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Abusos a menores en la Iglesia El papa Francisco y la derrota del silencio en los casos de pederastia en la Iglesia

El Papa Francisco ha logrado que los sacerdotes pederastas no puedan escudarse más en el secreto pontificio, tal como han hecho hasta ahora, para cubrir delitos de abusos sexuales. Jorge Mario Bergoglio, así pues, cristaliza de forma concreta, desde el Vaticano, su lucha alrededor del mundo contra la pederastia en la Iglesia Católica. Logrando, así pues, el poder tender la mano a las víctimas. Y hacer justicia.

Jóvenes muestran figuras del Niño Jesús en la Plaza de San Pedro del Vaticano. / EFE- RICCARDO ANTIMIANI

Cuando Barack Obama se estrenó como presidente de Estados Unidos hace ya más de una década, entró en el cargo prometiendo el desmantelamiento de Guantánamo. Aunque no se puede negar que dicho jefe del Estado americano haya sido uno de los más carismáticos de su país y que haya ejecutado importantes medidas para el mismo; Guantánamo, finalmente, continuó existiendo.

Salvando las distancias, desde un punto de vista religioso la elección de Jorge Mario Bergoglio como jefe de la Iglesia Católica supuso, en marzo de 2013, un antes y un después crucial en el mensaje cristiano del siglo XXI. El problema, en términos de Opinión Pública, reside en que cuanto mayor sea la expectativa, mayor puede ser la desilusión. Y con víctimas de por medio, la desilusión puede convertirse en desesperanza e injusticia. Así pues, los escándalos derivados de la pederastia arriesgaron ser el "Guantánamo" del obispo de Roma.

Por esta razón, el Papa Francisco esta semana ha tomado una decisión histórica, derogando el secreto pontificio relativo a los abusos sexuales que hasta ahora encubría las denuncias, los procedimientos y las decisiones vinculadas a delitos sexuales cometidos por sacerdotes como consecuencia de violencias, amenazas o abuso de autoridad; contra menores o personas vulnerables. Con dicha reforma de la ley vaticana, el Sumo Pontífice cristaliza de forma concreta, desde la Santa Sede, su lucha alrededor del mundo contra la pederastia en la Iglesia Católica. Tal como aseguró el propio Papa Francisco hace un año y medio: "Ninguna víctima se sentirá nunca más sola".

La noticia ha sido acogida con gran entusiasmo en la opinión pública italiana y en los principales periódicos transalpinos: "Una decisión histórica, un muro que se derrumba tanto en el Vaticano, como en las diócesis, como en las congregaciones religiosas", ha escrito esta semana el conocido diario italiano Corriere della Sera. Hay que tener en cuenta que el país con forma de bota es, obviamente, el más cercano al Vaticano y el que sigue con más regularidad todo lo que ocurre en la otra orilla del río Tíber. "Un cambio histórico para el Vaticano y con un significado político interno muy notable", opinó estos días el periódico transalpino La Repubblica.

A partir de ahora, así pues, no sólo se prohibe el empleo del secreto pontificio para todo lo relativo a abusos sexuales; sino que además el Vaticano fomentará la colaboración con la Justicia civil en todo el mundo para destapar el mayor número de casos posibles. "Las denuncias, los testimonios y los documentos relativos a los casos de abusos conservados en los archivos de los Dicasterios vaticanos y en las diócesis, que hasta ahora estaban sometidos al secreto pontificio, podrán entregarse a los magistrados de los países que los soliciten", explica Andrea Tornielli, uno de los principales responsables de comunicación de la Santa Sede. En definitiva, el Vaticano va a ser más transparente para facilitar el trabajo de los investigadores de todo el mundo que quieran hacer justicia.

Hasta esta semana, una víctima de abusos sexuales cometidos por un cura no tenía la posibilidad de conocer la sentencia del juicio que había arrancado una denuncia suya. ¿Por qué? Por el secreto pontificio, que no es otra cosa que un "secreto de altísimo nivel" –palabras de Tornielli– dentro del sistema de confidencialidad presente en el Derecho Canónico. Un elemento usado desde principios de los años '70 para asuntos de cierta gravedad.

La novedad que supone la decisión de Francisco es que hoy ya no se podrá emplear el ya mencionado secreto pontificio en materia de abusos sexuales. Además, a partir de ahora, se podrán conocer las sentencias. Esto, tal como se pudo aprender esta semana del Osservatore Romano, el periódico oficial de la Santa Sede, no implica que la documentación pase a ser de "dominio público", sino que estará a disposición de las autoridades competentes promoviendo así una "colaboración con el Estado y con otras entidades que tengan el derecho de acceso a dicha documentación".

Juan Carlos Cruz: "Como víctima y superviviente, le agradezco al Papa su valentía"

Esto, evidentemente, está despertando la esperanza de las víctimas que, desde hace años, piden justicia: "Como víctima y superviviente, le agradezco al Papa su valentía. Sé que en la Curia romana y en todo el mundo hay cardenales y obispos que están en su contra, gente que hasta ahora se ha escondido detrás del secreto pontificio para encubrir el terror y echar tierra por encima. Ahora, sin embargo, acaba de caer una muralla oscura", admite aliviado Juan Carlos Cruz, chileno de 56 años, en las páginas que estos días ha publicado el Corriere tras conocerse la revolucionaria decisión del Santo Padre. Tal como explica el propio periódico transalpino, Cruz fue víctima de los abusos de Fernando Karadima, cura pederasta "potente y temido desde los años de Pinochet" y que ha dado pie a los escándalos de la Iglesia chilena. Juan Carlos, al igual que muchas otras víctimas, son el testimonio vivo del encubrimiento de una parte –pequeña, pero problemática– de la Iglesia Católica en materia de pederastia.

Jorge Mario Bergoglio, así pues, ha logrado que los sacerdotes pederastas –una minoría dentro de la Iglesia Católica– no puedan escudarse en el secreto pontificio tal como han hecho hasta ahora, para cubrir delitos de abusos sexuales. Esta suerte de coartada infalible estaba haciendo perder cierta fuerza a la acción reformadora del Santo Padre, quien desde luego no tiene pocos adversarios dentro del Vaticano. Sin embargo, la abolición del secreto pontificio implica una fuerte señal para los sectores anti Francisco, quienes hasta ahora eran más proclives al mantenimiento del statu quo, aunque ello conllevara la relativización de los delitos. La revolución del Papa Francisco está tendiendo la mano, sin miedo, a las víctimas. Logrando derrotar la fuerza que, hasta ahora, tenía el silencio.

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