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Brexit El Parlamento británico vuelve a tener la última palabra sobre el brexit

La Cámara de los Comunes votará el sábado si respalda o no el acuerdo alcanzado por Boris Johnson y la UE. El primer ministro británico no tiene garantizados los apoyos y si el parlamento lo rechaza, la ley le obliga a pedir una prórroga.

24-09-2019.- Vista general de las casas del Parlamento británico. REUTERS/Henry Nicholls

Boris Johnson está radiante. Este jueves se paseaba por los pasillos del edificio de la Comisión Europea con una sonrisa en la cara y un gesto nada habitual en él: cabeza alta y hombros erguidos. Tiene motivos. Ha logrado lo que la semana pasada los responsable de la Unión Europea y los 27 consideraban “imposible” y hace sólo unos días “posible pero difícil”: tiene un acuerdo para el brexit el 31 de octubre que poder presentar al parlamento británico.

La pelota, una vez más, vuelve a estar en Londres. De nada sirve un texto consensuado entre el gobierno británico y la UE si la Cámara de los Comunes no lo respalda; también tenía uno Theresa May y se lo tumbaron hasta en tres ocasiones. El "posible pero difícil" vuelve a estar sobre la mesa.

El 'Super Sábado' es el día D

El reloj corre tan deprisa –la fecha de salida es dentro de sólo dos semanas– que el gobierno británico ha convocado a los diputados a una sesión extraordinaria el próximo sábado para debatir los detalles del acuerdo y someterlo a votación. Johnson se la juega porque a esta hora no tiene garantizado el apoyo que necesita: 320 de los 650 diputados de la Cámara de los Comunes.

A la caza del voto a favor

Las cuentas no están nada claras. Johnson se ha dejado la piel hasta el último minuto para conseguir el apoyo de una pieza clave: sus socios de gobierno del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte. Pero el primer ministro británico ha acabado sellando el acuerdo sin contar con su respaldo. El DUP ya ha confirmado que sus diez diputados en Westminster votarán en contra del texto.

Su respaldo era importantísimo porque podrían haber arrastrado con ellos a los euro-escépticos más radicales del partido conservador, los conocidos como espartanos. Estos 28 miembros del European Research Group (ERG) siempre han ido de la mano del DUP en este asunto y aseguraron que tendrían "muy en cuenta su opinión". Por eso todas las miradas están ahora puestas en ellos. Johnson también se ha empeñado a conciencia para convencerlos y, aunque a esta hora siguen sin revelar cuál será su voto, algunos como la diputada Andrea Jenkins ya han felicitado al primer ministro por su acuerdo y han confirmado que podría acabar respaldándolo.

Pero Johnson tiene otros huesos más duros de roer. Incluso con el apoyo del ERG sigue necesitando los votos a favor de los tories rebeles que votaron contra él para frenar el brexit duro, y de un puñado de diputados de la oposición. Los líderes de los dos principales partidos, el laborista Jeremy Corbyn y la liberaldemócrata Jo Swinson, han utilizado las mismas palabras para definir el acuerdo de Johnson: "Peor que el de Theresa May". Por eso la consigna entre sus filas es rechazarlo: "No lo vamos a respaldar", ha dicho Corbyn. Hablaba en plural aunque no será un no en bloque. Dentro de las filas laboristas los hay que votarán , como el diputado John Mann. Habrá que esperar hasta el último momento para ver cómo queda la suma.

Si el parlamento no lo respalda, ¿hay prórroga?

"Si tenemos un acuerdo, no hay razón para una prórroga", aseguraba Jean Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, tras su comparecencia en Bruselas junto a Boris Johnson. Y con sus palabras saltaban algunas alarmas: ¿Estaría dispuesta la UE a forzar un brexit duro si el parlamento británico no respalda el acuerdo o es sólo una manera de presionar a los diputados en Londres?

Parece que el comentario de Juncker tiene más de los segundo que de lo primero; entre otras cosas porque no es la Comisión Europea quien tendría que conceder una extensión sino los líderes de los 27 por unanimidad. Pero la cuestión no es esa. La cuestión es si habrá siquiera solicitud de prórroga en caso de que el acuerdo no salga adelante. La ley Benn obliga a Boris Johnson a pedir una extensión si antes del próximo sábado a las 23.00 horas (hora británica), el parlamento no ha aprobado ningún acuerdo.

El secretario para el brexit, Stephen Barclay, aseguraba esta semana ante el Parlamento que Johnson cumplirá con la ley. Pero el primer ministro británico ha insistido por activa y por pasiva que el brexit será –sí o sí– el 31 de Octubre.

Si viola la ley, tendría que vérselas de nuevo con la justicia, que podría incluso optar por escribir la carta a Bruselas en su nombre. Por eso sigue sin descartarse que Johnson la envíe pero la acompañe de un mensaje en el que venga a pedir a los 27 que no le hagan mucho caso.

La opción de un segundo referéndum

Cuando Jo Swinson fue elegida en septiembre nueva líder del Partido Liberal Demócrata, anunció que su formación dejaba a un lado su reivindicación de un segundo referéndum para convertirse en el único partido a favor de cancelar el brexit.

Pero para intentar frenar el acuerdo de Johnson, Swinson ha decidido volver sobre sus pasos y los liberaldemócratas pretenden presentar el mismo sábado una enmienda reclamando la celebración de una nueva votación popular en la que se plantee a los británicos la opción de permanecer en la UE. Jeremy Corbyn ya ha anunciado que puede contar con su apoyo y no es el único. Incluso diputados conservadores, como el ex-ministro de Economía, Philip Hamond, se han mostrado dispuestos a respaldarlos si el acuerdo de Johnson no saliera adelante.

El sábado, precisamente, hay convocada una nueva marcha a favor del segundo referéndum y es espera que se convierta en la más multitudinaria en la historia del país.

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