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Vox, la tapada 'serpiente' populista que  imita la estrategia ultra y descoloca a los partidos de derecha

El partido de Abascal se mueve como pez en el agua entre la ultraderecha europea. Comparte discurso migratorio no solo con el ministro de Interior italiano, Matteo Salvini (Liga Norte) o  Wilders, en los Países Bajos, que promete prohibir "los templos nazis del islam", sino también con Trump. El muro ha entrado también en campaña. Estos mensajes no buscan una materialización inmediata, sino captar a un electorado dormido. Es el despertar del franquismo sociológico.

El líder de Vox Santiago Abascal, durante su intervención en el acto "Cataluña es España", en Barcelona. Foto: Alejandro García (EFE)

"Estás alimentando una cultura tóxica basada en el  miedo y en el odio. Hemos llegado al extremo", increpa Rory Kinnear —en el papel de Craig Oliver, ideólogo de la campaña del "Sí a Europa"— a Benedict Cumberbatch en una escena clave de 'Brexit: The uncivil war', la película de HBO en colaboración con la BBC.  El actor que interpreta a  Dominic Cummings, director de la campaña 'Vote Leave', le da una réplica contundente: "Ha llegado una nueva forma de hacer política. Una que no puedes controlar". 

Este mensaje contemporiza con la inteligencia estratégica de Vox mucho más de lo que pueda parecer a simple vista. "Existen similitudes entre el brexit y el auge de Vox, aunque ambos no estén comunicados de por sí. Desde la victoria del “Leave" en el referéndum británico se han sucedido numerosas victorias o aumentos electorales de candidatos de carácter populista, comenzando con Trump y acabando con la entrada en el Parlamento de Andalucía de Vox", defiende Manuel Buñuel, politólogo por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. "Todo el marketing político y las campañas electorales que se han realizado desde estas corrientes conectaban con un sentimiento de agravio (real o no) de un porcentaje de la población que quería dar un cambio en el timonel político", añade.

Los lazos con el argumentario probrexit se extienden hasta Turquía. Esta misma semana, un grupo de simpatizantes del partido de Santiago Abascal repartían trípticos a la entrada del hospital madrileño La Paz en los que se resumía su ideario. Entre sus promesas electorales se detalla la siguiente: "Promoveremos una reforma de los tratados de la UE y nos opondremos a la entrada de Turquía en la UE".  Sin embargo, este es un asunto que está en punto muerto tras varias cumbres fallidas.

Berta Barbet: "La mentira es más potente que la realidad, sobre todo ahora que las redes hacen circular las ideas a gran velocidad"

La canciller alemana Angela Merkel ha descartado la posibilidad en varias ocasiones e incluso ha desaparecido de las '100 medidas para la España viva' [esquemático programa electoral de Vox], pero ha sido una constante en las declaraciones de Abascal y también fue uno de los ejes centrales de la campaña de los euroescépticos antes del referéndum. "Es el refuerzo de un reclamo, que les sirve más para enmarcar al rival y ver si entra en la cuestión, que por precaución a que se materialice la opción", entiende Enrique Cocero, fundador de la consultora política de 7-50 Strategy y exmiembro del gabinete de Soraya Sáenz de Santamaría.

Berta Barbet, politóloga por la Universidad Pompeu Fabra y máster en comportamiento político por la Universidad de Essex, da un paso más allá: "Da igual si esta exigencia tiene peso o no. Si tienes un mensaje que parece realista y confirma los prejuicios de tu votante potencial, es eficaz", explica esta doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Leicester. "La gente acepta acríticamente aquello que cuadra con sus ideas preconcebidas. Y a veces la mentira es más potente que la realidad, sobre todo ahora que las redes hacen circular las ideas a gran velocidad", añade. 

En estos años de efervescencia política, sin embargo, algo ha cambiado desde el triunfo de la estrategia de Cummings: "Los partidos de extrema derecha han cambiado su discurso respecto a la Unión Europea. Si antes estos partidos apostaban por salir de la UE, ahora lo que piden es gobernar las instituciones para poder reformarlas y adaptarlas a lo que para ellos debería ser la Unión Europea", aclara Helena Castellà, miembro del Instituto de Derechos Humanos de Catalunya.

Una Europa alternativa a la Bruselas globalizadora

El partido de Abascal se mueve como pez en el agua entre la ultraderecha europea. Las relaciones entre el Frente Nacional francés y Vox se remontan a 2016, cuando se produjo un primer contacto entre el líder de Vox y Louis Aliot, vicepresidente del partido que dirige Marine Le Pen. Un año después, acudieron a la llamada de la lideresa en un encuentro de varias formaciones de extrema derecha que tuvo lugar en Perpiñán, cuando Le Pen se disputaba la presidencia francesa con Emmanuel Macron.  Allí, Edouard Ferrand, vicepresidente del Eurogrupo Europa de las Naciones y de las Libertades exclamaba: "Amigos de VOX, no estáis solos. Somos capaces hoy por hoy, (...) de proponer un proyecto europeo totalmente alternativo a la Europa mundialista de Bruselas".  La mano sigue tendida, tanto es así que Le Pen tuvo tal urgencia en felicitar por Twitter al líder de Vox por los resultados cosechados en Andalucía, que publicó su mensaje incluso antes del recuento oficial. 

Tras las elecciones autonómicas de diciembre, España ha dejado de ser una excepción, uno de los pocos países europeos donde la ultraderecha era extraparlamentaria. "Los politólogos no supimos ver la emergencia del fenómeno en Andalucía", admite Ángel Valencia, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Málaga. La formación de Santiago Abascal sacó 12 escaños y 400.000 votos. Un 10% del electorado. "Este resultado que no se parece ni de cerca al único escaño que le otorgaba la encuesta sobre estimación de voto del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), tuvo una irrupción potente que provocó un terremoto mediático. Desde entonces, todos hablamos sobre Vox: sobre su ideología fascista y los vínculos con otros partidos de ultraderecha. Hemos acabado creando una serpiente populista", lamenta.

En proporción, Almería fue la provincia que más respaldo dio a Vox en los comicios andaluces: más de 43.000 votos.

Nada es casual. "Los estrategas de Vox han estudiado muy bien las campañas del Brexit, de Trump, de Le Pen y de Salvini", asegura Fernando Jiménez, profesor titular de ciencia política en la Universidad de Murcia. "Al fin y al cabo, el público objetivo de la extrema derecha es siempre la clase obrera. Ya ocurrió con el fascismo, con los nazis, y viene ocurriendo también con los nuevos partidos extremistas. Aunque estas formaciones sirvan a intereses que nada tienen que ver con los trabajadores, sus apelaciones xenófobas y nacionalistas son atractivas para este colectivo en tiempos de dificultades", desgrana este experto del GRECO (Grupo de Estados contra la corrupción) del Consejo de Europa.

"Esto está muy estudiado en Francia, por ejemplo. Allí, la distribución geográfica del voto al Frente Nacional [desde la época de Jean Marie Le Pen] coincide con la que había sido propia del Partido Comunista Francés. Son áreas de población donde los obreros de nacionalidad francesa compiten en el mercado de trabajo con los migrantes, comparten los mismos hábitats y, por tanto, experimentan choques culturales y de costumbres", desarrolla. Este argumento podría extrapolarse a nuestro mapa político y explicaría también que, en proporción, Almería fuese la provincia que más respaldo dio a Vox. En esta provincia andaluza, la formación de ultraderecha sumó más de 43.000 votos que se tradujeron en dos escaños.

Vox propone proponen eliminar el acceso gratuito para los migrantes "ilegales"

"La extrema derecha nunca olvida incluir en sus programas propuestas económicas dirigidas a las personas con los salarios más bajos", apunta Castellà. En cambio, según los datos del CIS; apenas un 15% de los votantes de Vox declara ingresos por debajo de los 1.800 euros, aunque ese grupo representa al 40% de los entrevistados. "A pesar de que están intentando extender un mensaje más transversal, distan mucho de poder robar al electorado socialista o comunista, como ocurrió en Francia con el Frente Nacional", sostiene Buñuel, de la UPO. "Este argumentario xenófobo tiene más éxito en barrios con mejores servicios, de clases medias", agrega.

"Algunos incluso apuestan por lo que se llama chovinismo del bienestar, apostando por unos servicios públicos fuertes, pero solo para los autóctonos, argumentando precisamente que el Estado del Bienestar corre grave peligro si tenemos que pagárselo a los migrantes", describe Castellà, experta en extrema derecha. En efecto, una de las propuestas que Vox incluye en su centenar de medias urgentes es la eliminación del acceso gratuito a la sanidad para "migrantes ilegales" y copago para todos los residentes legales que no puedan demostrar un periodo de residencia mínimo de diez años en España. 

El partido también aboga por rechazar la jurisdicción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y suprimir el Constitucional, cuyas funciones asumiría entonces el Tribunal Supremo. Uno de los impulsores de este proyecto es el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, que en 2015 resumía sus propuestas para el sistema judicial en un vídeo de dos minutos.

Catalunya, un vector diferencial

En cambio, hay algo que distancia a las filas de Abascal del Frente Nacional Francés: Catalunya. "Este nacionalismo centralizador de Vox, de rechazo a las otras nacionalidades del Estado, es una de las cosas que lo diferencia de las extremas derechas europeas", apunta esta politóloga por la Universitat Pompeu Fabra.

El propio Rafael Bardají, ideólogo de Vox, ha marcado distancias: "Con Le Pen hay pocas coincidencias, no podemos olvidar que los franceses nos invadieron. Y la cultura política francesa es estatista. Nos parecemos más a Trump, en su guerra cultural con lo establecido, con lo políticamente correcto, con esa filosofía de que todo tiene que ser consensuado, soft, blando. Coincidimos en el «América, primero». España y los españoles, primero", declaraba en una entrevista publicada en El Mundo.

Este discurso se inscribe en un momento muy intenso de debate territorial. Durante el último año la posible independencia de Catalunya figuraba entre los principales motivos de preocupación registrados por el CIS. En octubre del año pasado, el 30% de los encuestados lo señaló como uno de los tres problemas del país y ha caído desde entonces hasta el 12%. Sólo el paro, la economía y la corrupción le superan.

Pedro José Chacón, profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU, apoya esta teoría: "Vox es una reacción generalizada ante el desafío catalán, ¡si hasta sus representantes se han colado en el juicio del procés!", exclama. "Estamos ante una derecha arcaizante que ha estado ahí siempre, pero el gran factor diferencial entre sus discretos resultados de 2015 y la actualidad está marcado por  la parálisis política de Rajoy en la cuestión catalana. Ese inmovilismo  ha creado un malestar en los votantes y, además, los vaivenes en el PP han facilitado que algunas figuras se hayan acogido a Vox en plan cainita", resume Chacón. 

Santiago Abascal se hace un 'selfie' en la manifestación por la unidad de España del 12 de octubre en Barcelona. (EFE)

Santiago Abascal se hace un 'selfie' en la manifestación por la unidad de España del 12 de octubre en Barcelona. (EFE)

La radicalización del discurso de PP y Cs

Ahí es donde comienza la batalla campal. Unos 11 millones de votantes escogen el centro derecha en España. Las encuestas demoscópicas cifran, entre ellos, a al menos 2,5 millones de indecisos. "El caladero de Vox son los electores más conservadores, que hasta ahora votaban al PP y por eso su ‘caravana’ ha puesto el foco en las ‘plazas’ donde el PP mantuvo su hegemonía en 2016: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja, Madrid, Cantabria Asturias, Ceuta y Melilla", detalla Valencia. 

"Su presencia en los distritos más conservadores, los que menos diputados tienen, se debe a la necesidad de sacar al menos un escaño en cada una de ellos, un objetivo que se antoja muy difícil, si no imposible. Si no lo consigue, puede ocurrirle a Vox como a IU, que «desperdiciaba» o «malgastaba» muchos de sus votos en esos distritos, lo que hacía que la relación entre votos y escaños fuera muy desproporcional”, avisa José Ramón Montero, catedrático emérito de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid.

Vox ha obligado a Ciudadanos a abandonar su posición como partido bisagra

Para conseguir que los dudosos escojan la papeleta de Vox, el partido de Abascal ha pasado a la ofensiva. "Se ha tensado la cuerda en la derecha. Vox ha obligado a Ciudadanos a abandonar su posición como partido bisagra y ha acentuado esa diferenciación que ya había iniciado Casado en el PP con respecto a la era Rajoy. Los ha empujado a posturas más extremas", afirma el politólogo de la UMA.

Steve Bannon, el asesor que llevó a Trump a la Casa Blanca, confirmó en su gira americana que es un gran admirador de Vox: "Es la demostración clara, más que cualquier otro partido, de cómo se puede pasar de tener cero influencia a jugar un papel importante en un país". En su razonamiento destacaba precisamente como la formación ha empujado al resto de partidos de derecha al lado nacionalista. "Un modelo nuevo que el resto del mundo copiará", aventuró.

Sin embargo, el exvotante popular no es el único que tienen en el punto de mira. "Los partidos no buscan necesariamente en campaña a su elector medio, sino sobre todo al marginal, a ese que puede estar dudando entre votar o no votar", desliza José Fernández- Albertos, doctor en ciencias políticas por la Universidad de Harvard e investigador permanente en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC. "Puede que logren atraer a una parte de ese electorado más «antipolítico», que se percibe más amenazado por los cambios económicos y culturales. Al mismo tiempo, cabe la posibilidad de que logren mantener altas tasas de apoyo entre un electorado acomodado, pero fuertemente ideologizado a la derecha. Los dos votantes podrían convivir en Vox, aunque esa convivencia en el medio largo plazo seguro que se hace problemática", vaticinó.

La importancia del mundo rural

El PP obtuvo sus mejores resultados en 2016 precisamente en los municipios más pequeños. En las localidades de menos de 2.000 habitantes, por ejemplo, obtuvo un apoyo 10 puntos superior al del resto del país y no es un logro insignificante: "Las circunscripciones pequeñas [1 a 5 escaños] son muy importantes para ganar o perder elecciones", indica Jiménez, de la Universidad de Murcia.​ "Dado el reducido número de escaños en juego, se comportan como un sistema electoral mayoritario [alta desproporcionalidad y baja fragmentación] en el que si eres primero o segundo tienes mucho que ganar [tu porcentaje de escaños puede ser mayor que tu porcentaje de votos], pero si quedas tercero tienes bastante más que perder [tus votos no consiguen representación]", amplía. En definitiva, obtener un buen resultado en estas plazas es garantía de un nutrido grupo parlamentario.

Las circunscripciones pequeñas (1 a 5 escaños) son muy importantes para ganar o perder elecciones

Esta sobrerrepresentación en nuestro sistema electoral ha devuelto el interés de los candidatos hacia el votante rural. La propia Federación Andaluza de Caza puso en marcha la campaña #LaCazaTambiénVota para llevar la actividad cinegética al debate político de cara a las generales y municipales. Vox y Ciudadanos fueron los primeros en subirse al carro desde sus perfiles sociales.  "El enfrentamiento entre campo y ciudad les está funcionando en esta campaña. La conexión de las zonas rurales con el toro y la caza han sido duramente criticadas desde posturas animalistas", destaca Buñuel.  "Vox ha escogido el bando opuesto para crear comunidad y afiliación al partido en las zonas donde se vive de forma distinta a como se vive en Madrid, Barcelona o Sevilla", agrega.

'Los olvidados', un nicho irrenunciable

Muchos de los habitantes de la 'España vacía' han visto cómo las propuestas políticas se movían, pero sin incluirlos. "Donald Trump utilizó el término «los olvidados» en la Conservative Political Action Conference [Conferencia de Acción Política Conservadora, CPAC], de 2017, al poco de haber logrado la presidencia. Era un concepto representativo de un segmento de la población en el que podía calar su discurso", rememora Cocero. 

El magnate estadounidense es un ejemplo claro sobre cómo encapsular cuestiones complejas como las migraciones en mensajes fáciles de permeabilizar y, sobre todo, que provocan una reacción inmediata.

Abascal  plantea a construcción de un muro en las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos

"Lo que caracteriza al populismo es precisamente el uso de mensajes muy simplistas que apelan de manera muy vaga a emociones. El brexit o la política de Trump no aguantan un asalto en una examen racional riguroso de sus planteamientos y, sin embargo, han atraído un apoyo muy considerable", valora Jiménez, experto del GRECO.  "Esto nos debería hacer reflexionar sobre nuestras sociedades: sobre la manera en que funcionan nuestras esferas públicas en las que discutimos de los asuntos públicos y sobre la pérdida de credibilidad de los establishment [las élites políticas, económicas e intelectuales]", plantea.

Las similitudes con el discurso del presidente de EEUU no acaban aquí. Esto seguro que les suena. El presidente de Vox planteaba en el libro Santiago Abascal. España vertebrada, de Fernando Sánchez Dragó, la construcción de un muro en las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos  y añadía  "que quizá debería pagar" el país vecino, ya que a su juicio envía "oleadas de migrantes clandestinos" hacia España para chantajear a la Unión Europea.

"No nos engañemos. No hay puntada sin hilo. Ni siquiera la parada de Abascal en un bar de Tarancón fue casual y fue un movimiento que descolocó en algunas oficinas de campaña", opina Cocero, consultor político. Valencia, catedrático de la UMA, suscribe este punto de vista: "No abusan de la cartelería. Abascal casi no ha concedido entrevistas, sin embargo tienen una presencia fuerte en redes sociales y a pie de calle".

La parada de Abascal en un bar de Tarancón tampoco fue casual y descolocó a los adversarios políticos

Trump utilizó esta táctica a menudo en las elecciones americanas. Antes que ir a un programa de máxima audiencia, su equipo prefirió optar por portales de la alt-right [grupos ultraderechistas] y  los medios convencionales hicieron el resto. Las preguntas eran casi a la carta y el efecto, multiplicador. 

Algo así ha hecho Vox. Su gran baza ha sido la provocación. "Vox habla de las armas no porque haya una mayoría social en nuestro país a favor del derecho a portarlas, sino como provocación contra la izquierda puritana. Han sabido dar la vuelta al discurso y despertar al franquismo sociológico, esa facción conservadora, con una visión tradicional de la vida, incluso nostálgica. Estaban ‘dormidos’ por el desencanto, pero de pronto abrirán los ojos", pronostica Valencia.

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