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perfil Ernesto Alba, el piloto de la transición en IU Andalucía

El secretario general busca que el relevo de Antonio Maíllo se haga de forma ordenada y sirva para cohesionar al partido

Ernesto Alba, secretario general del PCA.

raúl bocanegra

A Ernesto Alba (Conil, Cádiz, 1982) le gusta la política y le gusta también hablar de política. Lo hace a la manera de Julio Anguita, uno de sus grandes referentes; a quien escucha con atención desde que era un crío: lo importante son los programas, las ideas que promueven los partidos para organizar la sociedad de una manera justa. Esos son los debates que de verdad le gustan a Alba, los que desembocan en un hacer al respecto de asuntos estructurales, en un cambiar de verdad las cosas; no tanto los de los individuos que representan, que ponen la cara a los partidos.

Sin embargo, a Alba, quien tiene unos ojos vivos de los que emerge una profunda capacidad de análisis -en la que no pone excusas sobre la responsabilidad de cada uno-, le ha tocado lidiar en esta ocasión con un debate de personas. Y no con uno cualquiera. La dirección de IU le ha encomendado pilotar la sucesión de Antonio Maíllo, un líder muy querido en la organización, quien lo deja, después de haber superado un cáncer de estómago que a punto estuvo de llevárselo por delante, en un momento en el que ha dejado a IU asentada en el territorio con más de 60 alcaldes e integrada en una coalición con Podemos y otras organizaciones que se pretende de mayorías. 

“Antonio se va en un momento en el que está arriba. Antonio ha tenido un apoyo muy grande de la organización. Es un hombre que engancha muy bien con las bases del partido, que saben y conocen lo que ha vivido, que le han acompañado. Pero ahora toca hacer el relevo”, afirma, no sin un poso de pena en la voz, mientras concede un breve café a Público entre reunión y reunión.

Sobre la persona que va a suceder a Maíllo, Alba no suelta prenda. Se limita a decir que, obviamente, él tiene sus preferencias, y a sonreírse por dentro cuando se le citan nombres. Luego, añade: “Escuchar mucho. Yo quiero escuchar mucho”.

Otras fuentes de la dirección de IU sí indicaron a Público que el relevo se hará, salvo sorpresas de última hora, con Toni Valero, exsecretario de Organización y Finanzas de IU, un hombre, al igual que Maíllo, también querido por la militancia. Y un hombre que ha estado también, igual que Alba, en el trabajo de construir Adelante Andalucía, a la que quieren transformar en la alternativa de izquierdas, en un proyecto mayoritario.

Alba es el secretario general del PCA (Partido Comunista de Andalucía) desde el año 2017, cuando sucedió a José Manuel Mariscal. El compromiso político, se puede decir, que le corre por las venas. Sus padres provienen del histórico Partido del Trabajo, nacido en la clandestinidad durante la dictadura. Hoy ligado al proyecto político de Alberto Garzón, coordinador de IU, trabajó junto a Maíllo, desde la sala de máquinas, para que la confluencia con Podemos se hiciera con unos sólidos cimientos y no se cayera a las primeras de cambio.

Los retos

Ahora, por delante, tienen dos retos, cuenta Alba. Uno: hacer un relevo pacífico -de momento, lo está logrando- del que participen todas las corrientes de IU. Y dos, una vez que se ha cerrado el ciclo electoral, lograr que Adelante Andalucía se afiance y amplíe su base social. Mantener unido el proyecto.

En este trabajo, una cuestión de interés es que ni él ni Valero están en el Parlamento. Es decir, que los dirigentes del PCA y de IU, que no son diputados, no van poder confrontar con el presidente de la Junta en la Cámara ni hacer valer por tanto su peso como oposición en debates cara a cara.

Sin embargo, eso que, según los cánones políticos tradicionales sería un hándicap, según Alba, es, en su caso -porque del de Valero no habla- algo buscado. “Fue una decisión consciente”, dice. Algo que le permitirá trabajar con la organización para que salga a la calle, para que consolide alianzas y cree otras nuevas en los barrios de las ciudades, donde sea. “Permite que hagamos una doble estrategia. Que tengamos mucha calle para abrir el partido”, asegura.

¿Hay interferencias de fuera de la organización? ¿De Madrid? ¿Se ha consensuado el nombre de Valero con Teresa Rodríguez, con Podemos Andalucía? Alba dice que no. Que las decisiones las está tomando quien las tiene que tomar, que es IU Andalucía y sus diferentes sensibilidades y proyectos. Cuando se produzca el consenso y se alcance un acuerdo definitivo se le comunicará a Podemos, añade. Con Garzón, no hay problemas, afirma. Ambos tienen confianza para resolver los problemas, llegado el caso de que los haya.

La conversación con Alba fluye ágil. Abandona lo más inmediato y se va fuera de Despeñaperros. Para él es desagradable hablar del “espectáculo” de los últimos tiempos y de la desunión y de la división del proyecto tras la creación de Más Madrid por parte de Íñigo Errejón. “¿Y todo para qué? ¿Quién gobierna hoy en Madrid?”, se pregunta. Alba, aun con todos los errores, defiende a Pablo Iglesias. Analiza que llegó un momento que todo el poder de fuego de los poderes fácticos del país apuntaron hacia él y que eso acaba por pagarse. “[Iglesias] es un animal político. Tardaremos en tener otro como él”.

De la conversación con Alba , que termina porque se tiene que meter en otra reunión, queda un poso, una idea de fondo: Solo lo que hay a la izquierda del PSOE, esa amalgama de pensamientos y fuerzas y proyectos con un denominador común, la justicia, es una alternativa de verdad, real, al paradigma dominante. “Lo hemos visto todos estos años de crisis económica. En cada ocasión. Los hombres de negro. El pacto entre PP y PSOE para cambiar la Constitución....”.

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