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El acuerdo del Botànic II se firma esta tarde para que Puig sea investido este jueves como presidente de la Comunitat Valenciana

Horas decisivas en la conformación del nuevo Gobierno valenciano. Esta mañana se han desatascado las negociaciones y hay principio de acuerdo. Les Corts votarán este jueves al candidato Puig, tras la firma de esta tarde en Alacant.

El candidato a la reelección como president de la Generalitat, Ximo Puig, y la vicepresidenta en funciones, Mónica Oltra, se dan la mano tras su discurso de investidura en Les Corts Valencianes. EFE/Manuel Bruque

Hèctor Serra

Habrá Botànic II. Tras los desencuentros de las últimas horas, el PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida han asegurado antes de la sesión de investidura de esta mañana en Corts Valencianes que se ha desbloqueado la situación y que el acuerdo no pasa de hoy. De hecho, a las seis de esta tarde, se prevé la firma del acuerdo en una ciudad de la demarcación alicantina, en un guiño a la necesaria vertebración del territorio valenciano.

Justo antes del pleno de investidura, los líderes de las tres formaciones (Ximo Puig, Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau) han acercado posturas en una reunión que permite desatascar la confusión generada este martes después del abandono de la mesa de negociación por parte de Unides Podem-EU. El principio de acuerdo incluiría una segunda vicepresidencia para la formación morada que coordinaría algunas de las políticas verdes del Consell.

Las próximas horas serán cruciales para saber cómo acaba definiéndose la arquitectura del nuevo Consell

Tal y como ya se adelantó este martes, la opción de dividir el pleno de investidura en dos actos permite a los socios del futuro gobierno ganar unas horas con el objetivo de cerrar el acuerdo antes de la votación. De hecho, en el Palau de Benicarló, hoy solo se ha producido el discurso del candidato Ximo Puig, tras el cual Enric Morera, presidente del hemiciclo, ha ordenado un receso de 24 horas. Así pues, mañana a las diez se sucederán las intervenciones del resto de síndicos y se procederá a la votación de Puig para presidir la Generalitat. El socialista espera tener un voto afirmativo de los 52 escaños progresistas de la cámara.

Las próximas horas serán cruciales para saber cómo acaba definiéndose la arquitectura del nuevo Consell. La imagen conflictiva trasladada en las últimas horas por los tres socios presagia una legislatura compleja. PSPV y Compromís ya arrastran las desavenencias surgidas durante cuatro años de trabajo conjunto en el Consell. La incorporación de Unides Podem-Esquerra Unida en el actual ejecutivo añade una nueva sensibilidad y la probabilidad de fricción entre las tres fuerzas es mayor. Entre Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida también surge un pulso por capitalizar la alternativa a la izquierda del PSPV. En el marco de la formación morada, que se presentó electoralmente en coalición con Esquerra Unida, está por ver si esta alianza se mantiene en el comportamiento parlamentario o se visibiliza un desmarque.

Puig, contra la recentralización

“Crecimiento, igualdad y democracia”, ha insistido el candidato a la presidencia de la Generalitat, Ximo Puig, en el discurso plenario que ha empezado pasadas las 10 de la mañana. Con referencias a los últimos asesinatos machistas sucedidos en el País Valenciano, Puig ha considerado el drama de la violencia de género como el principal problema de nuestros tiempos y ha asegurado que, en caso de prosperar la investidura, convocará el Pacto contra la Violencia de Género para intensificar el combate contra el machismo.

La intervención de Puig ha puesto el acento en los avances conseguidos durante la legislatura anterior. Ha destacado que el gobierno del Botànic ha transformado el País Valenciano en un lugar decente después del tiempo de fallada económica y moral que supusieron las mayorías absolutas del PP. El reto del Botànic, ha dicho, ha sido el de hacer visible el problema valenciano y cambiar el imaginario. “Hemos pasado de la corrupción a la solidaridad y la convivencia”, ha expresado.

Puig: "El centralismo no es inteligente"

Puig ha recordado que todos los indicadores económicos y sociales avalan la mejoría de este territorio. “Hemos propiciado un entorno de confianza”, ha aseverado el candidato. Y se ha propuesto convocar una reunión inminente para relanzar el diálogo social. A pesar de los avances, Puig ha reconocido que falta mucho trabajo por hacer. Ha apuntado deberes pendientes para acabar con la brecha salarial, la desocupación, la precariedad laboral, las listas de espera en los hospitales y la realidad de los desahucios.

Sobre la cuestión territorial, el candidato se ha mostrado especialmente contrario a la recentralización del Estado. “El centralismo no es inteligente”, ha asegurado. Su apuesta es el de seguir intensificando un autogobierno útil para el pueblo valenciano dentro de un Estado descentralizado. Y ha vuelto a destacar la convivencia de la pluralidad del pueblo valenciano: “Hemos encontrado un camino propio. Somos del norte y del sur, de Vicent Andrés Estellés y de Miguel Hernández, hablamos valenciano y castellano”.

Sin duda, uno de los momentos más esperados de su intervención se ha situado en la cuestión de la financiación, caballo de batalla del Botànic. Puig ha tildado de insoportable la realidad discriminatoria que padece este territorio a causa de la infrafinanciación y la deuda histórica. “Queremos ser españoles igual que el resto de ciudadanos españoles. No exigiremos más, pero no pasaremos porque se nos dé permanentemente menos”, ha incidido. Puig ha asegurado, asimismo, que se lo recordarán a Pedro Sánchez “desde el minuto cero”, así como las reivindicaciones en relación con el impulso definitivo del corredor mediterráneo y la defensa del Tajo-Segura.

Una legislatura de mayor exigencia

A diferencia del año 2015, en que el gobierno del Botànic afrontaba el deber de reparar los excesos de las mayorías absolutas del PP, los retos para los socios del nuevo ejecutivo, si finalmente las tres partes negociadoras llegan a un acuerdo, distan mucho del anterior mandato. Quizá el nivel de exigencia de la ciudadanía con respecto a las políticas públicas crezca en esta décima legislatura, ahora que el gobierno del cambio "a la portuguesa" tiene más difícil recurrir a la losa de Camps y compañía.

Tras cuatro años clamando por la reforma del sistema de financiación, y con Madrid dando largas, lo único que probablemente se haya conseguido con respecto a ello es extender entre los valencianos una tímida conciencia de pueblo maltratado por el Estado. Además, con Pedro Sánchez instalado en la Moncloa, el president Puig ha rebajado el tono con el gobierno central aplaudiendo y rentabilizando políticamente los compromisos presupuestarios del ejecutivo estatal con el País Valenciano. En este orden, cabrá ver si Compromís (y Unides Podem-Esquerra Unida, en su caso), pretenden denunciar el alineamiento Puig-Sánchez con el fin de visibilizar las contradicciones de los socialistas en esta materia.

Paralelamente a ello, el gobierno del Botànic II no puede perder de vista las políticas sociales y medioambientales que tanto le han caracterizado y que justificaron en su día poner coto a la derecha neoliberal y corrupta del PP. Frente a un peligro de estancamiento o incluso retroceso (la nueva composición del Consell se augura más conservadora), los nuevos consellers deberán focalizar su atención en aquellas problemáticas que aún persisten en la sociedad valenciana, tales como los barracones, las listas de espera en dependencia y la descoordinación operativa en la extinción de incendios forestales.

Por último, y a pesar de que el Botànic siempre ha querido mirar de soslayo la cuestión lingüística, uno de los mayores desafíos de esta legislatura será atender las demandas de los colectivos en defensa de la dignificación del valenciano, movilizados los últimos años en pro del requisito lingüístico en la función pública, asumido ya en todos los territorios con lengua propia, y de una ley de igualdad lingüística. Todo ello en medio de algunas voces críticas con el actual modelo empresarial de À Punt, que cuestionan la gestión de la actual dirección en base a las pésimas audiencias, lo que hace presagiar una vuelta a contenidos más banales.

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