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Eduardo Ranz, el alma máter de la exhumación de Franco

El ahora asesor del Ministerio de Justicia, visiblemente emocionado durante la validación del Real Decreto en el Congreso, lleva seis años trabajando para exhumar a víctimas del franquismo del Valle de los Caídos y tres para sacar a Franco. El jueves, tras años de lucha, abrió una botella de cava que llevaba tres años guardada en su nevera para la ocasión. 

El abogado especializado en Memoria Histórica Eduardo Ranz

ALEJANDRO TORRÚS

Congreso de los Diputados. Jueves. El Pleno, en una votación histórica, acaba de convalidar el Real Decreto Ley que permitirá exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Ovación atronadora. Todas las miradas se dirigen rápidamente a la tribuna de invitados. Víctimas de la dictadura franquista lo celebran emocionadas. Por fin. 43 años después. 43 años tarde. En la memoria, los presos políticos que fueron esclavizados en Cuelgamuros; las víctimas enterradas junto a su verdugo, los miles de desaparecidos, los torturados. 

Entre los abrazos y las lágrimas, destaca un rostro joven que no puede evitar emocionarse. Se le ve con un pañuelo intentando poner freno al reguero. En el plano personal, son muchos años de trabajo. De sacrificio. Horas sin dormir y también más derrotas de las deseadas. En el colectivo, la lucha de todo un movimiento memorialista. De víctimas como Fausto Canales, que tiene a su padre enterrado en la caja 198, situada en la cripta derecha, piso 1º, detrás de la capilla del Sepulcro. 

"Pienso en una persona que nos falta, el abogado Carlos Slepoy; y pienso en mi abuelo Antonio, hijo de fusilado", dice Eduardo Ranz. 

Las lágrimas pertenecen a Eduardo Ranz, el abogado que contrató el Ministerio de Justicia como asesor para, entre otros menesteres, sacar a Franco del Valle de los Caídos. Él fue el abogado que consiguió que la Jusiticia ordenara la exhumación de los hermanos Lapeña del Valle de los Caídos y él ha sido el principal artífice del Real Decreto Ley que permitirá poner fin al agravio histórico que suponía que el dictador Francisco Franco estuviera enterrado con honores en un mausoleo que exalta a la dictadura. Estudió todas las fórmulas jurídicas y posibilidades. Apostó por la más segura. Hoy día es una realidad. Franco será exhumado antes de que finalice el año 2018. 

"Pienso en una persona que nos falta, el abogado Carlos Slepoy; y pienso en mi abuelo Antonio, hijo de fusilado, que de chico de estación en Soria consiguió ser  abogado en Madrid. Recuerdo también que en los sobres ponía los sellos de Franco boca abajo y en guardaba la prensa republicana mexicana en el primer cajón de su escritorio", señala Ranz a Público. 

La Memoria tiene estas cosas. Los días de éxito son y serán siempre para los que faltan. En su honor y recuerdo. Para aquellos que fallecieron antes de que el Congreso de los Diputados se diera cuenta de que una democracia no puede exaltar al dictador que perpetró una auténtica matanza contra su propio pueblo. "Porque fueron, somos", se repite en cada celebración. Y sin Slepoy, en este caso, todo el movimiento memorialista sería un poco menos grande. 

La botella de cava

Son las 22.00 horas del jueves. Eduardo Ranz, doctor por la Universidad Carlos III, por fin ha llegado a casa. Abre la nevera y busca una botella de cava que guarda desde hace tres años en el frigorífico. El corcho de la botella sale disparado. Es el anuncio. El pistoletazo de salida. Franco está a punto de salir del mausoleo. "El Estado de derecho por fin ha llegado al Valle de los Caídos", escribe. 

Ranz tenía guardada una botella de cava en la nevera para el día en el que se consiguiera la exhumación del dictador

Ranz compró la botella, más o menos, cuando comenzó a trabajar junto a los abogados Baltasar Garzón y Manuel Ollé para sacar al dictador de Cuelgamuros. Era el año 2015 y los tres abogados se pusieron  manos a la obra en un tarea que parecía imposible. El 19 de noviembre de 2015 elevaron un escrito al Consejo de Ministros en el que solicitaron, entre otras cosas, sacar a Francisco Franco y Primo de Rivera del Valle. Pero el plazo pasó y el Gobierno no contestó, por lo que acudieron al Supremo, al entender que se había vulnerado el derecho de petición. El Supremo, no obstante, rechazó la petición y no entró a valorar el fondo de la cuestión. La lucha tenía que continuar por otro lado.

"De Eduardo Ranz destacaría su capacidad de trabajo y la visión que tiene para plantear el litigio. Ve muy clara la jugada y sabe anticiparse a los acontecimientos. Es un tipo muy inteligente", destaca el letrado Manuel Ollé, que trabajó con Ranz con el objetivo de sacar a Franco de Cuelgamuros. En esa lucha también coincidió con el abogado Pedro J. Díaz, que señala de Ranz "la tenacidad" y su capacidad para "tener preparadas siempre varias alternativas". "Sabía perfectamente que el trabajo que realizaba en Memoria Histórica era a largo plazo. No le desesperaban los malos resultados", explica Díaz. 

La escoba del callejero

Pero la tarea de Eduardo Ranz en la Memoria Histórica comenzó mucho antes de su labor para exhumar al dictador. Hace ahora seis años, el 20 de noviembre de 2012, Ranz registró la primera denuncia ante el juzgado de instrucción de San Lorenzo del Escorial para sacar a los hermanos Lapeña del mausoleo de su verdugo. Fue un largo litigio judicial que acabó en hito. Se consiguió la primera sentencia de un juez que insta a exhumar a dos víctimas del Valle de los Caídos para darles "digna sepultura". Pero la sentencia nunca se ejecutó. La lucha tuvo que continuar hasta que este verano Patrimonio se puso manos a la obra. 

En su lucha contra el callejero franquista ha presentado cerca de 400 derechos de petición y de 50 demandas civiles

De forma paralela, Ranz ha tenido un papel más que destacado en el proceso de limpieza del franquismo del callejero. A pesar de que la Ley de Memoria Histórica instaba a eliminar toda exaltación de la dictadura en el callejero, decenas de ciudades habían ignorado deliberadamente esta norma. Acudió al Defensor del Pueblo, a los tribunales y poco a poco fueron cayendo símbolos y calles de la dictadura. Redactó alrededor de 400 derechos de petición, 50 demandas civiles y alrededor de 1.000 escritos. Nombres de calles, de localidades. Lo suyo parecía una obsesión. Y fue venciendo. Sus denuncias llegaron hasta a Filipinas, donde varias calles recuerdan a golpistas de 1936.

La lucha por la recuperación de la Memoria Histórica y la verdad, justicia y reparación de las víctimas del franquismo es una lucha colectiva inscrita con decenas de nombres. El de Eduardo Ranz ha sido un fijo en los últimos años. Cada uno desde su ámbito, cada uno como una herramienta más en la búsqueda de verdad, justicia y reparación. Como dice la famosa canción de Lluís Llach si unos estiran fuerte por un lado, y otros por otro, la estaca caerá. Hoy, con el esfuerzo de Ranz y tantos otros, el franquismo sin Franco está más cerca de desaparecer. 

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