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Circo Escuela Palestino La labor social del circo en Palestina

El Circo Escuela Palestino enseña a jóvenes los valores y la cultura del pueblo palestino a través del teatro y el circo.

Mohammad Abu Sakha (el chico del diábolo), junto a sus compañeras y compañeros en la Escuela de Circo Palestina - Foto cedida por The Palestine Circus School

Marta Saiz

El 14 de diciembre de 2015, Mohammad Abu Sakha salió de su casa en la ciudad de Jenin para ir a trabajar como profesor en el Palestine Circus School PCS (Circo Escuela Palestino). Pero ese día no llegó a su destino. En uno de los múltiples checkpoints que recorren los territorios de Cisjordania, unos soldados israelíes pararon su coche y lo arrestaron. Sin darle ninguna explicación, lo llevaron a prisión bajo la llamada detención administrativa, mediante la cual el Estado de Israel mantiene a las personas en la cárcel sin derecho a juicio y sin decirles las razones por las que están ahí. Según el Derecho Internacional, este procedimiento es ilegal y solo debería usarse en casos "contados, excepcionales y extremos".

Sakha fue liberado tras 21 meses. Las pocas noticias que recibía acerca de las acusaciones eran confusas y relacionadas con la portabilidad de drogas o la participación en organizaciones de izquierda. Como profesor de la escuela de circo, su trabajo es el de enseñar a niños, niñas y jóvenes los valores, el arte y la cultura de la sociedad palestina mediante técnicas circenses y dramaturgas.

Además, forma parte del equipo de reparto de los espectáculos sociales que realizan por todo el mundo. "Específicamente, no creo que me detuvieran por mi labor en el PCS, pero es verdad que a las personas que trabajamos en la comunidad y que estamos en contra de la ocupación y lo decimos abiertamente, se nos tacha de problemáticas y peligrosas".

Sakha confiesa que su caso fue excepcional, ya que traspasó fronteras a través de varias campañas internacionales que exigían su liberación, como Avaaz, Amnistía Internacional y Al Jazeera Media Network. "Yo tuve suerte. Pero hay muchas personas que están en peores condiciones. Desde hace varios años, cada noche, seis o siete palestinos son arrestados bajo la detención administrativa. Cada noche". Sin embargo, no quiere caer en el romanticismo de su trabajo y afirma que el Estado de Israel, cuando quiera, puede parar y echar por tierra la labor que se hace desde el PCS.

Shadi Zmorrod, fundador de PCS durante su estancia en Barcelona - Marta Saiz

Shadi Zmorrod, fundador de PCS durante su estancia en Barcelona - Marta Saiz

"A través del circo social se aprenden valores que nuestros estudiantes utilizan en su comunidad. Porque el cambio viene de la mano de las personas. Aunque Israel ocupe físicamente el territorio, no lo puede hacer con la mentalidad, las ideas no se pueden tocar", concluye Sakha, que todavía sufre algunas de las consecuencias de su detención, como el impedimento de viajar a Barcelona durante la última actuación del PCS.

Palestine Circus School

La idea de la escuela de circo surgió del sueño infantil de Shadi Zmorrod. A raíz de su trayectoria como actor y dramaturgo en varios países, vio la gran capacidad de los seres humanos para comunicar sin hablar. Tras una temporada trabajando como director artístico de un circo israelí, se dio cuenta de que los y las niñas palestinas estaban más en la necesidad de su experiencia. Y de esta manera, en el año 2006 fundó la primera escuela en Birzeit. Actualmente el PCS cuenta con varios centros repartidos por toda Palestina, en los que se instruye a más de 200 alumnos y alumnas, con programas especiales para jóvenes con algún tipo de discapacidad.

"Aunque Israel ocupe físicamente el territorio, no lo puede hacer con la mentalidad, las ideas no se pueden tocar"

Otra de las funciones del PCS es la creación de espectáculos, mediante la combinación de las técnicas del circo y las historias de vida. Actuaciones donde el éxito reside en el efecto que causa en el público. Éxito que ya han llevado a países como Egipto, Brasil, Alemania, Italia, Dinamarca, Suecia o España, donde tuvo lugar la reciente representación en Barcelona, con el apoyo de la Asociación Catalana por la Paz y el Ateneu Popular 9Barris.

Gracias a los beneficios que obtienen de estos tours y a las aportaciones de varias organizaciones internacionales, pueden financiar la escuela de circo. Aunque el gobierno palestino no tiene la capacidad de aportar apoyo económico, no pone ningún obstáculo, más bien "los problemas vienen por parte de la ocupación israelí", matiza Zmorrod. "Para viajar al extranjero, tenemos que hacerlo desde el aeropuerto de Jordania, lo que encarece los gastos de nuestros financiadores. Sin embargo, todavía no ha sido un impedimento para dejar de actuar y mientras nos sigan llamando, allí llevaremos nuestro particular circo palestino".

SARAB, la historia de las personas refugiadas

Hazar Azzeh intenta salir de una maleta al son de la melodía que ella misma entona, cuando lo hace, descubre que lo que le espera tras huir de su tierra es mucho peor de lo que imaginaba. La pérdida de identidad, los abusos por parte de quienes intentan sacar beneficio y el rechazo de una sociedad que la obliga a volver al infierno del que salió. Vuelve a encerrarse en la maleta, casi sin aire, y la melodía de su voz desciende para dejar paso a un escenario oscuro e incierto, como el futuro de millones de personas refugiadas.

PCS cuenta con varios centros repartidos por toda Palestina, en los que se instruye a más de 200 alumnos y alumnas

Esta es una de las escenas del espectáculo SARAB del PCS, que ahonda en el tópico de las personas refugiadas, representando la guerra, la huida, el viaje y la llegada, a través de bombardeos, paso de fronteras, abusos sexuales o pérdidas humanas. "SARAB ha hecho un buen trabajo porque hace que la audiencia empiece a preguntarse, a buscar y a sentirse culpable de no sentirse culpable de lo que ocurre", afirma Azzeh.

Esta temática fue incorporada al espectáculo en 2014, cuando el equipo de PCS llevó sus actuaciones a las fronteras y los campos de refugiados de Siria, Irak, Turquía y Jordán. "Conectamos nuestras historias con las de ellas y las unimos a través de la investigación", dice Zmorrod, quien también señala que el show está pensado, "especialmente para Europa", con el objetivo de crear conciencia.

El circo como herramienta de resistencia

Azzeh tenía 11 años cuando entró a formar parte del PCS, primero como alumna y, 12 años después, como profesora y artista. "Vi el circo como una herramienta de resistencia con la que puedo dormir tranquila, porque sé que estoy haciendo algo para salir de esta situación en la que vivimos". La profesora describe el circo como una ventana en la que puede respirar, puesto que considera que abandonar el país no es la solución y que la sociedad palestina debe cambiar la mentalidad y hacer valer sus propias vidas. "Es importante que la gente vea que los palestinos tenemos vida y somos seres humanos, y no números a los que nos están matando en las prisiones".

"En Palestina tenemos nuestro propio arte y cultura", apunta Noor Abo Alrab, quien también comenzó en el circo hace 11 años. "El estado israelí lo controla todo en Palestina. Sin embargo, lo único que no controla al cien por cien es el arte y la cultura. Por esta razón, "el circo escuela tiene dos metas, empoderar a nuestros estudiantes y crear un impacto social y político en la audiencia que acude a los espectáculos".

El equipo de The Palestinian Circus School durante el debate posterior a la actuación en Barcelona - Marta Saiz

El equipo de The Palestinian Circus School durante el debate posterior a la actuación en Barcelona - Marta Saiz

El actor cuenta los problemas a los que se enfrentan en el día a día de su labor. Además de los checkpoints que encuentran por el camino, a muchas ciudades no se les permite pasar, como a Jerusalén, donde tienen que llamar a voluntarios internacionales para no perder el trabajo con los niños y niñas. También han tenido que dejar de trabajar en ciudades como Hebrón, donde el asesinato de uno de sus alumnos complicó la situación.

"El 12 de diciembre de 2012 uno de nuestros alumnos pasó por uno de los checkpoints con una tarta para celebrar su cumpleaños. Hubo un forcejeo y uno de los soldados israelitas le disparó en el pecho. Tenía 15 años y murió en el acto. El soldado fue ascendido", lamenta Arab. En 2014 el hermano de Azzeh, de 14 años de edad, sobrevivió a los disparos del ejército israelí cuando protestaba contra la ocupación. "No evaluamos el impacto de las emociones que se viven día a día y de las secuelas que dejan. Mi hermano se salvó gracias al circo".

De esta manera Palestine Circus School sobrevive, dando ejemplo y demostrando que Palestina no es solo un lugar donde imperan las bombas y la guerra, sino que la conforma un pueblo rico en arte y cultura, que resiste. "Soñamos con una Palestina libre en la que los palestinos se involucren en una vida artística y cultural dinámica que incluya la creatividad, la libertad de expresión y la diversidad como los pilares principales de una sociedad justa e inclusiva".

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