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BREXIT El secreto de la supervivencia de Theresa May

Se agota el tiempo para que el parlamento británico apruebe un acuerdo para el brexit y Theresa May sigue confirmándose como la reina de la supervivencia política. La Primera Ministra, que acumula derrotas dignas de pasar a los libros de historia, se aferra al poder aunque el suelo se abra bajo sus pies.

La primera ministra británica Theresa May.- EFE

Saliendo por la puerta del 10 de Downing Street para entrar en el coche… Saliendo del coche para entrar en Westminster… Entrando en la Cámara de los Comunes para dirigirse al parlamento… Sea cual sea el momento, la imagen de Theresa May es siempre la misma: la de una mujer que anda con paso firme, cabeza alta, gesto digno y tono grave. Una coreografía que encaja perfectamente con el carácter que está dejando a la luz. Quienes la conocen dicen que es tremendamente tímida pero lo que el mundo entero está viendo es que también es terriblemente testaruda.

Porque ahí está esa mujer que durante el referéndum hizo campaña contra el brexit, defendiéndolo como el que más. Repitiendo hasta la saciedad su famoso “brexit es brexit”, defendiendo un plan que le ha costado dos años conseguir –a pesar de que sólo quienes lo firmaron creen en él– y empeñada en que el 29 de marzo –sí o sí– Reino Unido abandonará la Unión Europea.

Muy comentado fue lo que dijo de ella el conservador George Osborne cuando, tras perder la mayoría del partido en las últimas elecciones, la definió como una “dead woman walking” (mujer muerta caminando) aludiendo al término que se utiliza para hablar de los condenados del corredor de la muerte cuando se dirigen a la sala de ejecución. Hoy sabemos que fue comentado, pero no acertado. Era junio de 2017, entonces May sólo llevaba un año en el cargo y no hace falta recordar que sigue guardando su pijama bajo una almohada del 10 de Downing Street.

Casi dos años después, Heather Stewart, editora política del diario británico The Guardian confirma que “contra todo pronóstico, la supervivencia se ha convertido en su rasgo político más conocido.”

Pero, ¿cómo puede ser una superviviente la mujer más cuestionada del momento? ¿La mujer a la que le faltan dedos para contar las derrotas que ha encajado?.

Una vez más, la clave no está en la cantidad; la clave está en la naturaleza de esas votaciones. Porque sí, desde el 15 de enero Theresa May carga a sus espaldas con la mayor derrota que un Primer Ministro ha sufrido jamás en el parlamento británico y sobre uno de los temas más trascendentales que se han votado nunca en esa cámara –aprobar o no el plan para la salida de la UE–, pgero esa votación, como tantas otras que ha perdido, eran sobre un documento, sobre un plan, sobre una enmienda… Cuando han llegado las votaciones sobre su persona –la moción de confianza contra ella y la moción de censura sobre su gobierno– May sí las ha superado. ¿Que sus compañeros sólo la apoyaron ante el miedo de que los conservadores perdieran el poder? Puede ser, pero lo hicieron. Y si ella sigue decidida a no dimitir, esas eran las únicas votaciones que podrían haberla hecho tener que abonar el cargo contra su voluntad.

Como apuntaba Sean O’Grady, subdirector de The Independent, “incluso sin brexit, ella habría sido un fracaso; el brexit sólo se suma a la magnitud del fracaso aunque, irónicamente, también ha extendido artificialmente su permanencia en Downing Street”.

Porque ¿a quién le interesa ahora mismo que el país se quede sin cabeza?. Con el brexit en el horno, ¿alguien se siente preparado para hacer frente a esta patata caliente? Al final todo juega a favor de May que, como afirma el editor de The Guardian destinado en Westminster Dan Sabbagh, está dando “una clase magistral sobre esquivar la confrontación, cambiar de tema y dejar que corra el tiempo”.

Porque si la votación de su plan se produjo el 15 de enero fue sólo porque horas antes de la fecha señalada –el 11 de diciembre de 2018–, May decidió posponerla ante una previsible derrota. Ahora ha vuelto a recurrir al comodín del retraso. El domingo anunció que la nueva votación definitiva sobre el brexit no se producirá esta semana como estaba previsto sino en algún momento “antes del 12 de marzo”; lo que tirando de experiencia y leyendo entre líneas viene a ser “el 12 de mazo”.

Según la propia Theresa May, el objetivo es conseguir nuevas concesiones por parte de Bruselas. Pero cada vez son más los que se suman a la teoría de que May pretende aguantar la votación todo lo que pueda hasta que las opciones sean sólo dos: o mi acuerdo o no-acuerdo. Y aunque ella lo ha vuelto a negar este domingo –“aún está a nuestro alcance salir de la UE antes del 29 de marzo y eso es lo que planeamos hacer”–, cobra fuerza la teoría de que quizá haya recapacitado y pretenda pedir una prórroga a Bruselas.

Porque las cuentas son sencillas: del 12 al 29 de marzo sólo hay 17 días. Así ha reaccionado al anuncio de posponer la votación el Director General de las Cámaras de Comercio Británicas, Adam Marshall: “Un plazo de 17 días para empresarios, empleados e inversores sobre el que puede ser el mayor cambio económico y comercial que afrontan en una generación.Increíble”.

Aunque tanto ha estirado la cuerda la ‘premier’ británica que la prensa se pregunta si no ha acabado con la paciencia de sus colegas, que son los que la han salvado del fuego en esas votaciones trascendentales. Tres miembros del partido conservador presentaron su dimisión la semana pasada, otros tres han anunciado públicamente que podrían votar contra ella y a favor de retrasar la salida de la UE y otros han filtrado a los medios que creen que May debería irse en tres meses y dejar paso a un nuevo líder.

A ratos uno llega a creer que Theresa May tuvo delante a Morfeo y eligió la pastilla azul, la de “creerás lo que quieras creer”. Aunque aquí el “fin de la historia” no parece tan fácil.

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