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Elecciones generales 2019 Los partidos "pequeños" libran la batalla por la influencia en los grandes bloques

Las encuestas electorales pronostican una pérdida de la capacidad de influencia de algunas de las formaciones que fueron clave para los pactos y la estabilidad del gobierno en la pasada legislatura.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, el portavoz del PNV, Aitor Esteban y Mikel Legarda / REUTERS

La fragmentación que vivió el escenario político tras las elecciones de diciembre de 2015 (con la irrupción de Podemos y de Ciudadanos) vuelve a sufrir una reorganización, esta vez marcada por la polarización de los dos bloques principales y por el auge de la extrema derecha tras la entrada de Vox al Parlamento de Andalucía.

Esta reorganización afecta a todas las formaciones, pero especialmente a aquellas más “pequeñas”, que suelen representar corrientes que están muy fuertes en un territorio determinado. Los partidos catalanes, vascos, valencianos y canarios librarán su propia batalla en estas elecciones: la pugna por la capacidad de ser determinantes en los pactos que se pueden desarrollar en el seno de los grandes bloques políticos.

Las encuestas, los únicos datos de los que se dispone hasta las elecciones, arrojan tres posibles escenarios que dependen de la fuerza electoral que obtenga cada partido tras el 28 de abril. Un pacto entre el PSOE y Unidas Podemos (que en función de la fuerza de cada partido podrían necesitar a alguno de los socios del denominado bloque de la moción de censura), un pacto entre las derechas (PP, Ciudadanos y Vox, que también podrían necesitar de alguna otra formación), o una alianza entre el PSOE y Cs (donde tampoco se descarta por completo la concurrencia de alguna otra fuerza, aunque la fórmula en este caso se vuelve más compleja por los vetos cruzados entre los partidos).

Es precisamente el bloque de la moción de censura el mejor ejemplo de la fragmentación política que vivió el Parlamento en la pasada legislatura, una moción que salió adelante con el voto favorable de hasta ocho partidos diferentes (PSOE, Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, Compromís, Bildu y Nueva Canarias). Sin embargo, pese a la importancia decisiva de estas formaciones (el voto en contra de ERC y PDeCAT tumbó los presupuestos de Sánchez, que convocó las elecciones tras este fracaso) en la pasada legislatura, parece que el 28 de abril puede abocar a un escenario donde los partidos fuertes de los bloques se refuerzan en detrimento de los partidos con menos representación.

Una de las formaciones que más peso puede tener de cara a un pacto de gobierno tras los comicios es ERC. En 2016, los de Joan Tardá lograron nueve escaños, y resultaron cruciales para el ejecutivo surgido de la moción de censura. Para estas elecciones, el último barómetro del CIS, relativo al mes de mayo, da a los de Gabriel Rufián entre 17 y 18 diputados, duplicando su anterior resultado. Sin embargo, este crecimiento podría no traducirse en capacidad de influencia para el partido catalán.

Tanto desde el PSOE como desde Unidas Podemos, el bloque donde ERC encajaría más, prefieren un gobierno que no cuente con los independentistas. Los socialistas reniegan, hasta el momento, de cualquier pacto en este sentido, y los de Pablo Iglesias prefieren acuerdos puntuales en el Congreso. La campaña del  portavoz de la formación en el Congreso, Gabriel Rufián, se ha centrado en interpelar al electorado progresista (más allá del independentista) y en ofrecer acuerdos al PSOE en base a reformas sociales (subida del salario mínimo, blindaje de las pensiones, control de los precios de los alquileres…).

El futuro de ERC en este sentido depende de las fuerzas que logren sumar Sánchez e Iglesias. Quien puede perder su capacidad de influir en un acuerdo de Gobierno es el otro partido catalán, JxCat. De los 8 diputados que obtuvo en 2016 (cuando se quedó sin grupo propio), el CIS augura que se quedarán con cuatro o cinco. Aunque puede servir para apuntalar mayorías parlamentarias, de cumplirse este pronóstico, sus votos no serían necesarios.

"La estabilidad política", oferta del PNV

Sigue teniendo una llave de la gobernabilidad el PNV. De hecho, durante la campaña la formación vasca ha centrado su mensaje para el electorado de fuera de Euskadi en su capacidad para dar “estabilidad política” a los gobiernos y al Parlamento. De las formaciones territoriales que se adhirieron a la moción de censura, el PNV parece ser uno de los socios preferidos de Sánchez, y también uno de los socios que menos rechazo causa entre algunos cuadros de su partido. El barómetro del CIS le da seis diputados, uno más de los que obtuvo en 2016, y podría ser clave para un sumar una mayoría de investidura con PSOE y Unidas Podemos.

Su papel en los otros dos “escenarios” previsibles es más complejo. Tanto en el bloque de las derechas como en el hipotético gobierno del PSOE con Ciudadanos, estarían los de Albert Rivera, una formación algo más que crítica con el concierto económico vasco, un situación que establece un muro casi infranqueable entre el PNV y Cs. La otra formación vasca, Bildu, no fue crucial en la moción de censura con sus dos diputados, aunque el CIS pronostica en esta ocasión entre tres y cinco escaños para el partido.

No auguran las encuestas un buen resultado para Compromís. La formación valenciana, que acudió en las pasadas elecciones en alianza con Podemos obtuvo en 2016 un total de 9 escaños, aunque los 4 de Compromís no se incluyeron el grupo confederal de Unidos Podemos y prefirieron pasar al Grupo Mixto. El último estudio del CIS le da a esta formación entre uno y dos diputados, y su influencia en la gobernabilidad, a la espera de las diferentes posibilidades y mayorías que se puedan dar, parece bastante limitada.

En cuanto a los partidos canarios, corren, según las encuestas, el riesgo de desaparecer del Congreso de los Diputados. Mientras el CIS no le da ningún escaño a Nueva Canarias, no está claro que Coalición Canaria pueda mantener a su única diputada en el Parlamento, Ana Oramas.

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