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Podemos Pablo Iglesias encuentra en Andalucía la solución al problema catalán

El líder de Podemos y Teresa Rodríguez reclaman para Catalunya la misma salida que el Estado dio al referéndum del 28F cuando el resultado no cumplió los requisitos legales para aprobar el Estatuto de Autonomía andaluz: cambiar la ley.

Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias. / DANIEL CELA

Dice Pablo Iglesias que “si Mariano Rajoy y Albert Rivera se leen el preámbulo del Estatuto de Autonomía de Andalucía, a lo mejor piden la aplicación del artículo 155 de la Constitución”, como están haciendo en Catalunya. Y no es sólo una provocación ocurrente o un chascarrillo cómico, de hecho, el PP recurrió ante el Tribunal Constitucional artículos del Estatut catalán que están calcados en el Estatuto andaluz, y que hoy siguen plenamente en vigor. Pero hay más. El secretario general de Podemos cree haber encontrado en la lucha por la autonomía andaluza la solución al conflicto catalán. “Si la ley no sirve, hay que adaptar la ley a la democracia”, avisa Iglesias, “es lo que el pueblo andaluz obligó a hacer a las instituciones hace 40 años”. Es lo que deberíamos hacer hoy en Catalunya, sugiere.

La solución al problema catalán está escrita ahí, en la historia andaluza, el 4 de diciembre de 1977 (4D). De esto ha tratado el debate público que han mantenido este jueves Iglesias y la líder de Podemos en Andalucía, en un encuentro inusual entre ambos dirigentes en Sevilla, organizado por la Cadena Ser. Dentro de 45 días se cumplen 40 años de aquella fecha emblemática para Andalucía, el día en que miles y miles de andaluces se manifestaron en las calles para reclamar la plena autonomía, la misma cuota de autogobierno que la Constitución española iba a prometer a las comunidades históricas: Catalunya, Euskadi y Galicia.

Tres años después, esa conquista popular en la calle cristalizó en el referéndum del 28 de febrero (28F) en el que los andaluces votaron un Estatuto de autonomía equivalente al de los territorios históricos. “No queremos ser más que nadie pero tampoco menos que nadie”, fue la consigna. Por estos horizontes del sur, a Pablo Iglesias siempre le han reprochado su falta de conocimiento sobre la realidad andaluza. En el debate de Antena 3, en las pasadas elecciones generales, confundió la manifestación del 77 por la autonomía con “un movimiento de autodeterminación”. Le llovieron críticas de todas partes, y de rebote le salpicaron a Teresa Rodríguez.

Iglesias se deja ver poco por Andalucía -una decisión extraña en un líder que aspira a gobernar España-, pero esta vez ha venido a Sevilla con la lección de historia aprendida, con un montón de paralelismos entre el meollo andaluz y el catalán. El 28F de 1981, los andaluces votaron mayoritariamente sí a un Estatuto de autonomía por la vía rápida (artículo 151 de la Constitución), pero no lo hicieron en Almería. Almería fue la única provincia donde el sí no superó la mitad más uno de los censados, el requisito legal que habían impuesto los poderes del Estado para dar por bueno el resultado. No se alcanzó el límite exigido y, por tanto, no se cumplió la ley.

Pero el Estado cambió la ley a posteriori para validar el resultado de la consulta, usó criterios políticos para hacerlo, valoró el contexto social del momento. La presión del PSOE y del resto de fuerzas de izquierdas al Gobierno de UCD fue durísima, la reticencia de la derecha fue igual de férrea. Fueron días de política salvaje aunque, claro, no había redes sociales. Imaginen un tuit en el 81: “Cambian la ley del referéndum tras fracasar el resultado para darlo por bueno”. “A falta del voto de la mayoría ciudadana, se podrá conculcar la voluntad popular si así lo solicita la mayoría de los diputados y senadores que los representan”. Como el pueblo no ha hablado, que hablen por ellos sus representantes.

A Iglesias este paralelismo le parece tremendamente clarificador para salir del atolladero en Catalunya. “La ley no se cumplió en Almería. No sirvió, y ante un problema jurídico, hubo que adaptar la ley a la democracia. ¿Se imaginan que las élites del poder en ese momento les hubieran dicho a miles de andaluces que se manifestaban en la calle que no tendrían Estatuto de Autonomía? El acuerdo político sirve para superar los límites de la ley. Aquel proceso demostró que hay que cambiar las leyes cuando no sirven, fue el mayor ejemplo democrático de la Transición, se demostró que la voluntad popular debía servir para repensar las leyes que son insuficientes”, dijo el dirigente de Podemos ante un público entregado, que aplaudía cada una de sus intervenciones. Esta vez sí, el paralelismo histórico es verosímil. Con esta tesis, Iglesias y Teresa Rodríguez vuelven a validar la opción de un referéndum legal y con garantías para Catalunya.

La autonomía de Teresa Rodríguez

La gaditana tuvo un discurso más arraigado al andalucismo, más sensibilizada con el riesgo de que el conflicto catalán se resuelva de forma bilateral con el Gobierno de España, en detrimento de las regiones del sur. En esta línea, Rodríguez es tan beligerante como la presidenta Susana Díaz. “Si se va a abrir el debate sobre el modelo de financiación autonómica, yo no me conformo con las cuotas de autogobierno que tengo”, dijo. Y añadió: “Si la crisis catalana deriva en un apaño de mesa de camilla entre la burguesía catalana y el PP, como otras veces en el pasado, ahí vamos a estar en contra. Estaremos con la presidenta andaluza reclamando una financiación más justa para Andalucía”.

Pablo Iglesias. / DANIEL CELA

Pablo Iglesias. / DANIEL CELA

La autonomía política es un concepto que une y separa a Pablo Iglesias de Teresa Rodríguez. En el ámbito territorial, porque el líder de Podemos ajusta la idea de autogobierno en Catalunya a la convocatoria de un referéndum legal, pactado con el Estado, mientras que la corriente Anticapitalistas a la que pertenece Rodríguez dio por buena la consulta del 1 de octubre, pese a ser declarada ilegal por el Tribunal Constitucional. En el ámbito orgánico, sus diferencias respecto a los límites de la autonomía política son más evidentes, porque el poder de Rodríguez termina justo donde lo ha delimitado Iglesias.

Podemos Andalucía demanda desde hace un año más cotas de autonomía política, financiera y orgánica, quiere desprenderse de la tutela de la dirección federal, como hace IU Andalucía o el PSOE de Susana Díaz. Rodríguez fue elegida en la asamblea regional de Podemos Andalucía con el mandato de conformar un partido menos dependiente de Madrid, con capacidad para gestionar sus cuentas, decidir sus alianzas políticas y componer sus listas electorales sin necesidad del visto bueno de la ejecutiva federal.

Ese fue el mandato de la asamblea regional, pero el de Vistalegre II fue otro. Allí ganó el modelo de partido abanderado por Pablo Iglesias, menos ambicioso en su apuesta de descentralización, menos proclive a ceder más poder a los territorios. Cuando Teresa Rodríguez dice delante de Iglesias: “Yo no me conformo con las cuotas de autogobierno que tengo”, está hablando de Andalucía dentro de España, pero quizá también esté hablando de Podemos Andalucía dentro de Podemos.

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