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La Ranilla: la primera cárcel franquista convertida en museo regional de la memoria

El antiguo pabellón de ingresos de la prisión provincial de Sevilla, conocida como la Ranilla, se convertirá en el primer museo regional de la memoria histórica en España.

Presos haciendo ejercicios en el patio de la cárcel de La Ranilla.- ARCHIVO DE FERNÁNDEZ LUCEÑO

maría serrano

Para muchos se trata de un edifico maldito. Las paredes de la que fuera la vieja prisión provincial de Sevilla, fueron testigos de la represión más terrorífica en los años de posguerra, pero también de la presencia de presos políticos que por sus ideas llegaron a abarrotar esta cárcel a las puertas de la Transición. Fue construida a finales de la Segunda República, como un proyecto innovador de la mano de Victoria Kent. La cárcel de la Ranilla se proyectó como un espacio a las afueras de la ciudad. Hoy ocupa un pequeño terreno en el extrarradio junto al barrio de los Pajaritos y un amplio centro comercial, edificado en los años 90.

“Será el principal centro de Andalucía de interpretación sobre el franquismo”, aclaraba hace escasos días el alcalde socialista Juan Espadas. El Ayuntamiento de Sevilla impulsará la rehabilitación del antiguo pabellón de ingresos en los próximos doce meses. Las obras que se van a desarrollar en esta primera fase de la Ranilla son básicamente de restauración completa del edificio. Ya en una segunda fase de adecuación se llevará a cabo la culminación del centro de memoria histórica de referencia a nivel nacional.

Un proyecto memorialista con doce años de retraso

El edificio que albergará el citado espacio memorialista ocupa actualmente 1.538 metros cuadrados, con dos plantas que se disponen en torno a un patio central ajardinado de 420 metros cuadrados.

El convenio de colaboración para el desarrollo del centro de memoria histórica se remonta a diciembre de 2006, siendo alcalde el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín. La puesta en marcha se ha retrasado más doce años, con la espera de las entidades y colectivos memorialistas, a pesar de que las instalaciones de la vieja cárcel tenían serios indicios de abandono.

"Muchos políticos republicanos que tenían importantes cargos en la II República salieron de allí para ser fusilados"

Cecilio Gordillo, coordinador del Grupo de memoria de CGT Andalucía recuerda a Público cómo ya desde 1997 “la cárcel de la Ranilla se venía desmantelando, quedando una decena de internos, de tercer grado y en régimen abierto”. El convenio se replantearía entonces, una vez demolida buena parte de la edificación original. La tercera galería de los presos políticos fue derribada en el año 2008, a pesar de sus connotaciones políticas, históricas y sociales. La concejal delegada para la Memoria Histórica, Adela Castaño, deberá ahora acordar en los próximos meses con los asociaciones de memoria y distintos colectivos el contenido que tendrá este museo, con un presupuesto por parte del ayuntamiento de Sevilla de 1,9 millones de euros.

La tercera galería de la Ranilla derruida en 2008 con presos políticos hacinados

La tercera galería de la Ranilla derruida en 2008 con presos políticos hacinados

La vida diaria en Ranilla: mil quinientos presos hacinados, epidemias y muerte

La reciente publicación Ranilla. Prisión de presos políticos del franquismo (Aconcagua) rescata de la mano de la investigadora María Victoria Fernández Luceño, como en el padrón de Sevilla en 1940 se recogen más de mil quinientos presos hacinados en la Ranilla. “Muchos de ellos estaban allí para ser juzgados en Consejo de Guerra y fueron fusilados. Aunque la cárcel fue proyectada por Victoria Kent para 400 presos, llegó a albergar miles a lo largo de la dictadura” apunta a Público la investigadora.

El papel de la prisión de La Ranilla se convirtió en un espacio de terror y muerte al estallar el golpe militar al mando de Queipo de Llano en la Sevilla de 1936. “Fue una auténtica carnicería de vecinos. Sabemos que muchos políticos republicanos que tenían importantes cargos en la II República salieron de allí para ser fusilados en los primeros seis meses de guerra”.

Luceño ha recogido de todo el Archivo Histórico Provincial de Sevilla 14.453 expedientes de presos políticos de las prisiones, activas en los primeros momentos del golpe: Prisión Provincial de Sevilla “La Ranilla”, Prisión Militar de “La Ranilla”, Prisión de Partido de Carmona, Prisión de Partido de Morón, Prisión de Partido de Cazalla de la Sierra y Prisión Habilitada de Heliópolis (barrio de la ciudad de Sevilla).

"La cárcel fue proyectada para 400 presos, pero llegó a albergar miles a lo largo de la dictadura"

Las cifras hablan en por sí mismas. “El 66% de la población reclusa en La Ranilla eran vecinos de la ciudad y su provincia. El golpe militar les cogió a muchos de improviso. Y sufrieron la dureza de Queipo de Llano y del auditor de guerra Bohórquez Vecina” (ambos enterrados en la actual basílica de la Macarena). El sufrimiento de la actuación golpista queda reflejado en la cantidad de presos residentes en Sevilla, 3.080, cantidad sin duda exagerada que se explica por el golpe militar de Queipo de Llano que metió en prisión a la gente de Sevilla en masa. “También llama la atención el gran movimiento de presos que hizo Franco desde todos los puntos de la geografía”, aclara Luceño. “Los presos llegaban a Sevilla a medida que caían ciudades republicanas como Almería o Jaén a finales de la guerra”.

La Dirección General de Orden Público era un centro de tortura e interrogatorio antes de llegar a la cárcel provincial. “El capitán Manuel Díaz Criado desencadenó una brutal represión”. De allí mandaban a La Ranilla a hombres y mujeres con la simple sospecha de ser izquierdistas, o no haber apoyado con entusiasmo el golpe militar y haber tenido antecedentes en los años anteriores de la República.

El desconocido Pabellón de Mujeres en la Ranilla

El pabellón de mujeres albergó en torno a 755 mujeres presas. Luceño señala a Público que “las mujeres no estuvieron todo el tiempo de la condena en La Ranilla sino que eran trasladadas a otras cárceles” en un gran número de expedientes. Fueron enviadas a Granada, a la cárcel de mujeres de Málaga . Alguna también a la prisión de las Ventas de Madrid” Era tal las malas condiciones de habitabilidad que preferían trasladarlas por miedo a los contagios de epidemias que se producían en los años cuarenta.

Muchas de estas mujeres fueron rehenes por la desaparición de su hijo o hermano desaparecido después de la guerra. María Victoria señala que “también hubo mujeres milicianas que se enfrentaron al ejército golpista y huyeron cuando sus pueblos cayeron en manos enemigas”. O casos de mujeres condenadas en plena posguerra a causa del estraperlo.

Los tres ingresos de Carmen en el pabellón de la Ranilla

Carmen Muñoz Caraballo fue una de aquellas mujeres presas interna en tres ocasiones en la Ranilla, a causa del negocio del estraperlo. Aquel mercado negro, perseguido por las autoridades, le permitía ganar un sustento básico, prácticamente de supervivencia, para mantener a su hija Otilia. Quedó viuda a los 27 años de edad al asesinar a su marido en el municipio de Castilleja del Campo (Sevilla).

Carmen Muñoz Caraballo

Carmen Muñoz Caraballo

Noelia es nieta de Carmen y recuerda a Público la crudeza de su historia. “Mi abuela Carmen nunca contó nada de aquellos años ni cuando su esposo Manuel Escobar fue fusilado el 27 de agosto de 1936”. En el municipio de Castilleja del campo tuvo que salir adelante sola y buscar un trabajo que le permitiera mantenerse, ya que al haberse casado como matrimonio civil nunca tuvo derecho a una cartilla de racionamiento.

Noelia pudo encontrar antes del desmantelamiento de los archivos de la vieja cárcel de la Ranilla dos de los tres expedientes procesales de su abuela Carmen. El primero corresponde a 1947. “Tuvo que cumplir cien días de arresto por insolvencia de multa —afirma su nieta a Público— al ser multada en el tren de camino a Huelva o Sevilla donde hacía el pequeño negocio con alimentos tan básicos como la harina el café en un cesto".

Carmen tenía el pecho negro, agrietado por la falta de higiene. Los piojos comían su cuerpo y estaba en los huesos

“Mi madre fue a verla solo una de las tres veces a la cárcel y su imagen fue traumática”, añade Noelia. Carmen tenía el pecho negro, agrietado por la falta de higiene. Los piojos comían su cuerpo y la falta de alimento la dejaba prácticamente en los huesos. “Mi madre Otilia se podía quedar aquellos trágicos días con sus tíos José y Modesto, hermanos de su padre”. Eso le evitaría revivir de por vida aquellas circunstancias que la han acompañado toda su vida”. Noelia solo llegó a encontrar el segundo expediente con una reclusión de 150 días el 30 de abril de 1948. “Mi madre Otilia ya tenía trece años y luchaba junto a mis tíos José y Modesto para recabar el dinero de la multa y así quitarle días de cárcel en medio de tanta miseria”.

Fernández Luceño aclara a que “la mujer republicana sufrió el látigo golpista no sólo sobre ella misma que padeció la brutal represión franquista, sino también porque quedó en una situación de pobreza, abandono y humillación por la pérdida de los hombres que fueron fusilados, encarcelados, que estaban huidos”. Sin merecer sustento alguno.

Esta investigadora recuerda como aquel pabellón de mujeres guarda aún muchas incógnitas que esperan que queden expuestas en el nuevo museo de la memoria para la ciudadanía. “No se conocen las historias desde dentro. Nos queda aún mucho por conocer de aquella cárcel que siguió abarrotando sus galerías hasta cerca de los años 60 con sentencias del Tribunal de Orden Público”. A la espera de que la información pueda ser descalificada, Luceño destaca la “ingente cantidad de expedientes que quedarán por salir a la luz por la disidencia de tantos vecinos andaluces que se revelaban contra el régimen de Franco” a pesar del paso de los años.

Fachada de la prisión provincial de Sevilla en la actualidad

Fachada de la prisión provincial de Sevilla en la actualidad

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