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¿Qué consecuencias pueden tener para Trump las elecciones legislativas de EEUU?

¿Por qué estos comicios son tan importantes? ¿Qué juega a favor y en contra de los demócratas? ¿Y de los republicanos?

El presidente de EEUU, Donald Trump, durante un mitin en Fort Wayne, Indiana. - AFP

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Estados Unidos vuelve a las urnas este 6 de noviembre para unas elecciones de mitad de mandato o 'midterm' que llegan con una expectación inusitada. La primera gran votación desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca revelará la capacidad de reacción de un Partido Demócrata desnortado desde hace años.

¿Qué se vota este martes?

Se votará por todo el país para elegir a los 435 integrantes de la Cámara de Representantes y a 35 de los 100 escaños del Senado. A día de hoy, ambas cámaras están bajo control del Partido Republicano. Además, también se elige a 36 gobernadores.

¿Por qué son tan importantes estas elecciones?

Las elecciones de este martes son muchas cosas a la vez, pero una por encima de todas: un referéndum sobre Donald Trump. No puede ser de otra manera después de dos años de estrés social que aspiran a encontrar en estas elecciones una válvula de escape. Un referéndum incompleto, dado que no todos los estados votan lo mismo, pero el resultado permitirá concluir el estado de ánimo de una nación encolerizada por un presidente que hace tan solo unos días anunciaba desde la Casa Blanca la creación de campos de concentración en la frontera sur del país, informa Carlos Pérez Cruz desde Washington DC.

Actualmente, los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras, por lo que el gobierno de Trump respira con cierta tranquilidad. Las elecciones legislativas tienen carácter bienal, por lo que otra victoria republicana allanaría el camino hasta 2020, lo que supondría aprobar gran parte de la agenda del presidente y afianzar su poder electoral. 

Una seguidora de Stacey Abrams escucha a la candidata demócrata a gobernadora por Georgia. - REUTERS

Una seguidora de Stacey Abrams escucha a la candidata demócrata a gobernadora por Georgia. - REUTERS

Sin embargo, un cambio en las tornas —los demócratas necesitarían crecer 25 escaños—daría el control al partido que en ocasiones ha dejado caer la posibilidad de un impeachment. Esta medida necesita de una mayoría muy amplia, por lo que recuperar la mayoría simple en las cámaras sería el primer paso para los demócratas si finalmente se deciden. A estas alturas pocos ven probable que el Partido Demócrata se lance a una aventura de horizonte incierto y que, en el mejor de los casos, auparía a Mike Pence a la Presidencia.

¿Qué dicen las encuestas?

La victoria de Trump hace dos años redibujó un escenario político donde ya pocos se atreven a dar nada por sentado. Los viejos parámetros no siempre sirven y un ejemplo de ello podrían ser las elecciones legislativas, que el presidente ha intentado llevar a su terreno para llamar a la movilización y consolidar su actual poder. El escenario más probable con que trabajan los analistas es que la mayoría de los 435 escaños de la Cámara de Representantes caigan en manos de demócratas, lo que daría a estos margen de actuación para promover iniciativas legislativas y poner coto al magnate.

En el Senado, sin embargo, el Partido Demócrata lo tiene más complicado. De los 33 escaños en juego, 25 están en la actualidad en manos demócratas y diez de ellos corresponden a estados en los que el actual presidente se impuso en las elecciones de 2016, mientras que por parte republicana solo uno se dirime en un territorio donde venció la exsecretaria de Estado Hillary Clinton.

Seguidores de Trump en un acto de campaña en Cleveland, Ohio. - REUTERS

Seguidores de Trump en un acto de campaña en Cleveland, Ohio. - REUTERS

La tasa de participación como síntoma

Históricamente, las 'midterm' son unas elecciones con baja tasa de participación, que suele moverse en cifras inferiores al 40%, y en las que vota sobre todo gente que tiene especial interés en la política. No obstante, en este caso, el voto anticipado ha batido récords, con más de 10 millones de diferencia sobre el registrado en 2014. Claro que entonces la participación fue ridícula: un 35'9% (61'4% en las presidenciales de 2016). La mayor participación es, a priori, una mala noticia para los republicanos. El mayor porcentaje de mujeres sobre el de hombres en el voto anticipado invita a pensar en azul, aunque las Women for Trump de pelo cardado están muy motivadas en la defensa de la contrarreforma conservadora.

A favor y en contra de los demócratas

Cada partido tiene elementos a su favor en estos comicios: los demócratas cuentan con un repunte de la participación contra la apatía de su electorado en las dos últimas elecciones de 2014 y 2016. También pueden contar con los bajos niveles de popularidad de Trump y de su Gobierno. Según Real Clear Politics, un 51,9% de los estadounidenses valora negativamente la gestión de la actual Administración, mientras que la aprobación de Trump ronda el 44%. Sin embargo, la ventaja demócrata puede ser engañosa dado el acusado descenso que han experimentado en las encuestas desde el pasado mes de agosto, cuando su ventaja se disparó hasta los 14 puntos, según la encuesta del Post/ABC.

A favor y en contra de Trump y los republicanos

Los republicanos apuestan por el impacto de la figura de su líder, la próspera situación económica ─empañada por los vaivenes bursátiles─, con el porcentaje de desempleo más bajo desde los años 60 y una base movilizada. Si bien está por ver cómo se traducen en votos las distintas posiciones de partidos y candidatos en temas clave como la sanidad, la inmigración, la educación o las armas. Desde la Guerra Civil norteamericana, en 35 de los 38 comicios de medio mandato la peor parte se la ha llevado el partido que ostenta la Casa Blanca, por lo que un retroceso republicano entraría dentro de la lógica histórica y no tendría por qué verse como una derrota directa de Trump, especialmente si los demócratas no logran una victoria clara.

Un centro de votación en Manhattan. - REUTERS

Un centro de votación en Manhattan. - REUTERS

¿Injerencia exterior?

El "mito del fraude electoral" esgrimido por los republicanos ─y por el propio Trump tras los comicios presidenciales─ y el miedo a una supuesta injerencia exterior amenazan también con afectar a la jornada, en la medida en que no todos creen que su voto vaya a ser tenido en cuenta o los resultados no vayan a ser manipulados. Según la encuesta del Pew Research Center, un 55% de los estadounidenses considera que el sistema electoral no es inmune a ciberataques y un 67% teme una interferencia de un país extranjero. Todo ello cuándo aún están por concluir las investigaciones sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016, descritas por Trump como una "caza de brujas".",

El día después

Pase lo que pase, el 7 de noviembre EEUU amanecerá con un escenario nuevo. Si se cumplen los pronósticos y el Partido Demócrata recupera la Cámara de Representantes, este órgano serviría como altavoz de iniciativas legislativas y escenario de una posible renovación de la formación que gobernó durante ocho años hasta la llegada de Trump. El Partido Demócrata, sin grandes figuras, se vería abocado a decidir a quién pone al frente de la Cámara Baja y, en última instancia, a elegir entre volver a situar como presidenta a Nancy Pelosi u optar por una renovación, tanto de cara como de edad, optando por un nuevo perfil. 

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