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EEUU y los talibanes negocian una dudosa paz en Afganistán

Si las negociaciones en curso fructifican en las próximas semanas, EEUU y la OTAN sacarán sus tropas de Afganistán en un corto periodo de tiempo. Después de una intervención de 18 años, el país se encuentra en la misma situación catastrófica que al principio. La costosa intervención militar no ha logrado sus objetivos y ha agotado la paciencia de Washington.

Los lugareños afganos observan un convoy militar de los EEUU | Reuters

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La situación en Afganistán es tan penosa como siempre. La intervención militar de EEUU a partir de los atentados del 11-S de 2001, no solo no ha llevado la paz al país sino que ha enconado a los enemigos internos. Los talibanes son hoy más fuertes que nunca y controlan grandes extensiones de territorio a un ritmo creciente.

Habiendo comprendido que una victoria militar es imposible, la administración de Donald Trump ha decidido tirar la toalla al cuadrilátero. El presidente ha dicho en más de una ocasión que quiere poner fin a una serie de guerras costosas e interminables, y sin duda la de Afganistán figura en un lugar destacado.

Las negociaciones directas que conducen Washington y los talibanes se desarrollan en Doha, la capital de Qatar. La última ronda de estos contactos se celebró este mes de agosto y las declaraciones realizadas por ambas partes, aunque prudentes, indican que existe un avance real que puede conducir a una paz que catapultaría a los talibanes.

Los talibanes son un grupo radical al que los americanos usaron en su momento contra los soviéticos hasta expulsarlos de Afganistán. Sin embargo, poco después el país se convirtió en un centro mundial del yihadismo, quizás el más activo del planeta, y los talibanes permitieron las actividades de Al Qaeda que dieron paso con los años a varias oleadas del terrorismo internacional, incluido el Estado Islámico.

Tanto los talibanes como EEUU se muestran optimistas

La última ronda de contactos que se inició el 4 de agosto terminó unos días después con una pausa para que ambas delegaciones consulten con sus superiores los siguientes pasos a dar. Tanto los talibanes como EEUU se muestran optimistas, o al menos está es la imagen que sus responsables han trasladado a los medios de comunicación una vez concluido el último cónclave de Doha.

Iniciadas el año pasado, la negociaciones son sustanciales, tal vez porque Trump quiere sacar a sus tropas de ese inmenso avispero cuanto antes, y giran en torno a cuatro puntos principales: 1) los talibanes no permitirán que grupos de combatientes extranjeros (yihadistas) utilicen el país como base para lanzar ataques en el exterior (una clara alusión a los atentados del 11-S).

2) Los estadounidenses y las fuerzas de la OTAN abandonarán completamente Afganistán. 3) Se iniciará un proceso de diálogo entre las distintas fuerzas afganas (téngase en cuenta que los talibanes se negaron a que el gobierno títere de Kabul se sentara en Doha por considerar que su fuerza se deriva exclusivamente de la presencia de las tropas estadounidenses. Y 4) Se declarará un alto el fuego permanente. Sin duda se trata de un programa ambicioso, aunque esto no es negativo en sí mismo.

El Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en una visita a Afganistán | Reuters

El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en una visita a Afganistán | Reuters

Un representante de los talibanes que formaba parte de la delegación en Doha indicó a Aljazeera, una cadena de televisión que justamente tiene su base en la capital qatarí, que las dos partes se hallaban “cerca” de conseguir un acuerdo, aunque no elaboró la respuesta. “Esta ronda de conversaciones ha sido muy productiva y estamos cerca de un acuerdo que se finalizará (pronto) y que esperamos que se anuncie en las próximas semanas”, dijo.

Las tropas americanas y extranjeras que entraron de la mano del presidente George Bush hijo a raíz de los atentados de 2001 en Estados Unidos, son numerosas y superan los 32.000 efectivos. Sin embargo, no han conseguido su objetivo de llevar la paz a Afganistán, más bien al contrario, y los talibanes exigen su retirada completa como condición necesaria para poner fin a las hostilidades.

Por su parte, el representante especial de EEUU para Afganistán, Zalmay Khalilzad, declaró que las negociaciones de Doha giran en torno a cuestiones y detalles técnicos, lo que sugiere que Washington ha aceptado implícitamente las grandes condiciones de los talibanes. Hablando de la octava y última ronda de discusiones, Khalilzad dijo en Twitter: “Han sido productivas. Ahora estoy volviendo a Washington para consultar los siguientes pasos”.

Los talibanes señalan que lo que se está negociando no se concretará hasta que los americanos confirmen la retirada de las tropas

Los talibanes señalan que lo que se está negociando no se concretará hasta que los americanos confirmen la retirada de las tropas y presenten un calendario específico de la retirada, que no debería extenderse más allá de unos cuantos meses. Un portavoz talibán indicó que la mayor parte de las discusiones tienen que ver con este punto, que se está negociando hasta en sus más pequeños detalles.

En junio, durante una visita que realizó a Afganistán, el secretario de Estado Mike Pompeo declaró que las negociaciones avanzaban a buen ritmo y que veía posible lograr un acuerdo antes del 1 de septiembre. Los analistas de la región coinciden en que esto es posible puesto que EEUU habría aceptado los principios básicos de sus interlocutores.

Los EEUU quisieron que el gobierno afgano participara en las negociaciones, pero ante la frontal negativa de los talibanes, Washington decidió acudir por separado. Los talibanes consideran que el ejecutivo de Kabul es una “marioneta” en manos de EEUU, de manera que no tenía sentido que las tres partes se sentaran a la mesa.

Según un informe independiente de hace algunos meses, el gobierno de Kabul, con el apoyo de EEUU y la OTAN, controla 229 distritos de territorio afgano, es decir un poco más de la mitad del país; 59 distritos, es decir cerca de un 15 por territorio lo controlan los talibanes; y los 119 distritos restantes, o sea cerca del 30 por ciento del territorio, es objeto de disputas entre el gobierno y los talibanes.

Cuando se inició la invasión hace 18 años, en Washington pensaron que iba a ser una guerra corta. La realidad ha demostrado lo contrario, y Trump ha terminado por decir que quiere poner fin a las “guerras infinitas”, como sería este caso. No obstante, un acuerdo entre EEUU y los talibanes no resolverá los conflictos latentes en el país. Este pasado fin de semana, el Estado Islámico mató a más de 60 chiíes en Kabul. La paz que se aproxima no acabará con esta clase de problemas.

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