analistas locales coinciden en que su longitud y virulencia confirman que el GNA es incapaz de controlar a las milicias que se reparten la capital y la costa norte del país, y que, al contrario de lo que Europa proclama, Libia no es un puerto seguro.

Al hilo de este argumento, Vimard denunció que los obstáculos políticos, económicos y legales al trabajo de las ONG en el Mediterráneo se han multiplicado en los últimos meses pese a que las cifras demuestran que las víctimas mortales son mayores que en los años precedentes. "Las ONG estamos sorprendidas ante esto. Los guardacostas libios no están preparados, no tienen capacidad para hacer este trabajo, como lo demuestra lo que sucedió ayer", explicó el cooperante.

Según Vimard, las autoridades italianas y libias evitaron en todo el momento el contacto con el Aquarius, que era el barco más próximo al bote y mejor equipado, y solo lo contactaron cuando este comenzaba a hundirse sin remedio. El Aquarius rescató finalmente a 47 personas, entre ellas a 17 menores y una mujer embarazada, pero teme que otros desaparecieran en el mar.

Las costas que se extienden entre Trípoli y la frontera con Túnez se han convertido en los últimos años en el bastión de las mafias que trafican con seres humanos, pese a la presencia de patrulleras europeas. Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones, vinculada a la ONU, 171.635 migrantes lograron cruzar a Europa en 2017, mientras que 3.116 desaparecieron en el mar.

Desde el inicio de 2018, cerca de 22.000 han arribado a través de la "ruta central del Mediterráneo", que parte de las costas de Libia y Túnez rumbo a Italia y Malta, y más de 1.200 han muerto en el intento. En los últimos meses, los barcos independientes se han visto obligados a retirarse de la llamada "ruta central del Mediterráneo", acosados por los servicios de guardacostas libios y las presiones de la Unión Europea y el Gobierno italiano.

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