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Marruecos opta por la línea dura en el Sáhara Occidental

Rabat da prioridad a la violencia frente a la negociación para imponer su anexión ilegal del territorio. Los derechos humanos cobran protagonismo sobre la reivindicación política

TRINIDAD DEIROS

Con total impunidad, con la brutalidad que le es habitual, Marruecos desencadenó el lunes todo su aparato represivo en el Sáhara, un territorio del que sólo es potencia ocupante a la luz del Derecho Internacional, sin que la ONU, EEUU, la UE, ni tampoco España, hayan dado aún el paso de condenarlo. Como tantas otras veces ha pesado más la supuesta razón de Estado que el imperativo moral de proteger a los saharauis, un pueblo con el que España tiene una pesada deuda histórica.

Si algo dejaron claro los helicópteros, las fuerzas auxiliares y los gendarmes marroquíes que arrasaron el Campamento Dignidad es quién manda en la que un día fue una provincia más de España. También cómo lo hace: con la represión, la tortura, la muerte y la detención ilegal.

Horas después de que la ira de la teocracia marroquí se abatiese sobre el mar de jaimas de Gdem Izik, una delegación del reino se sentaba en la mesa de diálogo con el Frente Polisario en Manhasset (Nueva York). Unas conversaciones que la ONU define como 'informales' para que quede claro que la auténtica negociación sigue en el marasmo.

¿Qué cálculo puede llevar a un país que hace del Sáhara una causa sagrada a cometer un acto criminal el mismo día en que debe negociar con su adversario? Para el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago y experto en el Sáhara Carlos Ruiz Miguel, la respuesta es que la decisión de optar por la línea dura, por dar prioridad a la violencia frente a la negociación, tiene más ventajas que inconvenientes para Rabat: 'El beneficio para Marruecos es muy claro. Ha acabado con una resistencia que empezaba a ser preocupante, pues se estaba vertebrando una oposición interna en el Sáhara. ¿Y los costes? ¿Es que esto va a tener alguna consecuencia negativa para Marruecos? Ni España ni la UE han dicho nada. No ha habido condena'.

Ruiz Miguel cree que 'Marruecos aspira a crear un escenario israelí en el Sáhara'; el de un país que utiliza de manera totalmente impune la represión para mantener la anexión ilegal de un territorio.

Tras el ataque, se adivina a los generales Laanigri y Benslimane

El efecto que esta acción pueda tener en el diálogo con el Polisario (la próximareunión está prevista para diciembre) conlleva, además, 'una posible ganancia' para Marruecos, toda vez que la opción que defiende Rabat, una autonomía para la ex colonia española que excluya la posibilidad de la independencia, no parece convencer al enviado especial de la ONU para el Sáhara. 'Christopher Ross pide que se discutan las dos propuestas: la autonomía y el referéndum, por lo que las negociaciones no iban en favor de Rabat', asegura Ruiz Miguel.

El catedrático de Historia Contemporánea del Islam Bernabé López García coincide, con matices, en que Marruecos 'ha imitado mucho a Israel' en el Sáhara. Para empezar, utilizando una estrategia clásica en los conflictos: la negociación desde la fuerza. López García lo resume asegurando que 'una técnica de negociar es hacer alguna barrabasada antes de dialogar'.

Sin embargo, el análisis de este estudioso sobre los motivos del ataque al llamado Campamento Dignidad se centra más en la pugna por el poder dentro del núcleo del régimen marroquí. La brutal intervención del lunes apunta a una imposición de las tesis de la línea dura de la cúpula militar del país. En la sombra se insinúa la figura de dos generales siniestros: Hosni Benslimane y Hamidu Laanigri, que dirigen respectivamente la Gendarmería Real y las Fuerzas Auxiliares: los dos cuerpos de seguridad militarizados que arrasaron el campamento cercano a El Aaiún.

Partidarios de imponer la anexión del Sáhara mediante la ocupación militar pura y dura y la represión, estos dos hombres se oponen incluso a la autonomía defendida por el Palacio Real. El profesor López García subraya que a estos dos poderosos generales 'no les interesa nada que salga adelante la autonomía, pues se pondrían en peligro sus intereses en el Sáhara'.

Los 'intereses creados que algunos líderes de Marruecos, el Frente Polisario y Argelia tienen en la preservación del statu quo en el Sáhara', según lo expresaba el informe Sáhara: superar el estancamiento del think tank International Crisis Group, quedan especialmente claros en el caso de Benslimane, general mayor de las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos, condecorado en 2005 con la Gran Cruz de Isabel la Católica por el Gobierno español. Este militar de rostro pétreo y pasado siniestro, figura en la querella sobre el Sáhara en la Audiencia Nacional que instruyó el juez Baltasar Garzón como 'el superior que ordenó y dirigió presuntamente la campaña de detenciones y posteriores desapariciones en Esmara en el año 1976'.

Con el desalojo, Rabat ha tratado de negociar desde una posición de fuerza 

Benslimane, a quien también busca el juez francés Patrick Ramaël para interrogarlo por la desaparición en París del líder izquierdista marroquí Mehdi Ben Barka, en 1965, 'tenía hasta 2004 importantes concesiones pesqueras en el Sáhara', recuerda Bernabé López. 'Eso si no las sigue teniendo en la sombra'. Precisamente, el disfrute de recursos naturales como la pesca por parte de sus legítimos propietarios, los saharauis,era una de las reclamaciones del Campamento Dignidad.

El director del Centro de Estudios Históricos Internacionales de la Universidad de Barcelona y catedrático de Historia Contemporánea, Antoni Segura i Mas, coincide en señalar que la actuación de Marruecos obedece a 'una línea dura, que quiere dejar claro que no hay negociación posible, ni de autodeterminación ni de autonomía'.

'Está claro que la decisión de atacar el campamento el día de la reunión no fue casual, pero Marruecos ha cometido un gran error', explica Segura i Mas, 'porque el problema de los derechos humanos es mucho más sensible para las opiniones públicas que la reivindicación política defendida por el Frente Polisario'.

Aunque este catedrático duda de que el asalto al campamento tenga efectos directos sobre una negociación que 'sigue igual de paralizada que siempre', sí considera que 'habrá un antes y un después del asalto, porque ahora la situación de una población que está siendo tratada como ciudadanos de segunda en su propia tierra ha saltado a la escena mundial. Me atrevería a decir que ha puesto el Sáhara Occidental en el mapa'.

Los posibles escenarios que se abren ahora son menos halagüeños para Marruecos. 'Aliados tradicionales de Rabat como Francia y EEUU puede que empiecen a exigirle más transparencia en torno a la cuestión de los derechos humanos'.

La intervención del lunes ha provocado ya 'una reunión del Consejo de Seguridad'

De momento, la intervención del lunes ha provocado ya 'una reunión del Consejo de Seguridad sobre la actuación marroquí en el Sáhara, algo que creo que no había sucedido nunca'. Segura no descarta que el desmantelamiento del campamento tenga como consecuencia la ampliación del mandato de laMINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) para incluir la supervisión del respeto de los derechos humanos, una vieja reclamación del Frente Polisario, hasta ahora paralizada gracias a la oposición de Francia en el Consejo de Seguridad.

Ante el estancamiento de las negociaciones políticas, los derechos humanos pueden ser precisamente 'la gran baza del Frente Polisario'; el elemento clave que le permita maniobrar frente a Marruecos, recalca la periodista de TVE Yolanda Sobero, que esta semana presentó en Madrid su libro Sáhara, memoria y olvido.

'La UE y la ONU deberían tener como prioridad atajar las violaciones de derechos humanos en el Sáhara. Decirle a Marruecos: usted puede defender que el Sáhara es marroquí pero respetando los derechos humanos', explica Sobero, que cubre las noticias del Sáhara Occidental desde hace más de dos décadas.

Las repetidas amenazas del Frente Polisario de volver a las armas tienen para Sobero 'un sentido más simbólico que real', pues la posibilidad de una vuelta a las hostilidades le parece difícil: 'Ya no estamos en el mismo contexto que en los años setenta'. La periodista cree que el Polisario se refiere a otro tipo de guerra: la de los movimientos civiles de protesta 'que hemos visto desde la Intifada de 2005 en el Sáhara Occidental'. La posibilidad de un ataque militar por parte del Frente Polisario le parece también 'poco creíble' a Carlos Ruiz Miguel, pues el movimiento independentista saharaui 'no tiene capacidad para ello'.

Si una nueva guerra no se vislumbra, de momento, en el horizonte, la represión en el Sáhara sí tendrá un coste importante en términos de imagen para Marruecos, asevera Laura Feliú, presidenta de la ONG El Càlam y profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona.

La situación no cambiará si la ONU, UE, España, EEUU o Francia no presionan a Marruecos

Esta experta no se muestra tampoco muy optimista con respecto al futuro de una negociación: 'Ya antes de este ataque no se atisbaban posibilidades de arreglo, pues las posturas son antagónicas. Hoy la vía marroquí (la autonomía) está más lejos que antes'. En opinión de Feliú, el ataque al campamento ha subrayado que 'la base de la propuesta marroquí no se sostiene, pues cualquier autonomía se basa en las libertades políticas y el Estado de Derecho'.

¿Y la comunidad internacional? ¿Por qué ese silencio que Bernabé López define como 'una vergüenza majestuosa'? La tibia reacción de Occidente ante el ataque marroquí se explica, puntualiza Feliú, por el hecho de que Marruecos ha sabido 'vender muy bien una imagen de país más moderado que su entorno, que además colabora en aspectos como la inmigración clandestina'.

Los expertos consultados en este reportaje coinciden en que la situación en el Sáhara no cambiará si Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados como España , EEUU y Francia no presionan a Marruecos. Según Carlos Ruiz Miguel, los instrumentos para ello existen, y pone como ejemplo la cláusula de derechos humanos del Acuerdo de Asociación entre Marruecos y la UE, que condiciona el convenio al respeto de las libertades por parte de Rabat.

Pero esta cláusula no se ha invocado nunca y el proverbio saharaui citado en el libro de Yolanda Sobero que recuerda que Las palabras de la noche las borra el día sigue describiendo el olvido que padecen los saharauis por parte de una indiferente comunidad internacional.

¿Qué sucedería si Marruecos perdiera el Sáhara? ¿Caería la monarquía marroquí y por consiguiente se desestabilizaría el país? El catedrático de la Universidad de Santiago Carlos Ruiz Miguel considera que esta hipótesis, que goza de amplio crédito en las cancillerías occidentales, incluyendo la española, es más “una percepción inducida por Marruecos” que una realidad. El objetivo le parece claro: “conseguir que los países occidentales apoyen la anexión marroquí de la ex colonia española so pena de provocar una catástrofe”. 

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