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Patrick Farbiaz "Valls no tiene ningún límite, es capaz de todo para llegar a su objetivo y ahora mismo es la alcaldía de Barcelona"

Entrevistamos a Patrick Farbiaz, coautor del libro 'Contra Valls' (Edicions Saldonar) que retrata al ex primer ministro francés y actual candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona como un personaje autoritario y siempre alineado con el poder.

Patrick Farbiaz a la llibreria Laie de Barcelona. MARC FONT

Convertido en un cadáver político en Francia, en un gesto inédito el ex primer ministro Manuel Valls anunció hace unos meses que optaría a la alcaldía de Barcelona, aliado con Ciudadanos.

En este contexto, Edicions Saldonar publica una edición actualizada de Contra Valls, una obra que retrata al dirigente como ambicioso, autoritario, siempre al servicio de los intereses del gran poder económico y alineado desde hace años con una política claramente de derechas, a pesar de las décadas de militancia en el Partido Socialista.

Nos encontramos en la librería Laie de Barcelona para hablar con Patrick Farbiaz, durante diez años director de las relaciones internacionales de Los Verdes y coautor del título junto a Noël Mamère, diputado ecologista durante veinte años en la Asamblea Nacional francesa.

Cuando el pasado septiembre Manuel Valls anunció que sería candidato a la alcaldía de Barcelona, ¿como se vivió en Francia?

Lo anunció en septiembre, pero ya hacía unos tres meses que era oficioso. Había un sentimiento un poco mezclado, entre el hecho de que fuera increíble que hiciera esto y, al mismo tiempo, que era ridículo. Que un político que había sido primer ministro y aún era diputado, y de hecho hacía menos de un año que lo habían escogido, hiciera esto fue visto un poco como una traición a sus electores. Hubo una cierta incomprensión. Después, en gran parte la opinión de las izquierdas era decirle “que te vaya bien”, nos los sacábamos de encima. Y gente como yo que amo a Catalunya os digo ¡qué regalito os hemos enviado!

En Francia, tras su etapa como primer ministro, perder las primarias del Partido Socialista y dejar el partido, ¿se le consideraba un cadáver político?

Sí, lo era. Porque de hecho es un fracaso terrible para alguien que desde pequeño quiso ser presidente de la República francesa, sube todos los escalones posibles para conseguirlo y una vez está casi arriba se descalabra hacia abajo.

Repasemos un poco la trayectoria de Valls. Ya en los años 80 comenzó a alejarse de las tesis de la socialdemocracia clásica y rápidamente se enmarcó en el sector más derechista del Partido Socialista francés. ¿La etapa como alcalde de Evry marca el paso definitivo en su ruptura con la socialdemocracia?

En los años 80 él es muy rocardiano y Michel Rocard era un socialdemócrata. Históricamente en Francia hay dos izquierdas. La primera, más tradicional, la representaba [François] Miterrand, que era una izquierda que se refería más bien a Jean Jaurès [dirigente socialista de finales del siglo XX] y Leon Blum [dirigente socialista y primer ministro francés en los años 30]. Y hay una segunda izquierda que representará Michel Rochard y que también se llamará la izquierda americana. La experiencia del poder acercará a estas dos izquierdas. Desde 1983, Miterrand abandona las nacionalizaciones y corrige muchas cosas que había hecho los dos primeros años [de presidente] y muchos elementos de su programa. Elige ir hacia una Europa cada vez más liberal y, por los tanto, las diferencias ideológicas entre estas dos izquierdas se irán difuminando. La mejor prueba de ello es que uno de los mejores aliados de Michel Rocard en los años noventa fue Lionel Jospin, que venía de la primera izquierda y, en el pasado, de los trotskistas.

Valls fue consejero de Rocard y también asesor de Jospin. A su manera representa una transformación de la izquierda tradicional francesa en una izquierda blairista. Tras el fracaso de Jospin, entonces él es alcalde de Evry y diputado y pensará que debe ir más deprisa en la ruptura de la socialdemocracia tal como era. Y multiplicará los elementos de transgresión que lo separan cada vez más de la izquierda. Por ejemplo, con las declaraciones sobre seguridad, inmigración o las 35 horas,... Y aparece cada vez más como un hombre de derechas.

En cierto modo, ¿cree que la evolución ideológica y la trayectoria de Valls resume la crisis que han vivido los partidos socialistas en numerosos países europeos, básicamente al alejarse de sus principios originarios y adoptar políticas de derechas y neoliberales?

Lo resume perfectamente y es una de las razones por las que hicimos el libro. Una de las cosas que nos sublevaba era la impotencia de la izquierda para responder a la crisis de la socialdemocracia con ideas nuevas que no fueran de derechas. El tema de la globalización financiera y económica, que se traduce sobre todo en la crisis de 2008, la revolución digital, la crisis climática y ecológica, los nuevos fenómenos migratorios, el caos geopolítico fruto del fin de la Guerra Fría, ... La izquierda clásica no se esperaba todas estas cuestiones y no había reflexionado sobre ellas. La izquierda clásica sólo daba una respuesta, que era volver a la política de los 30 gloriosos. La idea de que el crecimiento nos salvará y podremos redistribuir. Sólo que hoy no queda casi nada para redistribuir y el mundo está mostrando sus límites en términos de recursos.

Por lo tanto, la respuesta de Manuel Valls es fácil. Él dice que si quieres salvar tu estilo de vida occidentalista debemos hacer un bloque contra los nuevos enemigos que son los musulmanes, o en general los países árabes, pueden ser los inmigrantes y tenemos que defender nuestra civilización. En Francia denunció a los gitanos, a los musulmanes, a los inmigrantes, pero a la vez esta política, al igual que la de Blair, es sobre todo una política económica liberal. A nivel económico no hay ninguna diferencia entre Macron, Valls y Blair y para imponer esta política debe haber orden, una política autoritaria. Para imponer el neoliberalismo debemos utilizar a la policía y a veces al ejército. La izquierda ha sido incapaz de hacer lo que Gramsci decía, ganar la batalla por la hegemonía y hacer que las ideas de la izquierda se repiensen como las ideas del conjunto, en una perspectiva de emancipación y de cambio social. Valls es el reflejo de nuestra impotencia de pensar el cambio.

Decía que no hay diferencias entre Macron, Valls y Blair. ¿Respecto a Sarkozy se puede decir lo mismo?

No hay ninguna diferencia, porque Valls retomó la política de seguridad de Sarkozy. Contra el movimiento de los chalecos amarillos, Macron se ha asesorado con Sarkozy que le ha dado ideas de represión y de darles ciertas recompensas para tenerlos contentos.

En Barcelona, Valls se reivindica como el candidato de las élites y no duda en considerar "populistas" tanto al independentismo como a los Comunes y de atacar a todos aquellos que cuestionan los grandes intereses económicos.

Siempre se ha puesto al lado del poder. Así lo ha demostrado en su política en Francia, tanto cuando fue ministro del Interior, como cuando fue primer ministro. Aquí está claro que es el candidato de los círculos ricos. Primero por su compañera, pero también para toda una serie de redes a su alrededor que son ricas y nacionalistas españolas.

Es el candidato de las élites y, al mismo tiempo, ha insistido en que no piensa pactar ni con Comunes ni con independentistas. No parece que le quede mucho margen para llegar a la alcaldía con un margen de aliados tan estrecho.
Sí, pero la política es dinámica y en una dinámica electoral nadie sabe qué pasará. Nadie habría pensado que Macron o Trump serían elegidos, por lo tanto hay que ir con mucho cuidado. Hay que estar alerta, porque Valls es un personaje inteligente, es listo y utilizará todos los medios necesarios para dividir al bloque de izquierdas y a los independentistas. Continuará haciendo lo que ya ha hecho poniendo como número tres a Celestino Corbacho, intentará captar votantes socialistas, y quizás intentará acabar integrando ciertas personalidades de otros espacios... Su mantra es el bonapartismo y el bonapartismo no es ni de derechas ni de izquierdas. Valls se revela en la fuerza de un aventurero que llega para conquistar una ciudad, una región, un estado... Dice 'yo soy el defensor del pueblo', 'yo soy la república'. Valls es un demagogo bonapartista y desde este punto de vista debemos ser desconfiados con él.

Dice que el bonapartismo no es ni de izquierdas ni de derechas, pero Valls ya se ha manifestado junto a la extrema derecha de Vox en Madrid y no me lo imagino haciéndolo con el independentismo. En el fondo no sé si es más complaciente con la extrema derecha.

Sí, tienes razón, pero en Francia hace dos años nadie se lo imaginaba manifestándose con los fascistas. Hace tres años obligó a retirarse de la segunda vuelta de las elecciones regionales a candidatos socialistas para permitir que la derecha ganara contra el Frente Nacional. Y encontrarlo en una manifestación contra un gobierno socialista junto al PP y Vox sorprendió mucho en Francia.

¿Como lo interpreta?

El personaje no tiene ningún límite, es capaz de todo para poder llegar a su objetivo y ahora mismo es la alcaldía de Barcelona. Fue a Madrid porque hoy es el candidato de Ciudadanos y porque su partido se ha aliado con Vox en Andalucía. Por lo tanto, él no podía separarse de la manifestación, de su base política, incluso cuando le molestaba estar al lado de Vox. Esto no quiere decir que no intente presentarse como alguien que representa a la gente que lucha contra la independencia, pero que también está muy abierto y si alguien quiere venir con él que vaya. En su lista querrá mostrar que representa a todos.

¿Lo considera un tipo de político que en vez de buscar salidas a los conflictos, lo que hace es alimentarlos?

Esto es un poco lo que quería contar cuando el libro hablamos de la doctrina del shock de Naomi Klein. Su estrategia es encontrarse siempre ante hechos consumados que excitan la situación política, provocando que estemos con él o contra él. No le importan las consecuencias que ello tenga en la vida de las personas. Su objetivo político es la toma del poder.

En Barcelona, como en París, una de las grandes cuestiones actuales es el acceso a la vivienda. Una de las cosas que destacan en el libro es que como primer ministro fue clave para desmantelar la ley que permitía regular el precio de los alquileres. No parece una medida que beneficie a la mayoría de la población.

Su idea cargándose esta ley o limitándola venía a decir que los promotores inmobiliarios construirían más. Por lo tanto, decía que estimular la promoción haría que hubiera más construcción y bajarían los precios, pero el resultado de esto es un aumento del precio del alquiler y del precio de los pisos. Y este modelo ha hecho de París y las principales ciudades una especie de museo para los ricos donde se expulsa a los pobres. En París hay más inquilinos y en Barcelona hay más propietarios pero la política fundamentalmente es la misma, la gentrificación e ir enviando a las clases trabajadoras cada vez más lejos. No me posiciono sobre quién debe ser alcalde en Barcelona, pero sí observo que Ada Colau ha intentado luchar contra este fenómeno, mientras que Valls no tomó ninguna medida. En París, por ejemplo, no se ha tomado ninguna medida contra Airbnb... Valls nunca hizo ningún movimiento para mitigar el problema.

¿Barcelona es un punto de llegada o un trampolín para intentar convertirse en un actor importante de la política española?

La cuestión de Manuel Valls es el poder. Le han echado en Francia, ha encontrado este espacio en Barcelona y si la gente de Barcelona le dice «no pasarán!» quizá se detendrá, pero con los medios que tiene, de red y de financiación, tal vez tratará de hacer el salto al Estado con Ciudadanos y por eso le digo a Albert Rivera que vigile con Valls.

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