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Juicio independencia Persecuciones de los Mossos, espionaje y el abogado de Junqueras como "mediador": los policías monopolizan el juicio al 'procés'

La 29 sesión del juicio acoge, una vez más, las comparecencias de una quincena de policías que relatan detalladamente cómo vivieron el operativo del 1 de octubre de 2017, incluyendo una escena que encajaría perfectamente en el guión de cualquier thriller. La defensa del exvicepresident de la Generalitat pide ahora a la Junta Electoral Central que presione al Tribunal Supremo para que deje a los ultraderechistas de Vox fuera de la causa durante la campaña al 28-A.

Los acusados en el juicio al 'procés', hace unos días en el Supremo. J.J. Guillen/REUTERS

Con porra extensible, luciendo auriculares y por tanto aparentemente dotados de equipos de comunicación, dos hombres vestidos de paisano siguieron a una unidad de antidisturbios de la Policía Nacional (UIP) el 1-O, a bordo de un vehículo sin logotipar. El coche era propiedad de la Consellería de Presidencià de la Generalitat de Catalunya y, por si las dudas, era posible apreciar la defensa extensible que uno de estos individuos portaba en un bolsillo.

Un inspector de la Policía Nacional, les identificó como mossos, pese a que no intercambió una palabra con ellos

Según un inspector de la Policía Nacional, y pese a que no intercambió una palabra con ellos ni les identificó, por sus formas eran del cuerpo de los Mossos d'Esquadra; otros tres agentes del mismo Cuerpo no lo veían tan claro, si bien uno de ellos daba por hecho que eran policías. El calzado, las "botas tácticas negras" que calzaba uno de ellos, les delataban.

Esta escena, que bien podría encuadrarse en el guion de cualquier thriller, es una reconstrucción de un episodio real: tuvo lugar a última hora de la mañana del 1 de Octubre de 2017, la jornada del referéndum soberanista, en la escuela Pau Romeva de Barcelona. Así lo sostenían cuatro funcionarios de la Policía Nacional que han comparecido este miércoles como testigos ante el Tribunal Supremo, en el marco del juicio a la cúpula del procés catalán.

Estas dos personas estaban "en actitud vigilante" con respecto a la actuación policial en el colegio, y hacían gestos que daban a entender que estaban comunicándose con otros agentes por radio. "No sabíamos qué comunicaban", reconocía uno de los testigos a preguntas de Xavier Melero, abogado del exconseller de Interior Joaquim Fron. Pero comunicaban.

Al acabar el trabajo policial, en torno a las 13.30 horas, cuando los policías abandonaban la zona, los dos supuestos mossos les siguieron en un Seat Ibiza de color gris. La matrícula no dejaba lugar a dudas: el vehículo era del departamento de Presidencià, entonces a cargo del conseller Jordi Turull, hoy procesado en la causa.

Los dos hombres, vestidos de paisano, siguieron a los policías en un coche que pertenecía a la Consellería de Presidencià

Lo que sigue ya no es nuevo: hasta la fecha, mandos y agentes de Policía y Guardia Civil han hecho piña para desmontar el relato de la cúpula de los Mossos d’Esquadra, que sostiene que en ningún caso hubo seguimientos a otros cuerpos policiales. Los Mossos, a su vez, han desmentido las acusaciones de la ambos, justificando, por ejemplo, las aludidas menciones al canal 21 o clave 21-el paso a comunicarse por teléfono móvil y no por radio-.

La pasada semana, la próxima y la siguiente, deben acoger los testimonios de decenas de agentes policiales, y desde hace días sus declaraciones se suceden como una suerte de deja vu. De los 256 testigos compartidos por la Fiscalía y la Abogacía del Estado, más de dos centenares son policías, y sus testimonios, por lo general, vienen a explicar cuándo y cómo sufrieron agresiones e insultos por una parte de los ciudadanos concentrados para votar -de “¡Hijos de puta!” a “¡Fascistas!”, pasando por “¡Fuera las fuerzas de ocupación!”-, así como la forma en la que los Mossos se pusieron de perfil o deliberadamente obstruyeron su labor.

Más allá de la escena del seguimiento, de las denuncias de los agentes y de algunas anécdotas, concentradas en su mayoría durante la mañana -el episodio del funcionario Paco, que se sintió indispuesto, la supuesta labor de mediador el 1-O del letrado de Oriol Junqueras, Andreu Van den Eynde-, la tarde ha servido para repasar capítulos ya escuchados en la Sala de Lo Penal. La petición de ERC a la Junta Electoral Cental (JEC), de que presione al Supremo para apartar a los ultraderechistas de Vox de la causa durante la campaña, se conocía a última hora de la tarde, acabada la sesión. 

Un testigo, sobre el tono de Jordi Cuixart: "Era un tono de exigir". "Como muy de colegueo"

Entre esas repeticiones, volvía a escucharse el relato sobre la presencia de Jordi Cuixart, líder de Òmnium Cultural, en una pegada de carteles en Badalona, el 25 de septiembre de 2017. Lo nuevo, según el testimonio de un agente de la Guardia Urbana de esa localidad, sería que Cuixart, más allá de intentar convencerles de que no se incautaran el material promocional del referéndum -que no lucía el logo de la Generalitat ni mencionaba el 1-O-, les sugirió que “no hicieran el ridículo” y devolvieran los carteles. También que se dirigió a ellos en “tono de exigir”. “Como muy de colegueo”, que diría el guardia urbano.

Una agente de los Mossos se convertía en la última testigo de la jornada. Formó parte de uno de los famosos binomios -parejas de agentes, la forma en que la policía catalana desplegó sus fuerzas el 1-O-, en un colegio de Cardedeu (Barcelona). No vieron urnas ni papeletas, ni tampoco pudieron entrar en el centro, ante la concentración de decenas de ciudadanos que habían ido a votar, y que no les permitieron acceder. Pese a ser mossos.

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