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Concentración en Sevilla: exhumado Franco, ahora le toca a Queipo

Decenas de personas se concentran delante de la Basílica de la Macarena para exigir el desalojo de los restos del militar a quien se responsabiliza de miles de muertes tras el golpe del 36.

Grupo de personas concentradas delante de la Basílica de la Macarena.

La memoria histórica no se detiene, quienes la reivindican siguen caminando. Sólo tres días después de que fueran desalojados del Valle de los Caídos los restos de Franco, decenas de personas se han concentrado hoy delante de la Basílica de la Macarena de Sevilla para exigir que se haga lo mismo con los de Queipo de Llano, el oficial que dirigió el golpe militar en la capital andaluza en 1936 y a quien se responsabiliza de la muerte de miles de personas en la ofensiva de lo ‘nacionales’ en el sur de España.

Como las Madres de Mayo –ya las abuelas- que cada jueves dan vueltas en la plaza de Buenos Aires con ese nombre para exigir justicia con los desaparecidos de la dictadura argentina, decenas de personas han hecho hoy lo mismo delante de la Basílica de la Macarena, girando entre los redobles de las campanas de la iglesia que anunciaban la función principal de la Virgen que se estaba celebrando en su interior y la reproducción a través de altavoces de las consignas que Queipo de Llano lanzaba tras el golpe desde la emisora Radio Sevilla EAJ5 arengando a la población cautiva: "Yo autorizo a matar como un perro a cualquiera que se atreva a desobedecer".

El corro iba girando alrededor de otro corro más pequeño, estático, donde un puñado de personas cubiertas con pañuelos negros portaban las fotografías de algunas de las personas ajusticiadas durante el mandato del que se llegó a conocer como "virrey de Andalucía" y, sobre todo, durante los primeros meses de la toma de Sevilla. Sobre imágenes envejecidas, sus nombres se leían muy claros: Antonio Cruz, Felix Garzón, José Luis López Moreno, Antonio León, Cristóbal Guerrero, Ana Jiménez, Lorenzo Clavero, Concha Hernández, Juana Díaz, Juan Rodríguez Tirado, Ignacia Domínguez, Baldomero Durán, Amalia González Guerra, José Luis López Moreno, Felipe González de los Santos, Ramón y Antonio Sánchez Moreno. Y a sus pies una pancarta con el lema: "Fuera el genocida Queipo de Llano de la Macarena".

Ana Sánchez era una de las que exhibía con emoción los retratos de sus tíos Ramón y Antonio, hermanos militantes del PCE ejecutados en 1936 cuando aún no habían cumplido los 20 años y cuyos cuerpos nunca aparecieron. "Para nosotros –dice esta mujer- supone una ofensa y una falta de respeto que el asesino responsable de matar indiscriminadamente a mis tíos y a tanta gente esté ahí, como si fuera alguien respetable, y bendecido por la Iglesia". Ahí es la basílica que alberga una de las hermandades más populares de Sevilla, ubicada en el límite del casco histórico de la capital andaluza, al lado de la vieja muralla contra la que se fusilaron a cientos de personas tras el golpe militar y justo enfrente del actual Parlamento de la comunidad autónoma.

En el corro corazón de la protesta, Lourdes Farratell sostenía la fotografía de su abuelo, Joaquín Farratell, periodista y pintor sacado de su casa en el Barrio de León el 29 de agosto del 36 para ser ejecutado camino de San Juan de Aznalfarache. Para ella, como para Ana Sánchez, que los restos del responsable de la muerte de su abuelo permanezcan "con honores" enterrados en una iglesia como la Macarena supone "una vergüenza y una provocación" a familiares y víctimas, aunque subraya que cuanto ellos reclaman no tiene como objetivo la religión ni las hermandades, sino exigir el reconocimiento de quienes sufrieron una sangrienta aniquilación y el oprobio de quien la comandó.

La concentración terminó con un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas y la lectura de un manifiesto de la Plataforma Gambogaz, convocante de la protesta que debe su nombre al cortijo de Queipo de Llano 'regalado' en la localidad sevillana de Camas al militar golpista a la manera que Franco se hizo con el Pazo de Meirás en A Coruña, una propiedad cuya titularidad exigen recuperar. Paqui Maqueda, representante de la plataforma, subrayó que el "franquismo debe estar fuera de las instituciones y de las iglesias". Y aunque la salida de los restos de Queipo de la Macarena sigue pendiente de que se cumplan los trámites legales en la Junta de Andalucía para la aplicación de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de marzo de 2017, este colectivo considera que "por humanidad y compasión", se deberían retirar todos los símbolos y recuerdos del franquismo de lugares como la Macarena, sin esperar a nada más.

La Hermandad de la Macarena ya manifestó esta semana que estará "siempre dispuesta" a cumplir la Ley andaluza de Memoria Histórica cuando se apruebe el reglamento que la desarrolle. "Cuando estén las disposiciones que regulen la retirada de los restos y las instrucciones oportunas y precisas bajo el precepto legal, no se tendrán ningún problema en proceder", dijo el hermano mayor de la popular congregación, José Antonio Fernández Cabrero.

No se podrá hacer nada con los restos de Queipo hasta que no se pronuncie un comité de expertos

La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta, Patricia del Pozo (PP), ya advirtió el viernes de que no se podrá hacer nada con los restos de Queipo hasta que no se pronuncie un comité de expertos, que podrá tomar una decisión cuando se constituya, algo que aún no se ha hecho y que no ocurrirá hasta que el Gobierno andaluz no termine de tramitar la orden que desarrollen los contenidos de la Ley de Memoria Histórica y Democrática. Todo eso, claro, sin contar con la otra pata, la de Vox, cuyos votos sostienen el ejecutivo de PP y Ciudadanos en San Telmo y que exige que se cambie la ley de memoria por una de concordia, con unos enunciados todavía por determinar.

La candidata de Unidas Podemos al Congreso de los Diputados por la provincia de Sevilla María Márquez estuvo en la concentración para exigir la salida del militar golpista de la Basílica de la Macarena. "Los sevillanos no nos merecemos esto", dijo Márquez, para quien, aunque la Macarena sea un lugar privado, no público como el Valle de los Caídos, deben darse pasos: por un lado, por la voluntad de quienes son responsables del templo y, por otro, a través de la voluntad política que permita constituir el comité de expertos que deberá decidir qué se debe hacer en cada caso parar recuperar la memoria histórica de Andalucía.

La concentración se disolvió pacíficamente bajo la atenta mirada de un par de policías nacionales, vigilantes inactivos durante toda la protesta, y en el interior de la basílica siguió la celebración de la función principal de la Virgen junto a una lápida bajo la cual permanecen los restos de aquel oficial militar que en sus discursos radiofónicos decía cosas como ésta: "Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre Y de paso también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas".

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