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Elecciones en Israel Empate técnico en las elecciones israelíes, aunque Netanyahu podrá continuar otros cuatro años con sus políticas de confrontación

Benjamín Netanyahu podrá seguir gobernando con el soporte de la extrema derecha otros cuatro años.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su esposa Sara, celebran la victoria en las elecciones israelíes. / REUTERS - AMMAR AWAD

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Benjamín Netanyahu podrá gobernar Israel por quinta vez gracias al apoyo de los partidos de la extrema derecha y los partidos ultraortodoxos, según los resultados de las elecciones celebradas el martes, cuando se ha contabilizado el 97% de las papeletas.

Aunque los votantes han dado un empate técnico de 35 escaños al Likud del primer ministro y a Azul y Blanco de Benny Gantz, solamente Netanyahu está en disposición de formar una coalición suficiente con el apoyo de unos 65 diputados de los 120 que hay en la Kneset.

Su victoria es por lo tanto clara y le permitirá continuar con sus políticas de confrontación con sus enemigos tanto dentro de Israel como en el exterior. Es una buena noticia para sus seguidores de la derecha pero una mala noticia para la estabilidad general en la castigada región de Oriente Próximo.

La victoria del bloque que lidera Netanyahu podría aumentar incluso una vez se recuenten las papeletas de los soldados que suelen votar de manera mayoritaria a los partidos de derecha. La derecha ha desperdiciado muchos votos puesto que algunos partidos de este sector no han logrado superar el umbral mínimo del 3,25% de votos necesarios para obtener presentación.

Netanyahu contará con el apoyo de unas categorías políticas muy variopintas

Uno de los grandes perdedores es el partido laborista, que se queda con siete escaños, alcanzando el peor resultado de su historia. El partido radical Nueva Derecha, de Naftalí Bennet, se queda fuera del parlamento, aunque podría entrar una vez se contabilicen las papeletas de los soldados. Los dos partidos árabes tendrán diez diputados, tres menos que en la pasada legislatura, debido a una alta abstención en ese sector.

Para gobernar, Netanyahu contará con el apoyo de unas categorías políticas muy variopintas, la mayoría de las cuales ya le han expresado su apoyo durante la campaña y que incluyen a ultranacionalistas, ultraortodoxos, homófobos, extrema derecha, teócratas, racistas y sectarios en casi todas sus variedades.

Existe la posibilidad de que Netanyahu y Gantz formen un gobierno de unidad. Aunque los dos la han rechazado, es una idea factible. El problema principal para su aplicación es que los dos líderes deberían repartirse la jefatura en una rotación de dos años cada uno, algo a lo que probablemente Netanyahu no esté dispuesto.

Los grandes problemas de Israel apenas se abordaron durante la campaña. Es el caso de la economía, la crisis sanitaria o el conflicto con los palestinos. La ocupación y las enormes miserias que sufre a diario la población de Cisjordania no parecen interesar a nadie. De hecho, para una parte de los ciudadanos, las elecciones eran una suerte de referéndum sobre la continuidad del primer ministro a causa de los graves casos de corrupción que le rodean.

Con respecto a los palestinos, Netanyahu tendría dispuesto un plan maquiavélico para cumplir su promesa electoral de anexionarse partes de Cisjordania. Según el Canal 12 de la televisión hebrea, el plan es esperar a que Donald Trump presente su anunciado “acuerdo del siglo”, y una vez que los palestinos lo hayan rechazado, procederá a la anexión de partes de Cisjordania contando con el apoyo del presidente de Estados Unidos.

La controvertida Ley del Estado-Nación aprobada por la Kneset el julio pasado, tampoco ha jugado ningún papel en las últimas semanas, fuera del ámbito de los árabes, a quienes relega como ciudadanos de segunda categoría. “Israel no es un estado de todos sus ciudadanos”, escribió recientemente Netanyahu. “Israel es la nación-estado del pueblo judío, y solo eso”.

Algunos analistas han indicado que el país está viviendo una polarización entre la izquierda y la derecha. Sin embargo, la izquierda tiende a desaparecer y la única polarización se vive en el ámbito de la derecha, o más concretamente de la extrema derecha, un ámbito en el que Netanyahu ha metido al Likud de lleno, expulsando a históricos líderes del partido de corte liberal como Dan Meridor.

Los líderes árabes se dirigían con desesperación a los votantes de su comunidad para que acudieran a las urnas

La jornada de ayer se desarrolló con normalidad, fuera de algunos incidentes concretos. El más grave se registró en colegios electorales árabes, donde militantes del Likud introdujeron subrepticiamente cámaras de video para grabar el proceso de la votación, aduciendo que querían descubrir fraudes electorales. La junta electoral central, y los partidos árabes, condenaron esas actividades y la policía practicó varias detenciones.

A las siete de la tarde, cuando solo faltaban tres horas para que cerraran los colegios, los líderes árabes se dirigían con desesperación a los votantes de su comunidad para que acudieran a las urnas. A media tare, el índice de participación en el sector era muy bajo y algunos dudaban de que las dos listas árabes pudieran superar el umbral del 3,25% de los votos necesario para entrar en la Kneset. Algunos atribuían el bajo porcentaje a la Ley Estado-Nación, mientras que otros lo atribuían a las cámaras de vídeo introducidas en los colegios por el Likud.

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