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La polémica del máster de la Universidad Rey Juan Carlos I Montón se plantea ejercer la medicina y decide abandonar la primera línea política 

Pedro Sánchez quiso mantenerla hasta el final en el Ejecutivo, aunque poco antes de darle su apoyo en público, hubo una comida de altos dirigentes del Gobierno y del PSOE con el objetivo de convencer al presidente de que la cesara

11/09/2018.- La ministra de Sanidad, Carmen Montón, en rueda de prensa ofrecida hoy en la sede del Ministerio en la que ha informado sobre su dimisión tras difundirse presuntas irregularidades en la realización de un máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). EFE/JuanJo Martín

La ex ministra de Sanidad Carmen Montón se ha ido del Gobierno “con la conciencia muy tranquila” y hasta se siente orgullosa de cómo afrontó y dio la cara en unas circunstancias más que complicadas por la polémica de su máster, según aseguran fuentes de su entorno que conocen bien a la política valenciana.

Sin embargo, todo lo ocurrido va a abrir un punto de inflexión en su vida y ahora se plantea qué hacer. Su proyecto más inmediato, aunque no lo tiene decidido, es empezar a trabajar como médica -es licenciada en Medicina, pero nunca ha ejercido- y está decidida a abandonar definitivamente la primera línea política, en la que ha estado la inmensa mayoría de su vida.

Lo que es seguro, es que seguirá vinculada a la política, algo que ha sido su vida desde que se afilió a las Juventudes del PSOE en 1992, con tan sólo 16 años. Su intención es seguir en el partido y "echar una mano" siempre que pueda como militante de base, pero en un segundo plano.

Montón no quiere hablar mal de nadie, pero ha salido más que dolida por el comportamiento de algunos compañeros del partido y del Gobierno; todo lo contrario de la opinión que ahora tiene del presidente, Pedro Sánchez, de quien no se cansa de destacar su “calidad humana” y de elogiar el comportamiento que ha tenido con ella desde que estalló la polémica.

Y es que Sánchez quiso mantenerla en su Gobierno hasta el final, sufriendo el coste político que fuera necesario y desechando la idea con la que le regalaban los oídos otros dirigentes del Gobierno y del PSOE sobre la oportunidad que tenía cesándola para poner contra la cuerdas al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y sus controvertidos estudios por lo que se le pide la imputación.

Sánchez consideró que Montón contestó bien a las primeras irregularidades que se le imputaban sobre su máster, que algunas desmintió, otras aclaró y muchas no eran atribuibles a ella. Por ello, se mantuvo firme en que seguiría en el Gobierno.
Sin embargo, otros miembros del PSOE no opinaban lo mismo y empezaron a difundir como “fuentes” en los medios la conveniencia de cesarla. Sánchez paró el reguero de comentarios y dio orden a la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, y al secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, de que salieran a respaldarla.

Pero él mismo se quiso implicar y, en lugar de eludir el tema, aprovechó su comparecencia en el Senado para mostrarle su inequívoco apoyo, tal vez sabedor de que poco antes había habido una comida entre algunos miembros del Gobierno y del partido -ahora son los mismos- en la que se incidió en la necesidad de convencer al presidente de que la ministra de Sanidad no podía seguir en el Gobierno.

Además, la ministra había dado nuevas explicaciones en la Ser, pidió su comparecencia en el Congreso para aportar más aclaraciones y, con su equipo, ya la estaban preparando.

Sin embargo, la revelación de La Sexta de que el trabajo del máster era un plagio en gran parte, poco después de las palabras del presidente, decantó la balanza porque su tiempo en el Gobierno había terminado.

Montón, aún así, quiso pelear hasta el final, y estuvo más de una hora al teléfono con periodistas intentar explicar el plagio que le imputaban. “Pero ya vio que todo era imposible, y que tenía que marcharse porque no le iban a dejar un resquicio para salir airosa de este asunto hiciera lo que hiciera o explicara lo que explicara”, afirmó una persona cercana a la ministra.

Fue entonces cuando, de común acuerdo con el presidente y a través de sus interlocutores en estos dos días: Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver, se acordó que presentaría la dimisión sin más demora, aunque desde que estalló la polémica la había puesto encima de la mesa del presidente. "Montón nunca se ha aferrado al cargo", afirmó una persona conocedora de todo lo ocurrido esas 48 horas.

Como confesó en el Congreso, a Sánchez le ha dolido lo ocurrido en lo personal -la calificó de amiga- y también en lo político, porque de su Gobierno era una de las ministra que estaba teniendo mayor proyección social y liderando temas banderas del Ejecutivo, como la sanidad universal o la lucha contra la violencia y la pobreza infantil.

Además, fuentes del Ejecutivo indicaron que Sánchez y Montón "trabajaban bien juntos" y estaban satisfechos con la política que había emprendido el Ministerio de Sanidad en los cien primeros días.

Montón también ha lamentado no poder seguir su trabajo y desarrollar otros proyectos que tenía en cartera, aseguran que "está triste", pero que era consciente de que irse y echarse a un lado era lo mejor para el Gobierno, aunque entierre también aquella posibilidad de ser candidata a la Presidencia de la Generalitat una vez que Ximo Puig dejara la política, por la que se apostaba en todas las quinielas.

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