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El verdadero papel de Vox en el Congreso: mucho ruido, pocas leyes

La formación de ultraderecha no será determinante en la actividad legislativa de la Cámara, por lo que la estrategia del partido en la institución pasa por tratar de marcar agenda política y mediática.

Los diputados electos de Vox posan junto a las puertas del Congreso tras presentar sus credenciales / EFE.

Vox ha irrumpido en el Parlamento, pero su presencia apenas tendrá efecto sobre la actividad legislativa. El resultado de las elecciones generales del 28-A (donde la formación de ultraderecha obtuvo más de 2,5 millones de votos y 24 escaños) deja un escenario complicado para los de Abascal en el Congreso de los Diputados.

Sin posibilidades de sumar una mayoría con el resto de partidos de la derecha, la actividad parlamentaria del espectro conservador dependerá, en la mayoría de las ocasiones, de la fuerza que tenga cada partido a nivel individual para llevar a cabo sus objetivos en lo que se refiere al trabajo en la Cámara. Es decir, los grupos de la derecha desarrollarán su actividad con la vista puesta en realizar una oposición contundente al Gobierno del PSOE.

En este contexto, en el que pierden sentido las alianzas para alcanzar una mayoría, la fuerza individual de cada grupo es crucial para determinar el margen de cada uno de ellos. Y los “24 de Vox”, como se autodenominan, son la quinta fuerza política del Parlamento y la más débil de las derechas. Los 24 diputados (frente a los 66 del PP y a los 57 de Ciudadanos) alejan a la formación de extrema derecha de la posibilidad de ser determinante en las votaciones que tengan lugar en el Congreso para aprobar leyes.

Descartada su influencia en la actividad legislativa propiamente dicha, los de Abascal buscarán utilizar el Congreso como caja de resonancia para colocar sus mensajes y medirse discursivamente con el resto de partidos. Esto es lo que se desprende de las declaraciones realizadas por el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, tras conocer el resultado de las elecciones generales, en las que advirtió de que utilizarían sus 24 parlamentarios para “retratar” a sus adversarios a través del debate y votación de proposiciones no de ley.

“Cada diputado de Vox va a ser un auténtico torbellino. Les vamos a señalar con el dedo. Nuestras proposiciones no de ley les van a hacer retratarse y lo saben; tendrán que votar, tendrán que retratarse, los unos y los otros, y el pueblo español va a ver quién entra decididamente a cambiar las cosas y quién sigue poniéndose de rodillas ante la ideología de izquierda”, afirmó Ortega Smith.

Las proposiciones no de ley (PNL) no tienen rango de ley, y responden a resoluciones que pueden presentar los grupos para instar al Gobierno o a alguno de sus miembros a que realice una acción concreta o expresar públicamente una opinión mayoritaria de las Cortes (en caso de ser aprobadas). Su efecto legislativo es nulo y han sido utilizadas por los grupos para que el resto de partidos se posicionen sobre un tema polémico. Uno de los asuntos más utilizados en las PNL presentadas en la última legislatura fue el conflicto territorial catalán.

Marcar agenda con sus temas más polémicos

Vox podría utilizar esta herramienta para colocar determinados mensajes y marcar agenda con algunos de los temas y discursos que han protagonizado buena parte de la campaña de la formación ultraconservadora. Catalunya, las migraciones o su batalla contra el feminismo y los colectivos LGTBI son algunos de los temas que han definido la campaña electoral de los de Abascal, discursos que podrían emplear ahora desde la tribuna del Congreso.

En este contexto, con el partido sin posibilidad de influir en la actividad legislativa y, previsiblemente, fuera de órganos como la Mesa del Congreso, cobra una relevancia crucial la figura del portavoz del partido. El portavoz no solo será quien defienda los discursos de Vox en la mayoría de las intervenciones parlamentarias (además de su presidente, Santiago Abascal), sino que el perfil duro en lo discursivo deberá complementarse con un perfil negociador que sea capaz de introducir asuntos en el Pleno.

Esto se hace en función del “cupo” que tenga cada partido (la cantidad de iniciativas que puede llevar a Pleno, directamente relacionada con el número de diputados del grupo) y de las reuniones de la Junta de Portavoces, donde los grupos negocian entre sí para tratar de llevar sus medidas y sus propuestas de debate al Pleno.

La formación baraja varios nombres para la portavocía de su grupo. Entre estos candidatos se encuentra el propio Ortega Smith. El secretario general de Vox ha intentado destacar en su papel en el juicio del procés (donde el partido está personado como acusación popular), y es uno de los rostros que más ha aparecido en los medios de comunicación. Ortega Smith se centra ahora en las elecciones municipales de Madrid, donde concurre como número uno del partido. Si obtiene representación en el Consistorio madrileño, podría compaginar los dos cargos, el de diputado y el de concejal, ya que no son incompatibles.

También ha destacado en sus discursos durante la campaña el vicesecretario de Relaciones Internacionales de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que podría ocupar la portavocía de la formación ultraconservadora en la Cámara Baja.

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