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Netanyahu Netanyahu establece su indiscutible hegemonía en Oriente Próximo

Este mes de julio Benjamín Netanyahu se ha convertido en el primer ministro más longevo de la historia de Israel, batiendo el récord que hasta ahora poseía David Ben Gurion. En los más de 13 años que ha gobernado sin resistencia alguna, especialmente en la última década, Israel ha pasado a ser la indiscutible potencia hegemónica de la región, tanto política como militarmente.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en Tel Aviv / REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Es indiscutible que en la última década Israel se ha convertido en la potencia hegemónica en Oriente Próximo. Ningún otro país le hace sombra, ni siquiera Irán, aunque la república islámica cuenta con un aliado regional que inquieta al estado judío, las milicias libanesas de Hizbolá, de ahí que una vez desarticulados Irak y Siria, el objetivo principal de Israel sea acabar con Irán. 

Desde su segunda elección en 2009, Benjamín Netanyahu ha trabajado en distintos frentes para dar a Israel el papel privilegiado que hoy tiene. En política exterior sus logros más sonados son el acercamiento a los países árabes del golfo Pérsico y el aislamiento de Irán, posible gracias al apoyo ciego e incondicional del presidente Donald Trump y de sus fanáticos consejeros hipersionistas. 

Países como Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Egipto, se disputan la amistad de Netanyahu. La necesitan para poder llevar a cabo las discutibles políticas interiores y exteriores en que se han embarcado. A cambio del clientelismo, el líder israelí les ofrece su ascendiente en Washington para ocultar o paliar los excesos que cometen, como la guerra de Yemen o el asesinato de Yamal Khashoggi, y mientras tanto está penetrando de una manera inquietante en esos países. 

La elección de Trump en 2016 fue una bendición para el Israel que moldea Netanyahu

La elección de Trump en 2016 fue una bendición para el Israel que moldea Netanyahu. El presidente de Estados Unidos se salió del acuerdo nuclear con Teherán, reconoció a Jerusalén como capital de Israel e hizo lo mismo con el Golán sirio. Una bendición tras otra que consolidan el poder de un Netanyahu que, a sus 69 años, confía en seguir dirigiendo durante mucho tiempo el destino del estado judío. 

En política exterior, el coste de sus continuados desmanes ha sido bien pequeño. Hace cuatro años la representante de la política exterior Federica Mogherini tuvo que anular un viaje a Israel cuando en el último momento Netanyahu le comunicó que no tenía tiempo para recibirla. El desplante no suscitó ninguna reacción en Bruselas, que se contenta con emitir comunicados huecos a cualquier hora del día y de la noche. 

Europa sigue sentada al margen de los conflictos de Oriente Próximo, como si no fueran con ella, cuando se trata de conflictos directamente relacionados con Europa que Bruselas podría contribuir a resolver si sus mandatarios se lo propusieran. Desgraciadamente, ni Angela Merkel, ni Emmanuel Macron, ni Theresa May han movido un dedo para resolver el conflicto palestino y santifican la brutal ocupación israelí con su silencio

Europa sigue sentada al margen de los conflictos de Oriente Próximo, como si no fueran con ella

Para mayor recochineo, Netanyahu ha establecido una sólida alianza con países de Europa del este con los que no para de meter palos en las ruedas de la Unión. Son países con políticas claramente reaccionarias, donde no faltan vínculos neonazis a los que Netanyahu no hace asco, y que están dispuestos a bloquear el desarrollo de una Europa liberal a cualquier precio. Es natural que Netanyahu se sienta a gusto con esos países, pero es sorprendente que los grandes países de la UE no defiendan sus intereses públicamente y se dobleguen ante la creciente influencia de Israel en sus propias narices. 

El principal y más claro objetivo de Netanyahu en estos momentos es provocar el colapso de Irán. Teherán podría sin embargo jugar algunas de sus bazas militares, como ya lo ha empezado a hacer, para poner en dificultades a Trump de cara a las elecciones estadounidenses del año que viene. Es algo que ya hizo con éxito cuando forzó la caída de Jimmy Carter frente a Ronald Reagan, y que ahora podría intentar repetir. 

El país es ahora mucho más de derechas, más nacionalista y más religioso

En política interior, Netanyahu ha conseguido un importante crecimiento económico. Aunque en los últimos meses se ha denunciado de un déficit significativo, los principales indicadores macroeconómicos son positivos. Las protestas populares contra la carestía de la vida y la inaccesibilidad de la vivienda han desaparecido sin que estos problemas se hayan resuelto. 

El país es ahora mucho más de derechas, más nacionalista y más religioso. Netanyahu no ha ocultado en ningún momento su simpatía por estas corrientes reaccionarias que él mismo ha impulsado abiertamente hasta llegar a un punto en el que el país es muy diferente del Israel de hace una década. 

Un precio alto que la sociedad ha tenido que pagar pasa por el desprestigio de las organizaciones humanitarias en general, que han sido aplastadas sin piedad por un régimen que no tolera las críticas, el desprestigio absoluto de la minoría árabe, es decir del 20 por ciento de la población, y la desaparición casi completa de los partidos de izquierdas de la escena política. 

En las pasadas elecciones de abril, Netanyahu dijo que Israel “no es un estado de todos sus ciudadanos”, unas palabras que, además de aportar votos, revelan una verdad palpable que se observa en el día a día. Aunque hasta ahora se guardaban las formas, al menos verbalmente, ahora el nacionalismo lo impregna todo y la discriminación está a la orden del día.

Netanyahu dijo que Israel “no es un estado de todos sus ciudadanos”

En la campaña para las elecciones que tendrán lugar el 17 de septiembre, Netanyahu incluso ha “organizado” personalmente las coaliciones de la extrema derecha hipernacionalista e hiperreligiosa con las que se siente muy cómodo. Ha apadrinado al partido Fuerza Judía, una formación del movimiento kahanista que fue ilegalizado en los Estados Unidos e Israel por su ideología racista, pero que ahora es aliado de Netanyahu. 

En cuanto a los palestinos, la brutal ocupación militar se ha endurecido no solo en la Franja de Gaza sino también en Cisjordania, hasta el punto de que los palestinos han perdido toda esperanza de establecer un pequeño estado independiente en los territorios ocupados. Este logro lo ha conseguido Netanyahu con el apoyo de Trump y el silencio de la UE. Se ha llegado a un punto en el que la administración de Washington trabaja continuamente al servicio de Israel, no solo en Oriente Próximo sino también en Europa

La única esperanza que tiene la frágil y débil oposición es que los distintos casos de corrupción en que Netanyahu parece implicado frenen su carrera política drásticamente, aunque es más probable que la Kneset lo salve de una escabechina aprobando una ley ad hoc.

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