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Análisis PP, Cs y Vox certifican su alianza en Andalucía con el lanzamiento de su primer presupuesto

El PP vende estabilidad en Andalucía frente al fracaso de la izquierda en Madrid

Juan Bravo, consejero de Hacienda, este miércoles en el Parlamento de Andalucía. Europa Press.

raúl bocanegra

Mientras en Madrid, a la vista está, la izquierda no tiene más que problemas para entenderse, la derecha en Andalucía lo tiene muy claro. Los dos partidos que forman el Gobierno, PP y Ciudadanos, lanzan este jueves junto al partido de ultraderecha Vox, su cómplice necesario en todos los asuntos importantes, su primer presupuesto, que es, de algún modo, histórico, al ser también el primero de la autonomía elaborado por un Gobierno no socialista.

Las cuentas andaluzas son en términos absolutos las mayores de todo el país, si exceptuamos las del Estado. Suponen un gasto anual de casi 37.000 millones de euros, una cantidad muy golosa, según considera la derecha, para dejarla en manos de la izquierda. Bajo este prisma, al que se le pueden añadir los 37 años de gobiernos socialistas consecutivos, el blanqueo, la legitimación de la ultraderecha a cambio del control de un presupuesto que este año tiene presupuestados en inversiones 3.701,3 millones, el 2,2% del PIB de la Comunidad Autónoma, se revela como una decisión del todo pragmática de PP y Ciudadanos.

Así lo entiende desde luego, el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, quien dirige la cocina política del Gobierno que preside Juanma Moreno. Bendodo tiene muy claro lo que significa para la derecha la aprobación de este presupuesto: “Andalucía traslada un mensaje de estabilidad al resto de España”. "Ojalá la estabilidad parlamentaria y del Gobierno andaluz se pudiera trasladar a nuestro país o al resto de comunidades autónomas”. "Andalucía mejora y la estabilidad que genera el Gobierno andaluz se traduce en confianza”.

Bendodo manifestó esto este martes para contraponer lo que sucede en Andalucía, donde el PP ha sido capaz de poner de acuerdo a Ciudadanos y a Vox para sacar adelante estas cuentas, que solo funcionarán hasta final de año, y dejar amarradas las próximas, las de 2020, en un pacto firmado por los tres partidos. Bendodo, con estas declaraciones, dejó botando la pelota para que su jefe la rematase.

Así, el presidente, que está como un niño con zapatos nuevos, con la estabilidad que le da la aprobación de su primer presupuesto, recogió el guante, se puso a sí mismo como ejemplo, y arremetió contra Pedro Sánchez:  “Esta vez ha jugado mal sus cartas, se ha conformado, ha estado sentado en el sofá de la Moncloa esperando a que los demás le hagan presidente”.

"Cuando yo me presenté como candidato a la Presidencia de la Junta lo primero que hice fue trabajar todos y cada uno de los días con los distintos grupos parlamentarios para intentar alcanzar una mayoría parlamentaria. Solo así se consigue”. "Desde luego las mayorías parlamentarias y las investiduras no llegan del cielo, llegan del trabajo, del compromiso, y sobre todo de las negociaciones, cosa que, hasta ahora, no ha hecho Sánchez”, añadió Moreno.

En el horizonte de este experimento -el entendimiento de las fuerzas liberales, conservadoras, democristianas con las de ultraderecha- que se inició en Andalucía, solo aparece una mancha, que está por ver en qué se traducirá. El portavoz de Vox, Alejandro Hernández, manifestó en rueda de prensa, que los verdaderos presupuestos del “cambio” serán los próximos, a aprobar en otoño.

Hernández dijo que su partido, según recoge Europa Press, había "transigido en determinadas materias, si bien, como consta en el acuerdo presupuestario, será a partir de septiembre cuando empecemos a trabajar en los verdaderos presupuestos del cambio”.

Un momento dulce

Lo que significan realmente estas palabras se sabrá en otoño. Si Vox decide tensionar de nuevo la política andaluza o prefiere optar entonces por una negociación más tranquila, sin tanto teatro.

Sin embargo, la realidad es que, en este momento, el experimento andaluz y las fuerzas que lo protagonizan viven un momento dulce. Incluso Ciudadanos, que hasta ahora pasaba por el aro ultra, pero lo hacía rezongando, disimulando, intentando hacer ver que lo de Vox era cosa tan solo del PP, esta semana, con la cercanía del debate final de los presupuestos, que se cierra este jueves, cambió de discurso.

Si hace unos días, Ciudadanos amenazó con despeñarse por una pendiente incierta al tratar de sacudirse el pacto presupuestario firmado con Vox por la vía de negar la realidad -que en efecto lo firmaron-, esta semana, su jefe de filas en Andalucía, el hoy vicepresidente del Gobierno, Juan Marín, rectificó y reconoció su acercamiento a Vox.

Por primera vez, seis meses después de acceder al cargo gracias al pacto de Moreno con el partido ultra, Marín contribuyó, al igual que ha venido haciendo sin complejos el PP desde la noche del 2 de diciembre, fecha de las autonómicas, a blanquear las tesis de la ultraderecha y al partido que las representa con unas inequívocas declaraciones: “Quiero agradecerle a Vox su colaboración. Están siendo útiles para que muchas cosas puedan suceder en Andalucía”.

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