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15 de mayo de 2011, el 'crack' que anunciaba el fin del bipartidismo

Una comparación del CIS de abril de 2011 y el del mismo mes de 2016 muestra una sociedad electoralmente muy diferente en la que el bipartidismo conseguiría el 37,2% de los votos frente al 83,81% de 2008. La sangría de votos llega a causa del abandono de los jóvenes, de los ciudadanos que viven en poblaciones de más de un millón de habitantes, de la gente con estudios superiores y de las clases medias-altas y altas.

Concentración en la Puerta del Sol del movimiento 15M.- EFE

ALEJANDRO TORRÚS

MADRID.-  Cómo hemos cambiado y qué lejos ha quedado aquella realidad. El 15M de 2011 supuso un crack que anunciaba el fin del bipartidismo y que ha hecho tambalearse al régimen del 78. Cinco años después de aquel estallido, una comparación entre el CIS de abril de 2011 y el del mismo mes de 2016 muestra una sociedad electoralmente muy diferente. Por ejemplo: el bipartidismo a día de hoy conseguiría el 37,2% de los votos (quedarían por añadir los indecisos), un 18,3% menos de votos, que en el CIS de 2011 y un 36,15% menos de los que obtuvieron finalmente en las elecciones del 20 de noviembre de 2011. 

Dentro de este derrumbe del bipartidismo se puede apreciar que la sangría de votos llega a causa del abandono de los jóvenes, de los ciudadanos que viven en ciudades de más de un millón de habitantes, de la gente con estudios superiores y de las clases medias-altas y altas. De esta manera, se puede decir que el bipartidismo cuenta con un electorado más envejecido, con menos estudios y que vive en un ambiente más rural aunque llama especialmente la situación del PSOE, que bien puede describirse como un partido de clase con éxito entre clases obreras y entre ciudadanos con menos formación. 

La corrupción y el fraude era percibido como un problema por el 0,9% de la población, mientras que en 2016 este porcentaje asciende al 17,6%.

Pero no sólo eso, el análisis comparado de los datos permite afirmar que casi la mitad de los jóvenes que en 2011 pensaban votar a PP y PSOE ya no pretenden hacerlo. Además, entre los jóvenes de 18 y 24 años ha descendido el porcentaje de los que se definen como conservadores, demócrata-cristianos, liberales y socialistas, mientras que han subido los que se ven a sí mismos como progresistas, socialdemócratas y nacionalistas. En términos generales, aumentan los que se perciben como progresistas, socialdemócratas y comunistas. 

Asimismo, los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas permiten afirman que la juventud, y también la sociedad, se ha politizado. El porcentaje de personas que hablan "a menudo" de política con amigos, familiares y compañeros de trabajo ha ascendido en una media de cinco puntos porcentuales en todas las franjas de edad. Por tanto, sí se puede afirmar que estos cinco años han supuesto una repolitización de la sociedad.   

Otro cambio notable se produce en los problemas que a juicio del ciudadano le afectan más. El principal problema sigue siendo el paro. Así, en 2011 el desempleo era el principal problema para el 44,5% y en 2016 para el 43,5%. Eso no ha cambiado. No obstante, la principal diferencia es que en 2011 la corrupción y el fraude era percibido como un problema por el 0,9% de la población, mientras que en 2016 este porcentaje asciende al 17,6%. 

La ruptura generacional

Suben los jóvenes que se definen como progresistas, socialdemócratas y nacionalistas y descienden los que se definen como conservadores y socialistas

La clave principal, pero no la única, que explica la caída del bipartidismo es la ruptura generacional. Los jóvenes se han apartado de los partidos tradicionales. Pau Mari-Klose, en su estudio Prioridades poco prioritarias demostró cómo los partidos tienden a favorecer los intereses colectivos de edad más avanzada, a sabiendas de que en esas franjas se concentra el voto, en perjuicio de las necesidades de colectivos que se van incorporando a la vida adulta. 

En abril de 2011 el bipartidismo contaba con el voto, según el indicador de voto+simpatía del CIS, del 55,5% de la población. Por edades, este apoyo se traducía en apoyo del 49,8% de votos de los jóvenes entre 18 y 24 años y del 49,5% en el caso de los jóvenes entre 25 y 34 años. Por partidos, este apoyo se desgranaba en un 30% de votos al Partido Popular entre los votantes más jóvenes y un 19,8 al Partido Socialista. Entre los mayores de 65 años, el bipartidismo aglutinaba al 66,6% de los votos (37,7% del PP y 29,1% del PSOE).

De 2011 a 2016, el Partido Popular ha pasado de tener el voto de un 30% de los jóvenes al 13,1%

El contraste con las cifras del CIS de abril de 2016, justo cinco años después, es evidente. Según el indicador de voto+simpatía el bipartidismo hoy día conseguiría el 37,2%. Un 18,3% menos de votos, que en el CIS de 2011 y un 36,15% menos de los que obtuvieron finalmente en las elecciones del 20 de noviembre de 2011. 

Por partidos políticos y franjas de edad, el 'crack' se refleja aún mejor. De 2011 a 2016, el PP habría pasado de tener el apoyo de un 30% de los jóvenes al 13,1% y del 26,7% de las personas entre 25 y 34 años al 15,1%. En el caso del PSOE, la caída pasa del 19,8% de apoyo entre los más jóvenes al 13,6 y del 26,7% en el caso de los que tienen entre 25 y 34 años al 13,1%. Es decir, casi la mitad de los jóvenes que en 2011 pensaban votar a PP y PSOE ya no quieren hacerlo. 

La duda, en este caso, sería si estos jóvenes se han separado del bipartidismo para siempre o si los partidos tradicionales aún conservan la capacidad para recuperar el voto de la juventud. En todo caso, comparando las gráficas de cómo se definen los electores se refleja que entre los jóvenes de 18 y 24 años hay menos que se definen como conservadores, demócrata-cristianos, liberales y socialistas, mientras que suben los jóvenes que se definen como progresistas, socialdemócratas y nacionalistas. 

Los que tienen títulos superiores abandonan al bipartidismo

La comparación entre los CIS de 2011 y 2016 muestra que el PSOE sigue siendo la fuerza favorita entre los ciudadanos sin estudios y con la primera etapa de secundaria finalizada, mientras que el Partido Popular ocupa la primera posición entre los que cuentan con la Primaria. Los ciudadanos que se han alejado del bipartidismo, por tanto, son los que han accedido a la segunda etapa de la Secundaria, a la Formación Profesional y a estudios superiores. 

Por ejemplo, en 2011 el 19,4% de los ciudadanos con estudios superiores apostaba por votar al PSOE, mientras que en 2016 este porcentaje ha disminuido hasta el 10,8%. La caída de los socialistas es acompañado por la del Partido Popular. Los conservadores caen del 22,1% de voto+simpatía, en 2011, siendo la primera fuerza, al 14,1% que supone el tercer puesto de la lista por debajo de Ciudadanos y de Podemos más IU y las confluencias. 

Integrantes y simpatizantes del Movimiento 15-M durante la asamblea celebrada en la madrileña Puerta del Sol. (Efe)

Integrantes y simpatizantes del Movimiento 15-M durante la asamblea celebrada en la madrileña Puerta del Sol. (Efe)

Los agricultores, fieles al PP

Un análisis comparado por la situación laboral de los ciudadanos permite apreciar cómo el Partido Popular ha conseguido mantenerse como primera fuerza política entre los comerciantes y los pequeños empresarios sin asalariados a su cargo, los agricultores y los pensionistas. Sin embargo, la caída de votos a los conservadores es más que apreciable entre los empresarios con asalariados a su cargo y entre los profesionales y técnicos por cuenta ajena y cuadros medios. En cambas categorías la caída es de alrededor de un 50% de apoyos que se desplazarían a Ciudadanos y a Podemos. 

Por otro lado, la otra pata del bipartidismo, el PSOE ha perdido una cantidad importante de apoyos entre los estudiantes, campo que domina Podemos, entre los agricultores y entre los obreros cualificados, aunque sigue en primera posición en este ámbito. Por contra, los socialistas sí han conseguido mantener un alto número de apoyos entre los obreros no cualificados (agrarios y no agrarios). 

El PSOE, primera fuerza entre obreros no cualificados

Si la comparación se realiza según la clase social, muestran que el PSOE continúa siendo el partido de los obreros no cualificados y sigue manteniendo un apoyo importante entre los obreros cualificados aunque en este punto habría perdido la hegemonía por el acuerdo electoral entre Podemos e IU y el resto de confluencias. La caída del PSOE es importante entre las clases alta y media-alta, donde se desangra a favor de Podemos, y en las nuevas clases medias. 

Por su parte, el Partido Popular se mantiene como la primera fuerza de las viejas clases medias perdiendo más del 50% de los apoyos que tenía entre los obreros cualificados y no cualificados. Asimismo, también es apreciable la pérdida de apoyos que sufre entre la clase media-alta y alta, que previsiblemente se han desplazado hacia Ciudadanos. 

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