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El espionaje israelí opera en todo el mundo con nuevas empresas pantalla

Las empresas israelíes de espionaje han proliferado en los últimos años. Se trata de compañías que mantienen un estrecho vínculo con el ejército y con los servicios secretos, y que operan en todo el mundo, incluidos países dictatoriales. Una de ellas, de la que se ha tenido noticia esta semana, actúa principalmente en Europa Occidental.

Oficiales del ejército israelí y estadounidense durante un ejercicio militar en Israel. / AFP - JACK GUEZ

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

En Israel existen un número creciente y alarmante de empresas de seguridad que operan en el resto del mundo. La existencia de una de ellas, Candiru, ha trascendido en un artículo aparecido en el diario Haaretz. Lo que se sabe de ellas es muy poco, aunque algunas han estado implicadas en escándalos en el extranjero, como es el caso de Black Cube, sin que los gobiernos occidentales hayan adoptado medidas para limitar la misteriosa naturaleza de sus operaciones.

Se trata de un mundo donde todo es altamente confidencial, y los servicios se pagan a lo grande. Fuentes de la seguridad israelí citadas por el rotativo de Tel Aviv, estiman que la magnitud del negocio en lo tocante a estas empresas israelíes es de alrededor de 1.000 millones de dólares anuales. Operan o venden material de espionaje a países como Arabia Saudí o México, y también a España, así como a notorias dictaduras. Con frecuencia se ha indicado que el equipamiento que ofrece Israel se usa para combatir a disidentes, como sería el caso del periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado en Estambul en octubre.

Candiru, cuyo nombre haced referencia a un pez brasileño, tiene su sede en un edificio de Tel Aviv, aunque en el edificio no hay ninguna indicación de su directorio. De hecho, Candiru ni tan siquiera tiene una página oficial en Internet. Emplea a unos 120 expertos en inteligencia que han sido reclutados de distintos servicios militares y de espionaje, incluida la controvertida Unidad 8200, de infausta memoria para los palestinos, aunque sus acciones se desarrollan también en el extranjero.

Los empleados de Candiru firman con la empresa acuerdos de confidencialidad absoluta

La Unidad 8200 es una unidad de espionaje militar que, según se ha publicado, opera también en el extranjero, incluidas las sedes de las representaciones diplomáticas israelíes. Una de sus operaciones básicas consiste en escuchar las conversaciones de la población palestina de los territorios ocupados. Exmiembros de la Unidad 8200 han denunciado, dentro de los límites impuestos por la censura, que, sobre el material que recogen, se hace chantaje a los palestinos, y han denunciado que el trabajo de la unidad se utiliza contra los espiados de una manera “inmoral y poco ética”.

Los empleados de Candiru no cuelgan sus perfiles en LinkedIn ni en ninguna otra red social, y firman con la empresa acuerdos de confidencialidad absoluta. Algunos de ellos, que fueron consultados por el diario económico TheMarker de Tel Aviv, se negaron a comentar detalles de su trabajo. A cambio de su discreción, se les recompensa con sueldos astronómicos que pueden llegar a superar los 20.000 euros mensuales.

A diferencia de NSO, otra empresa israelí similar, que en ese caso se especializa en intervenir teléfonos inteligentes, Candiru, que opera principalmente en Europa occidental desde que se estableció hace cuatro años, tiene la especialidad de hackear ordenadores y servidores, aunque naturalmente también puede intervenir teléfonos inteligentes.

Israel contempla las herramientas que utilizan estas compañías como si de armas convencionales se tratara, y por lo tanto su exportación debe contar con el visto bueno del ministerio de Defensa en Tel Aviv. Esta circunstancia indica que las autoridades militares y de espionaje israelíes están al tanto de lo que hacen y dejan hacer esas compañías en el mundo, incluidas la venta de material y de los servicios que proporcionan a las dictaduras. Según Haaretz, el ministerio de Defensa israelí “no se preocupa mucho de la democracia y de la violación de los derechos humanos” de los clientes.

El secretismo que rodea a estas empresas no se puede exagerar. En este caso, Candiru ni siquiera es el nombre bajo el cual está registrada la compañía. Originalmente, en septiembre de 2014, se llamó Grindavik Solutions, luego cambió a LDF Associates en marzo de 2017, y en abril de 2018 volvió a llamarse Grindavik. El nombre de las personas que dirigen estas compañías ha trascendido en algunos casos, aunque lo más frecuente es que los perfiles de los propietarios y directores no figuren en las redes sociales.

Otra empresa de esta controvertida naturaleza que se estableció en 2018 es XM Cyber, fundada por el exjefe del Mosad Tamir Pardo, que ha reclutado personal del Mosad, los servicios secretos para el extranjero, del Shin Bet, los servicios secretos para Israel y los territorios ocupados, y de la consabida Unidad 8200 de espionaje del ejército.

XM Cyber se estableció en febrero pasado con 15 millones de dólares aportados en su mayor parte por el multimillonario israelí Shaul Shani, que fue propietario de la compañía brasileña Global Village Telecom. Según la agencia Reuters, XM Cyber inauguró su andadura con clientes en Europa, Israel y Estados Unidos, dijo Pardo, quien no accedió a revelar el nombre de ningún cliente.

El hecho de que la legislación en Occidente sea bastante relajada en esta área, hace que las empresas israelíes puedan moverse con mucha libertad en Europa y que puedan mantener en secreto la naturaleza de sus operaciones, aunque sean inquietantes en muchos casos, no solamente en los casos en los que se habla de dictaduras, sino también en países democráticos, como se ha desvelado en algunas ocasiones.

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