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Reino Unido Adiós, Theresa May. ¿La peor dirigente británica de nuestra época?

Seguirá como primera ministra hasta finales de julio, pero hoy abandona el cargo de líder del Partido Conservador. A su sucesor le deja en herencia el caos del brexit y a los británicos un legado que no pasará a la historia. O sí.

Theresa May durante el evento conmemorativo del 75 aniversario del Día-D en Portsmouth, Inglaterra. REUTERS/Toby Melville

Hoy es el día. En ese momento en el que el afternoon le pasa el testigo al evening, a las cinco de la tarde, Theresa May dejará oficialmente de ser líder del Partido Conservador y se darán por inaugurados ‘los juegos del hambre’ para sustituirla.

De momento May permanecerá al frente del país hasta que la semana del 22 de julio los conservadores nombren a su sucesor. El lunes conoceremos la lista oficial de candidatos pero ya hay más de una decena que se han postulado para sustituir a la que muchos en este país definen estos días como “el peor primer ministro de la historia reciente” desde Frederick North, durante cuyo mandato en el siglo XVIII las colonias americanas declararon su independencia.

Uno de quienes la ve así es el columnista del diario The Guardian Owen Jones,  para el que “la mentira y la falta de honestidad” han sido las característica del “reinado maldito” de Theresa May. Porque -sostiene- aunque es cierto que “heredó una mano terrible, luego procedió a rociarla generosamente con gasolina y prenderla fuego”.

Recordemos que May llegó al cargo hace tres años tras la dimisión de David Cameron, que dijo aquello de ‘pies para qué os quiero’ cuando el ‘sí’ al brexit se impuso en el referéndum de 2016, que él mismo había convocado y para el que había hecho campaña por permanecer en la UE.
También la había hecho May, hasta entonces ministra del Interior, que se quedó sola en la carrera para sucederlo tras la retirada de su única rival, Andrea Leadson -una de las postulantes hoy a sustituirla-. Así que literalmente May llegó al cargo sin que sus compañeros la eligieran y se convirtió, 25 años después de Margaret Thatcher, en la segunda mujer en ostentar el cargo.

Lo que el brexit le dio, el brexit le ha quitado

Para sorpresa de todos, ya en Downing Street May se mostró como una ferviente y radical defensora de la salida de Reino Unido de la UE y convirtió el brexit en el sentido de todo su mandato. Teniendo en cuenta que el parlamento británico ha tirado para atrás hasta en tres ocasiones el acuerdo que le costó casi dos años alcanzar con Bruselas, podría decirse que abandona el cargo dejando el asunto en el mismo punto en el que estaba cuando se lo encontró. Y no será porque no le ha dado vueltas al tema.

“Brexit significa brexit” y “un no acuerdo es mejor que un mal acuerdo” han sido sus mantras. Los ha repetido hasta la saciedad para intentar convencer a sus compañeros de partido, al Parlamento británico y a la población en general de que su acuerdo de divorcio con la UE era la mejor opción posible. Prueba de su fracaso es que May se va hoy sin haber dejado ni el brexit, ni su acuerdo, ni mal acuerdo, ni ‘no-acuerdo’.

29/03/2019 - Un hombre a favor del brexit se manifiesta en Londres con un cartel que indica 'irse significa irse'. / REUTES - DYLAN MARTINEZ

Un hombre a favor del brexit se manifiesta en Londres con un cartel que indica "irse significa irse", en una imagen de archivo. / REUTES - DYLAN MARTINEZ

Sus mensajes quedarán como palabras vacías cargadas de populismo, y una prueba más es su "si crees que eres ciudadano del mundo, eres ciudadano de ninguna parte" que pronunció en octubre de 2016 durante la primera conferencia nacional de los conservadores a la que asistió como líder del partido.

Ni querida ni respetada en su partido

Llegó sin que su partido votara por ella y sólo un año después de convertirse en primera ministra, en 2017 May convocó elecciones anticipadas para ratificarse en el cargo; lo logró, pero hizo que los conservadores perdieran la mayoría absoluta que les había dejado Cameron, así que le tocó buscar socios de gobierno. May los encontró en el DUP, el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que recibió a cambio mas de 1.000 millones de euros en inversión pública para la región pero que no ha respaldado su acuerdo de brexit.

De no haber necesitado ese apoyo las cosas podrían haber sido muy distintas para el grupo conservador en el Parlamento, que llegó a enfrentarse a ella tan directamente que la obligó a prometerles que no se presentaría a la reelección en 2022 si la respaldaban en la moción de confianza a la que tuvo que hacer frente el pasado mes de diciembre.

De aquella salió viva pero fue solo prolongar una agonía que meses después le hizo volver a prometer a los suyos que dimitiría, en ese caso en cuanto el Parlamento aprobara su acuerdo de brexit; algo que nunca ocurrió. Y de hecho, si hoy está donde está es porque el grupo parlamentario conservador estaba dispuesto a cambiar las reglas del partido para poder echarla si no se iba por su propio pie.

Un partido al que, por cierto, deja tercero en intención de voto por detrás de laboristas y El Partido del Brexit en la primera encuesta en la que se incluye al grupo de Nigel Farage.

Tampoco se ganó a la gente

Cuando el pasado 24 de mayo anunció su dimisión, May llegó a llorar al decir que ser la Primera Ministra “del país al que amo” había sido “el honor de mi vida”; usó las mismas palabras que utilizó Barack Obama en su discurso de despedida pero nadie podría poner en duda la sensibilidad del ex-presidente norteamericano como sí se ha hecho en el caso de ella.

Su férrea defensa de la salida de la UE la ha sostenido con el argumento de que sólo quería dar al pueblo lo que el pueblo pidió, en alusión al resultado del referéndum de 2016. Pero May no sólo no se ha ganado la empatía de la gente sino que en más de una ocasión se la acusado de mostrarse fría y distante. Así ocurrió tras el incendio en la torre Grenfell de Londres en junio de 2017 en el que murieron 72 personas; May visitó la zona un día después del suceso pero rechazó reunirse con las víctimas.

Ahora, una encuesta de Opinium para The Observer refleja que el 45% de los ciudadanos cree que ha hecho un mal trabajo durante estos años frente al 24% que cree que lo hizo bien.

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May. - REUTERS

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, en una imagen de archivo. - REUTERS

No todo es brexit

Porque, aunque es cierto que se trataba de un marrón de proporciones incuestionables, la sensación entre la gente es que desde que llegó al poder sólo tuvo ojos para el brexit y ha dejado desatendidos asuntos fundamentales de interés nacional. 

Dijo que lucharía contra las “injusticias" y que basaría su mandato en la premisa de que “la próxima generación siempre debería tenerlo mejor que la anterior”.  Pero el recorte en la inversión empresarial en Reino Unido, provocado principalmente por el miedo al brexit, ha hecho que sean los consumidores quienes estén sosteniendo la economía del país y una tercera parte de los niños de Reino Unido (en torno a 4 millones) viven en situación de pobreza.

¿La acabaremos echando de menos?

May llegó prometiendo un liderazgo “fuerte y estable” y se va diciendo que lo ha hecho “lo mejor que he podido”; sólo ella sabe si es cierto. Para muchos, como la publicación Private Eye su legado sólo puede reflejarse con una página en blanco, pero todavía es una incógnita si su sucesor podrá hacerlo mejor. Porque con Boris Johnson como favorito en la carrera para sustituirla hay quien ya está tentado de proclamar aquello de que más valía lo malo conocido.

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